GAUDÍ EN MADRID

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GAUDÍ EN MADRID

 

Ciclo de mesas redondas

Madrid

abril-mayo de 2002

Fundación Independiente

 

«GAUDÍ Y SU TIEMPO»

3 de Abril de 2002

Centro Cultural de la Villa de Madrid

 

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Independiente

Buenas tardes. Bienvenidos a este Ciclo de Mesas Redondas dedicadas a Antonio Gaudí. Genial arquitecto, catalán universal, y español universal. Hace pocos días, el pasado día 20 de marzo, en el Salón del Consell de Cent del Ayuntamiento de Barcelona tenía lugar el acto de inauguración del Año Internacional Gaudí, conmemorativo de su 150 Aniversario. Fue un acto importante, solemne, que estuvo presidido por S.M., la Reina de España. Consideramos que en este primer semestre del año 2002, aniversario de Gaudí, Madrid no podía estar ajeno a tan importante efemérides y es por ello que la Fundación Independiente, que este año celebra su XV Aniversario, con la colaboración de otras entidades e instituciones ha convocado seis mesas redondas que en diferentes escenarios madrileños irán haciendo un recorrido por lo que significa la rica personalidad de Gaudí y su obra.

Hoy, en este emblemático Centro Cultural de la Villa de Madrid, se analizará Gaudí y su tiempo para lo que contamos con tres magníficos ponentes, y un acreditado presentador. El próximo día 10  se hablará de Gaudí, el hombre, a través de tres interesantes biógrafos gaudinianos. Posteriormente será en la Fundación Cultural del Colegio de Arquitectos de Madrid donde se hablará de Gaudí como arquitecto. En Blanquerna, el centro cultural de la Generalitat en la Villa y Corte, se abordará su obra más importante: la Sagrada Familia. Otra mesa redonda tendrá lugar en el Círculo de Bellas Artes, dedicada a Gaudí y el Modernismo. Finalmente, clausuraremos el ciclo el 8 de mayo en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando donde se tratará la proyección de Gaudí, no solamente en España, sino en el mundo. Considero que todos los que tengan ocasión de asistir al ciclo, tendrán la oportunidad de profundizar en la vida y la obra del arquitecto español más importante de estos dos últimos siglos, y con mayor proyección universal.

¿Por qué la Fundación Independiente -que es una entidad que tiene como finalidad el fortalecimiento de la sociedad civil, y el hacer que los ciudadanos seamos cada día más participativos, asociativos, solidarios y democráticos- ha promovido y organizado este Ciclo?. La Fundación, desde el año 1996, tiene un ciclo que se titula «Españoles Universales», y Gaudí, sin lugar a dudas, como yo decía en mis primeras palabras, es un catalán, un español, universal. Este ciclo lo iniciamos con el ya hoy fallecido Premio Nobel Camilo José Cela; seguimos en el 97 con Plácido Domingo, nuestro cantante de ópera más internacional, y en el 98 con el decano de la cooperación internacional, Vicente Ferrer con sus más de cincuenta años en la India. En 1999 nuestro “Español Universal” fue Federico Mayor Zaragoza, brillante Director General de la UNESCO durante 12 años; y en el 2000, designamos para recibir el galardón a la científica, investigadora y Presidenta del Instituto de España, Margarita Salas. El primero del siglo fue el legendario Julio Iglesias, y este año será Miguel Induráin, el mejor ciclista de todos los tiempos. Españoles y españolas con proyección internacional que nos permiten, seamos de donde seamos, o pensemos los que pensemos, sentirnos satisfechos, e incluyo, orgullosos de algunos de nuestros compatriotas. Es por ello, que consideramos que la figura de Gaudí en su 150 Aniversario podíamos incluirla en el Ciclo.

Bienvenidos a todos los que os acerquéis a la rica personalidad y singular e impresionante obra de Antoni Gaudí. Gratitud a todas las entidades, empezando por el Centro Cultural de la Villa de Madrid que nos han abierto sus puertas, a los tres magníficos ponentes, al moderador, que ahora iniciará sus funciones, y a todos ustedes porque esperamos que, una vez hayan finalizado los ponentes de exponer la aproximación de Gaudí a su tiempo, puedan también con sus preguntas enriquecernos a todos. Está prevista la publicación de un libro con todas las intervenciones pero no solamente las intervenciones de los componentes de la mesa sino también las que se produzcan por parte del público. Muchas gracias a todos ustedes y bienvenidos al Ciclo.

 

OSCAR ALONSO MOLINA

Crítico de Arte del periódico «La Razón»

Moderador

Antes que nada, agradecer a D. Ignacio Buqueras y a la Fundación esta invitación, y a todos ustedes su asistencia. La mesa redonda que hoy nos reúne lleva por título Gaudí y su tiempo, y para ubicarla con algo más de perspectiva en lo que al campo de la estética se refiere, conviene recordar primero que el tiempo de Gaudí fue una época que vio modificarse, fundamentalmente, el concepto de monumento. Monumento en ese sentido dado por Hölderlin a la palabra, que es “lo que queda”, aquello que fundan los poetas; y por lo tanto, lo que queda es lo que queda para los otros, los muertos por venir. Así que, el monumento, no lo debemos olvidar, es siempre un hecho fúnebre destinado a registrar datos y recuerdos de alguien o de algo que ha de irse o ya lo ha hecho. No es la obra en la que se identifican, sin residuos –como quería Hegel– la forma y el contenido, el exterior y el interior, la figura y la expresión, el significante y el significando, representando en su comunión un bello ejemplo de lograda realización de la libertad, o como decía este filósofo: “esa bella humanidad reconciliada”.

Lo monumental, en tiempos de Gaudí, se debilita y se resquebraja, se descompone, ante la evidencia de la existencia de una simetría imperfecta –o enferma, diríamos- que se establece entre el mundo del lenguaje y los mundos de vida, y que permite establecer esa diferencia que observó Gombrich a lo largo de la Historia del Arte centrada en el tema del ornamento. Pues hay, según su criterio, un arte que se ve, al cual miramos, dirigiendo a él nuestra atención focal, preferente, y un arte decorativo, aquel sobre el cual nuestra atención es lateral, oblicua o periférica.

Pues bien, la obra de Gaudí, su proliferación decorativa, donde lo estructural-compositivo se diluye en juegos de retórica, decoración y ornamento, ambos polos son indisolubles y carecen de fronteras bien delimitadas, dibujando las relaciones entre figura y fondo.

Para dar un contexto más amplio a estas consideraciones del ámbito de la estética hoy tenemos una mesa redonda sobre Gaudí y su tiempo y tres especialistas que van a ir de lo más general a lo más local y nos van a dar nuevas perspectivas. El primer de ellos, que tenemos al extremo de la mesa, es Fernando García de Cortázar Ruiz de Aguirre. García de Cortázar es Doctor en Historia Moderna y Contemporánea; también es Doctor en Teología; es Licenciado en Derecho y Filosofía y actualmente es Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Deusto. Académico correspondiente de la Real Academia de Historia, es miembro de la Sociedad Europea de Cultura. Director, también, de la Fundación Grupo Correo, de la cual es el Director de su revista de pensamiento «El noticiero de las ideas». Ha publicado más de una treintena de libros con un peculiar estilo ameno y creativo en el cual manifiesta su interés por hacer que la historia alcance una dimensión popular y que sirva para mejorar el presente y su comprensión. Entre sus libros destacan las grandes síntesis Historia del mundo actual que abarca el periodo 1945-95 y que ha alcanzado ya las diez ediciones; Los pliegues de la tiara;  La Iglesia y los Papas durante el siglo XX; Historia del País Vasco; El nacionalismo vasco; el Diccionario de dos volúmenes de Historia del País Vasco, entre otros. También la Breve Historia del siglo XX o su Historia de España que es la síntesis de historia general de nuestro país más difundida. La lectura novedosa que propone la Fotobiografía de Franco y, por último, la Historia de España: de Atapuerca al euro, que recorre con mirada comprensiva y amena ambos extremos.

A continuación va a intervenir Jaume Sobrequés i Callicó, que es Catedrático actualmente de Historia de Cataluña de la Universidad Autónoma de Barcelona y Director del Museo de Historia de Cataluña. Jaume Sobrequés ha tenido una larga trayectoria política y en 1977 fue elegido Senador por la Coalición «Entessa de les Catalans» y en 1979 lo fue por la «Nova Entessa». Durante la primera legislatura democrática fue Secretario de la Comisión de Educación y Cultura del Senado y en la legislatura del 79 fue representante del Grupo Parlamentario Catalán en esta Comisión. Asimismo, fue miembro de la Comisión de los Veinte que redactó el Estatuto de Autonomía de Cataluña y de la Comisión de los Veintiuno que negoció en Madrid su aprobación durante el periodo 1978-79. Desde 1988 hasta 1995 fue Diputado en el Parlamento de Cataluña, donde fue Presidente de la Comisión de Control de Corporación Catalana de Radio y Televisión y miembro de la Comisión de Cultura. Por otro lado, en 1993 fue elegido miembro de la Junta Directiva del Fútbol Club Barcelona, del cual ha sido Vicepresidente, y al que ha dedicado numerosas publicaciones. Otras publicaciones han sido las que dedicó en el año 65 a la Revolución de Septiembre y la prensa humorística catalana o a la Guerra Civil de Cataluña en el siglo XV -que realizó en colaboración con su padre y que vio su aparición en el año 73- y así un larguísimo etcétera durante los años 70 y 80 hasta llegar a las últimas, entre las cuales vamos a destacar las más recientes: la Aproximación a los veinte siglos de historia, que apareció en el año 99; su Historia contemporánea de Cataluña (1997-1998) en colaboración con diversos autores o el último libro Historia de una amistad, el epistolario de Jaume Vicenç Vives y de Santiago Sobrequés y Vidal y que recoge el epistolario entre el año 29 y el año 60.

Finalmente va a intervenir Marc Ferrán Vicenç. Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona. Desde el año 88 trabaja como Conservador en el Museo Comarcal Salvador Vilaseca de Reus, donde actualmente es responsable del Departamento de Documentación del Museo. Desde allí ha participado en diversas Exposiciones, entre las que cabe destacar: Reus, París y Londre»; El siglo XVIII, un siglo de progreso; Ramón Ferrán, grabador; La década de los ochenta; que ofrecía un panorama del arte contemporáneo en el entorno de Reus y Reus, 1900, segunda ciudad de Cataluña. Ha publicado también el estudio titulado Humor y sátira de Reus: la prensa satírica que abarca el periodo 1868-1936 y con el cual ganó el VII Premio de Investigación Histórica Antonio Pedrol Rius. Finalmente, ha sido Coordinador y Secretario de los Premios Nacionales de Artes Plásticas Ciudad de Reus entre los años 1993 y 1996 y es Coordinador del Área de Arte y Creación del Instituto Municipal de Acción Cultural. Tiene la palabra Fernando García de Cortázar.

 

FERNANDO GARCÍA DE CORTÁZAR RUIZ DE AGUIRRE

Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Deusto

Ponente

Muchas gracias a D. Ignacio Buqueras, Presidente de la Fundación Independiente, por la invitación que me ha cursado para tratar de un tema para mí apasionante y centrar a la obra de Gaudí que es España y la recatolización de España a finales del siglo XIX. Muchas gracias a mi presentador por la simpatía que ha demostrado en la lectura de mi curriculum que ha expuesto ante ustedes.

Nos situamos en 1883 que es el momento en el que Gaudí va a recibir el encargo de levantar o de continuar las obras de un gran edificio que hoy conocemos con el nombre de Sagrada Familia. Me voy a detener fundamentalmente para estudiar a Gaudí y este fenómeno de recatolización que la Iglesia emprende después de ese siglo XIX tan convulso en el que ha tenido una serie de desamortizaciones, y también un fenómeno menos estudiado pero quizás tan importante como el de las desamortizaciones, que es el fenómeno de la supresión de las ordenes religiosas o la conversión de los religiosos en curas seculares cuya orientación, a partir de la Restauración, va a cambiar. Es decir, la Iglesia va a tratar de hacerse con este ejército de religiosos para su implantación en una sociedad que trata de guiar después de los procesos de laicización que ha tenido que  sufrir a lo largo del XIX. Así pues, desde un punto de vista religioso y político, una de las obras centrales de Gaudí, el Templo de la Sagrada Familia. A mi entender, es uno de los grandes iconos de España o de un momento muy importante cual es ese intento de la Iglesia de recuperar el tiempo perdido para ella a lo largo del XIX, y nosotros somos fruto también en buena medida de la educación que la Iglesia va a desarrollar a partir de entonces con congregaciones nuevas o con congregaciones religiosas traídas desde Francia con obras sociales, etcétera. Entonces, desde un punto de vista religioso y político, la Sagrada Familia de Gaudí es uno de los símbolos más claros de esa recatolización emprendida por la Iglesia española desde 1875 en el momento que se inicia ese periodo de la historia de España que se conoce con el nombre de Restauración.

Hemos dicho ya que después de este siglo XIX convulso, la Iglesia había quedado debilitada por los ataques del liberalismo, por los ataques del anticlericalismo, por la fuerza ya inicial del movimiento obrero que va a tener su gran expresión a lo largo del siglo XX donde ya es un gran protagonista de la historia, y la Iglesia, de la mano de un régimen afecto -el régimen canovista- va a tratar de hacerse presente y va a tratar de definir la ortodoxia social de España. Así pues, hay un gran movimiento que podríamos llamar de cruzada de la Iglesia por exteriorizar la fe.

Frente a un catolicismo nacido del Concilio Vaticano II que sería mucho más intimista y reservaría la fe para los ámbitos privados, y no trataría de pelearse en los ámbitos públicos con otras instituciones, el siglo pasado, por el contrario, trata de exteriorizar, de publicitar la fe y lo hace a través de grandes edificaciones religiosas o a través de su presencia en grandes centros de enseñanza como la Universidad de Comillas, la Universidad de Deusto o distintas obras de las Congregaciones religiosas. La Iglesia comienza en 1875 su notable penetración en el ámbito público a través de sus tradicionales funciones asistenciales -hospitales, hospicios, juntas de caridad, juntas parroquiales, …- pero también, y sobre todo, mediante la multiplicación de sus funciones educativas. Es el tiempo en el que las ciudades españolas empiezan a poblarse de edificios docentes con los cuales la Iglesia está manifestando su apuesta por la educación, todavía de las élites pero también a través de su penetración en capas sociales populares con la primera enseñanza o de enseñanzas profesionales, enseñanzas técnicas. Al mismo tiempo, la Iglesia -que se va a hacer visible en los edificios-, también se mete de lleno en los medios de comunicación -revistas, periódicos, literatura de carácter piadoso, etc.- que muchos de nosotros tenemos en la memoria y que han sido recogidas por el costumbrismo de la época con distintas expresiones como la imagen de la mujer devota. Nada mejor que La Regenta de Clarín para retratar ese final del siglo: las fuerzas sociales, políticas, religiosas. Clarín, mejor que ningún historiador, ha podido representar lo que fue ese final de siglo. Dentro de esa corriente que hace que España viva una segunda edad de oro -a partir de la publicación de Fortunata y Jacinta o de La Regenta-, nos encontramos con lo que los historiadores llaman «la segunda edad de plata», un nuevo Siglo de Oro que englobaría tres grandes generaciones literarias pero también tres grandes generaciones plásticas y generaciones científicas que serían la de 1898 -el pesimismo noventayochista, esa recreación en los males o en el dolor de España- y, frente a ella, una generación europeísta que sería la de 1914 cuyo símbolo podría ser Ortega y Gasset o en 1927 la gran generación literaria y la gran poesía española que nos hace recordar la gran poesía española del Siglo de Oro. También esta España que va a relucir y cuyo fulgor se va a extender por distinto campos, también se abre con el deseo de crear en Barcelona un gran templo que conocemos ahora con el nombre de La Sagrada Familia, un templo inconcluso.

A la hora de detenernos un momento en la obra de la Sagrada Familia, tenemos que destacar que pertenece a ese tipo de tradición piadosa en la cual también se inserta fervores populares como el del Corazón de María o a la tradición entorno al Sagrado Corazón de Jesús -que fue montado por los Jesuitas-, o a San José y que también puede insertarse en las modernas apariciones: la primera, de Lourdes, y posteriormente, ya en el siglo XX, la de Fátima. Todo esto nos está diciendo que la Iglesia quiere hacerse presente en todos los campos, e incluso en el campo arquitectónico. Hay un sentido moralizador en todas las obras de la Iglesia frente al periodo anterior. La Iglesia quiere aparecer como la definidora del recto orden social, de la recta moral y este Templo -que va a ser objeto también de una monografía a través de otra mesa redonda- también pertenece a eso puesto que se concibe como un templo expiatorio; es decir, esta Barcelona -laica, anticlerical, de los movimientos anarquistas (1883 también recuerda los episodios represaliados, reprimidos, de la asociación anarquista de la Mano Negra)-, esta España también necesita expiación y también se concibe el templo de la Sagrada Familia como un templo de expiación. También la burguesía -que se ha hecho rica con la desamortización de la Iglesia, acudiendo a la venta de bienes nacionales fruto de la desamortización, y que en aquella época ha contado con loa anatemas clarísimos de la Iglesia-, en un momento determinado trata de reconciliarse con la Iglesia y se produce este fenómeno de la recatolización o la catolización de la burguesía y, al mismo tiempo, el aburguesamiento de la Iglesia. La Iglesia se aburguesa y la burguesía se catoliza, tratando de reconciliarse en el último momento con Dios mediante multitud de donaciones importantes de las cuales han quedado constancia en edificios. Una de estas donaciones es de un aristócrata -pero ya la aristocracia está muy ligada a la burguesía a lo largo del siglo XIX- y, puesto que pienso que hablo para muchos madrileños en esta sala, esta donación es el legado de la Duquesa de Pastrana, probablemente uno de los más importantes legados de toda la historia de la Iglesia en España, cuyos beneficiarios fueron los Jesuitas y que abarcaría lo que hoy ocupa la zona del actual Estadio Bernabéu en adelante: Colegio de Chamartín de los Jesuitas, Sagrado Corazón, Fuencarral, el antiguo Barrio del Pilar, etc. Este legado se inscribe en esa tendencia de hacer beneficiarias a las congregaciones religiosas de las fortunas de la burguesía. En este contexto, Eusebio Güell  se va a beneficiar de Gaudí -Gaudí es el que va a hacer conocido el nombre de este empresario, como la relación de Felipe IV con Velázquez-, que pertenece a la familia de Antonio López, los Comillas, que también van a tratar de reconciliar sus conciencias, algunas de ellas manchadas por el tráfico de negros, con donaciones, con obras piadosas de distinto rango que van a estar en Cataluña, en el País Vasco o en la propia Universidad de Comillas en Santander que también después van a ser trasladadas a Madrid en los años setenta.

Esta obra, que se comienza en 1800, se concibe ya a finales del 60 pero se le va a encargar a Gaudí en 1883, no es puramente ocasional y no es una pura coincidencia que en Madrid ocurra lo mismo. En Madrid también se pone la primera piedra del templo de la Catedral de La Almudena según el proyecto del Marqués de Cubas y la Almudena, terminada, me parece, en la época del periodo socialista, ha permanecido inconclusa durante muchos años, probablemente representando lo que yo quiero decir en esta conferencia: los límites de la recatolización de España. La Iglesia no consigue, en el caso de ambos templos, los donativos suficientes para finalizar las obras de ambos templos, no sólo por la grandiosidad de los proyectos sino porque no consigue conmover a pequeños bolsillos que hubiera venido bien para terminar el proyecto. Es decir, el hecho de que sean dos obras inconclusas ya nos hace pensar que la Iglesia, en otro orden de cosas, tampoco va a conseguir sus objetivos finales de recatolización de la sociedad española.

Desde el punto de vista estético, es llamativo cómo el primer proyecto del templo de la Sagrada Familia se inscribe en las coordenadas del neogótico. Es decir, el encargo que recibe Gaudí, heredado del arquitecto Francisco de Paula del Villar y Lozano, se encuadra en esas coordenadas neogóticas. Es el momento de los “neos”. La burguesía catalana también trata de recuperar, por lo menos en el imaginario, el esplendor de la Cataluña medieval y acude a los neogóticos para hacer presente en la historia ya contemporánea de España, el recuerdo de ese pasado medieval que pasa también por su gran Siglo de Oro de las letras. Cuando las obras ya recalan en Gaudí, éste va a cambiar en seguida esa orientación neogótica del templo y va a hacer que brille su genio al diseñar las fachadas y las torres que dan hoy ese aspecto singular a la creación. Sin embargo, si nos detenemos un momento en el objetivo catequético que tiene el templo -la Iglesia utiliza los templos como catequésis, como utiliza desde el siglo XVI la imaginería de Gregorio Fernández o de Martínez Montañés como una especie de catequésis pública, de catequésis en la calle y llama la atención, ya que hemos puesto estos dos ejemplos y tenemos muy cercana la Semana Santa, que estos dos centros de imaginería y de dos grandes Semanas Santas son dos centros donde ha habido focos luteranos: Valladolid y Sevilla, en 1559, son el arranque poco brillante del reinado de Felipe II y, precisamente, la Iglesia echa el resto en la catolización y probablemente utiliza esa catequésis de la imaginería que surca las calles para tratar de aplastar, de vencer, esa resistencia que había habido a través del luteranismo. También, el templo de la Sagrada Familia y otros templos que se levantan en esta época tiene un objetivo catequético que realmente aparece claro en el momento en que Gaudí diseña tres portadas para el templo, dedicadas respectivamente a la Fe, la Esperanza y la Caridad, donde va a emplear un complicado esquema decorativo en el que se mezclan esculturas con símbolos religiosos y elementos que remiten a formas minerales, vegetales y animales. El efecto decorativista del conjunto resulta así extremadamente singular, aunque dentro de las fórmulas estéticas del Modernismo entonces en boga en la burguesía barcelonesa. Quizás, he aquí una de las contradicciones de la obra puesto que esa estética tan innovadora, tan decorativista, hace más incomprensible el mensaje religioso; quizás, para las mentalidades más sencillas, el mensaje religioso de toda esta estética modernista de la Sagrada Familia resulta menos legible que la estética empleada por otros templos que es más lineal, y sobre todo, cuando introduce elementos neogóticos o neorrománicos a los cuales los españoles estaban mucho más acostumbrados. Gaudí, quizás, sueña con las grandes catedrales dentro de su propio estilo y, puesto que es una catedral inconclusa, podemos también pensar que las grandes catedrales españolas -pensemos en León o en Burgos- fueron fruto, por lo menos, de tres o cuatro generaciones en su núcleo más central. Por eso, también Gaudí vio cómo el tiempo se le fue de las manos, no pudiendo cumplir con el papel que se le había asignado hasta que el templo, en alguna medida, quedó reducido a un señuelo o a un reclamo para los turistas y que, efectivamente, no pudo desempeñar ese papel central de catequésis, de transmisión del mensaje religioso, como hubiera podido desear el propio Gaudí. Al mismo tiempo, la Iglesia está demostrando que su objetivo de recobrar el monopolio de las conciencias no pudo llevarlo a cabo ante el avance del laicismo entre las clases trabajadoras, seducidas ya para cuando se inicia este templo de la Sagrada Familia por las nuevas doctrinas socialistas y anarquistas que proponían nuevos paraísos en la tierra. Como he dicho, en 1883, arranque de Gaudí con la Sagrada Familia, coincide con los juicios contra los jornaleros en Andalucía por su supuesta pertenencia a una sociedad secreta llamada la Mano negra. Así, en estos momentos, la Iglesia no puede parar la fuerza del socialismo, la fuerza del anarquismo y demuestra con este templo que no hemos podido ver terminar, que su inserción -desde el punto de vista de la fe- tiene sus límites su propia obra docente o asistencial. Muchas gracias.

 

JAIME SOBREQUÉS I CALLICÓ

Director del Museo de Historia de Catalunya

Ponente

Antes de empezar, deseo expresar mi agradecimiento a Ignacio Buqueras, Presidente de la Fundación Independiente, por invitarme a participar en este acto. También envío un saludo muy efusivo al Excelentísimo Señor y buen amigo Salvador Sánchez Terán, con el que tuvo el honor de compartir una sesión académica en el Museo de Historia de Cataluña el pasado mes de septiembre, en la que evocamos hechos recientes de nuestro país que él vivió como protagonista de primera fila. Gracias, Salvador, por estar hoy aquí y gracias a todos ustedes.

Voy a tratar de presentar brevemente los hechos históricos más relevantes acaecidos en Cataluña en el período comprendido entre el año del nacimiento de Gaudí (1852) y el de su muerte (1926), un periodo de una importancia excepcional para la historia del país. Durante la infancia de Gaudí, Cataluña se hallaba inmersa en pleno proceso de industrialización. Este proceso marcaría tanto desde el punto de vista social como económico, y más tarde político y cultural, el “hecho diferencial” entre Cataluña y el resto del estado español.  La industrialización llegó a España casi con un siglo de retraso en relación con los países más avanzados, como Inglaterra, y tuvo su máximo desarrollo en Cataluña, País Vasco y algunos núcleos muy concretos de Andalucía. De entre todos ellos despuntó Cataluña, donde adoptó mayor impulso, sobre todo de la mano del sector de la industria textil.

La industrialización marcaría de forma definitiva la estructura social de la Cataluña de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, con la configuración de dos grupos sociales que, desde el punto de vista del protagonismo histórico, serán hegemónicos. Por una parte, las burguesías –de las que hay que hablar en plural: la burguesía industrial y, de la mano de ésta, la burguesía comercial, la financiera y también la agraria–, y por otra, el proletariado. Ambos grupos se convertirán en los motores de la historia del país durante este período.

El movimiento obrero comenzó a dar sus primeros pasos hacia la mitad del siglo XIX. Unos años después, desde el año 1870 aproximadamente, cuando Gaudí era un joven de corta edad, se orientará hacia el anarcosindicalismo, mientras que en el resto de España, el socialismo será la fuerza política que aglutinará las reivindicaciones de esta nueva clase social. De la mano de la Primera Internacional, el anarcosindicalismo se convertirá en un movimiento hegemónico hasta 1939. Como es bien sabido, en 1910 y 1911, se fundó en Cataluña la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), sindicato que dirigirá de forma preeminente –no exclusiva, pero sí preeminente– el movimiento obrero del país. Es también en el periodo al que nos referimos cuando se celebró por primera vez en España la fiesta reivindicativa del Primero de Mayo, concretamente en el año 1870.

A finales del siglo XIX, la sociedad catalana experimentará varios episodios terroristas que la marcarán profundamente, como las bombas del Teatro del Liceo en el año 1893. Las consecuencias más inmediatas fueron la ejecución en Montjuïc de tres trabajadores y una actuación represiva muy dura sobre el movimiento obrero en general. En este sentido, la competencia a muerte entre las organizaciones obreras y la patronal darían lugar, entre 1920 y 1923, al fenómeno del pistolerismo, potenciado tanto por la patronal como por los propios obreros. Las acciones violentas se sucedieron, dando lugar a episodios sangrientos muy espectaculares. Piensen que, entre 1920 y 1922, se produjeron en Cataluña más de 800 atentados, 440 contra obreros y 218 contra empresarios, datos que ponen de manifiesto la efervescencia a la que dio lugar el movimiento obrero en el país.

Durante este período (1850-1930) aparece otro fenómeno de una importancia capital: el catalanismo. Los orígenes del catalanismo se hallan en el movimiento cultural de la Renaixença (“Renacimiento”), que apareció en Cataluña en los años treinta del siglo XIX. Este movimiento tenía como principal objetivo recuperar el derecho al uso de la lengua, de las instituciones, de la cultura y de la literatura catalanas que habían ido quedado postergadas en los siglos anteriores. La Renaixença como movimiento cultural inspirador de programas de tipo político, constituye también uno de los grandes acontecimientos culturales que animaron la segunda mitad del siglo XIX, junto con el Modernismo y el Noucentisme que expresaron, sucesivamente y con tipologías culturales distintas, la voluntad de modernización, de europeización, de la sociedad catalana. Supongo que sobre ellos se hablará más explícitamente en conferencias posteriores. Estos movimientos artístico-culturales fueron promocionados por la nueva burguesía nacida de la revolución industrial, por una burguesía dinámica que apoyará instituciones cuyo fin sea el renacimiento tanto de la lengua como de la cultura catalana.

Desde el punto de vista estrictamente político, posiblemente lo más novedoso del período que tratamos es la crisis que, a partir de la derrota de 1898, marca las consciencias y la forma de actuar de una burguesía que había puesto sus esperanzas en los partidos dinásticos durante la Restauración. Tras la pérdida de las colonias en 1898, la burguesía catalana, que había apoyado la política española de mantenimiento de las colonias, se siente profundamente desengañada, traicionada frente a los partidos de turno dinástico. A partir de este momento se inicia un proceso capital para la historia contemporánea del país. Surgen organizaciones que ya no estarán vinculadas a estos partidos, sino que tendrán vida propia. En 1901 se funda la Lliga, el partido de Francesc Cambó y de Enric Prat de la Riba, una fuerza política de carácter conservador que, una vez se presente a las elecciones, conllevará la práctica desaparición de los partidos de turno dinástico de la Restauración en Cataluña. La Lliga apoyó formas moderadas de autonomía para Cataluña y potenció el movimiento catalanista que la Renaixença había iniciado.

Con el fin de frenar a la corriente conservadora catalanista, floreció en Cataluña el republicanismo de Alejandro Lerroux que tenía por objeto, a través de una política demagógica de atracción de uno de los sectores más importantes de aquel proletariado al que antes me he referido, frenar las aspiraciones autonomistas de algunos sectores de la burguesía catalana, y buscar una salida menos radical al movimiento obrero de inspiración anarcosindicalista. El republicanismo lerrouxista y la Lliga Regionalista se disputarán de alguna forma la supremacía política en Cataluña durante el primer tercio de siglo. Por otra parte, no debemos olvidar a algunas organizaciones heredadas del republicanismo federal, nacido o potenciado tras la Revolución de Septiembre de 1868 y la proclamación de la Primera República, a través de la fundación de la Unión Federal Nacionalista Republicana, que ocuparan un papel, aunque minoritario, en el panorama político catalán. Será esta burguesía catalanista la que planteara en diversas ocasiones arduos debates en las Cortes españolas con el fin de conseguir un Estatuto de Autonomía para Cataluña, lo que no se conseguirá, como ya saben, hasta la proclamación de la Segunda República.

Algunos miembros destacados de la burguesía catalana tratarán de incidir en la vida política española. Uno de las figuras más destacadas será Francesc Cambó, ministro en el Gobierno de Antonio Maura en 1918 y en el de 1921. La Lliga tratará de colaborar con sectores de la oligarquía central del país, lo que dará lugar a escisiones dentro del partido hacia formas de catalanismo más progresistas o de izquierdas. En 1922, cuatro años antes de la muerte de Gaudí, este proceso culminará con la aparición de Acció Catalana (Acción Catalana) o el propio Estat Català (Estado Catalán), partido de signo marcadamente independentista liderado por Francesc Macià, el que sería unos cuantos años más tarde, el primer presidente de la Generalitat Republicana (1931-1933).

El golpe de estado del general Primo de Rivera el 13 de septiembre de 1923, iniciado en la Capitanía General de Cataluña, contó con el apoyo de la burguesía catalana quien veía en el general el medio más eficaz para el restablecimiento del orden. Bajo la Dictadura de Primo de Rivera se disolvió la CNT y desapareció el doble terrorismo, pero también la Mancomunidad de Cataluña. La Mancomunidad, constituida en 1914, fue la suma, la coordinación de acciones de las Cuatro Diputaciones catalanas bajo el liderato de Enric Prat de la Riba. Fue el primer ente político inicialmente administrativo, que adquiere un valor, un gran simbolismo, como la gran realización de la burguesía que apoyó más tarde a Primo de Rivera y que verá como el propio Directorio suprime su logro y reprime todo movimiento catalanista impulsado por ella. La Mancomunidad fue un ente administrativo-político que realizó por primera vez en la historia contemporánea de Cataluña una política general para el país en determinados aspectos como la enseñanza, las carreteras, la red telefónica y acciones agrarias, entre otras.

En definitiva, la historia de Cataluña durante la vida de Gaudí estuvo marcada por importantes acontecimientos. La industrialización, la aparición de dos grupos sociales nuevos (burguesía y proletariado), el renacimiento literario, el resurgir político que luchará por la autonomía del país, y la aparición de fenómenos culturales renovadores y modernizadores como el modernismo y el noucentisme. Gaudí vivió en esa Cataluña efervescente, en el marco de una España en la que se operarían importantes y decisivos cambios.

 

MARC FERRÁN VICENÇ

Coordinador de la Exposición Gaudí – Reus

Ponente

Antoni Gaudí i Cornet nació en Reus el año 1852 y murió en Barcelona el 1926. Como es conocido, pasó la mayor parte de su vida en la Ciudad Condal, donde se trasladó para cursar los estudios de arquitectura. Aunque Gaudí sea, sin lugar a dudas, un arquitecto barcelonés, también es cierto que la ciudad de Reus fue el marco donde transcurrieron sus años de formación (la infancia, la adolescencia y la juventud). Así pues, mi exposición consistirá en esbozarles una panorámica de la ciudad que le vio nacer y en la cual se formó entre los años 1852 y 1869, cuando se trasladó a Barcelona.

En 1852, Reus era, y lo seguiría siendo durante medio siglo, la segunda ciudad de Cataluña, sobretodo por su peso demográfico, pero también por su actividad económica. Durante este periodo era la capital comercial de una amplia zona que sobrepasaba los límites de la actual provincia de Tarragona llegando hasta el Bajo Aragón. Reus era, pues, una ciudad activa económica, política, social y culturalmente.

La industria textil era el motor  económico de la ciudad. Durante este periodo fueron creadas las dos industrias más importantes del ramo, el Vapor Nou y el Vapor Vell. Esta industrialización, por una parte, consolidará a una burguesía que tendrá un papel básico en la configuración del Reus contemporáneo. Pero, por otra, será una de las causas de la decadencia de las industrias artesanales y consecuentemente implicará la proletarización de muchos de los antiguos menestrales.

La importancia de esta industria queda reflejada en la cantidad de obreros que directa e indirectamente trabajaban para ella, más de 2.000 sobre una población de unos 25.000 habitantes. Sin duda alguna, la importancia social de esta industria era muy superior a otras actividades económicas, como la comercial. Por este motivo, la ciudad era especialmente sensible a los periodos de crisis de esta industria, no en vano la precaria economía de muchas familias de la ciudad dependía de ella. A causa de ello, las fábricas eran los focos de los principales conflictos sociales de la ciudad. Sin duda alguna, la imagen de la recua de trabajadores ­­­­­–la mayoría mujeres–, que cada mañana se dirigían a sus respectivas fábricas, no podía pasar desapercibida para un niño sensible como Gaudí, como tampoco podía desconocer las tensiones sociales entre los patronos y los obreros –muchos de los cuales eran vecinos suyos o padres y madres de sus compañeros de juego-.

Por otra parte, el aprecio y el conocimiento de Gaudí por los oficios artesanales se debe, en parte, a que la mayoría de oficios de la ciudad trabajaban en la calle convirtiéndola, así, en una prolongación del mismo taller. Es decir, Gaudí creció con el contacto diario del trabajo artesanal –su familia tenía una larga tradición en el oficio de calderero– que, ya como arquitecto, supo aplicar de manera tan genial en una arquitectura llena de modernidad.

Si hablamos de Gaudí y su familia, hay ciertos aspectos que, ligados a las transformaciones económicas que trastornaron la ciudad, hoy por hoy no tienen respuesta: ¿Como afectó a la familia Gaudí, caldereros de oficio, la crisis de los oficios tradicionales producida por la industrialización? Dicho de una manera más directa: ¿Los Gaudí, estaban entre los que quedaron atrapados en el caos que  desclasó a la baja a tanta gente de su estamento, o formaron parte de los que supieron resituarse en las nuevas coordenadas? Estas son algunas preguntas que los centenares de estudios realizados hasta hoy sobre Gaudí no se han planteado o no han sabido hallar la respuesta.

El Reus que vio nacer a Gaudí y que él conocería hasta su marcha a Barcelona era una ciudad política y socialmente muy activa. Aunque al generalizar nos arriesguemos a ser simplistas, podemos afirmar que Reus era una ciudad con un marcado tono progresista, eso sí, con todos los matices que haga falta dar a la palabra.

Estos primeros años de la segunda mitad del siglo XIX son convulsos para la ciudad. Así en 1854, cuando Gaudí tenía sólo dos años, tuvo lugar el pronunciamiento de O’Donnell en Vicálvaro, que en Reus obtuvo un amplio respaldo, sobre todo de los sectores populares. A partir de 1862 las campañas electorales fueron de una gran virulencia. Los mítines se multiplicaron con una importante asistencia de público y polémicas que llegaron a la prensa de Madrid. El renacer de la vida política se tradujo en la fundación el marzo de 1865 de una Tertulia Progresista y, en el mes de octubre,  del Comité Democrático, mientras se multiplicaban las reuniones clandestinas de los que conspiraban para destronar a Isabel II.

Pero el hecho político y social más importante que conoció Gaudí con plena capacidad de discernimiento, fue la Revolución de Septiembre de 1868. ¿Cómo la vivió Gaudí? Podemos creer que con simpatía. Aunque no hay documentos en los que queden reflejadas las inquietudes del joven Gaudí, la estrecha amistad con Eduard Toda, sobrino y ahijado de Josep Güell i Mercader –el máximo representante del republicanismo local y que fuera secretario de Castelar–, nos permite creer, teniendo en cuenta la polarización ideológica del momento, que si bien no era afín a las inquietudes del amigo tampoco no estaba en su contra. Por otra parte su colaboración con Toda en la redacción de la revista satírica manuscrita El Arlequín, de un tono marcadamente antimonárquico y anticlerical, es todo un síntoma.

Durante la revolución de 1868 en Reus, la prudencia de los conspiradores, escarmentados por los fracasos anteriores, presidió la reacción delante de la revuelta iniciada en Cádiz el 19 de septiembre de 1868. Esta prudencia no impidió que el día 30,  el odio y el deseo de venganza acumulados a lo largo de los años contra el enemigo ideológico y de clase encontrara la oportunidad de estallar aprovechando la crisis política. Los asaltos y la quema de muebles se repitió en las casas de una decena de comerciantes importantes y empresarios cercanos ideológicamente con los últimos gobiernos isabelinos. El momento fue trágico con el asesinato de tres hermanos y un mayordomo de un fabricante. Desde un primer momento fue evidente, por parte de las clases dirigentes (la burguesía comercial e industrial de la ciudad), su voluntad de garantizar la propiedad privada, o dicho de otra forma, se trataba de una revolución política con un acentuado laicismo, no de una revolución social. A partir del 2 de octubre de 1868 la Junta Revolucionaria provisional desarrolló una actividad frenética. La síntesis de su pensamiento se encuentra en el programa, mucho más ideológico que de actuación concreta, que constituye posiblemente la propuesta más avanzada de todas las formuladas en el Estado. Estaba estructurada en dieciséis puntos y reivindicaba entre otros: la soberanía popular, el sufragio universal masculino, las libertades de prensa, de enseñanza, de culto, de comercio, de crédito, de reunión y asociación, la abolición de la pena de muerte, de los monopolios estatales, de los consumos, la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia, reclamaba la contribución única y la descentralización única. A pesar del maximalismo de los planteamientos, las propuestas se limitaban a reconocer las libertades formales, planteadas en el tono más radical, pero ignoraban cualquier iniciativa que permitiese augurar una voluntad de cambio en las relaciones sociales o que pudiera favorecer una autentica transformación de la sociedad. No era el programa de una revolución social y popular, sino de una revolución política burguesa. Para compensar y dar a entender que se realizaba una actuación rupturista, la Junta impulsó propuestas laicas para desviar el odio al burgués hacia las instituciones y símbolos religiosos. Así, se acordó derribar el convento de las monjas carmelitas, y el 20 de octubre se decretó la posibilidad de celebrar matrimonios civiles. El 14 de noviembre fue inscrita la primera pareja. Fue el primer matrimonio civil de todo el estado.

La consolidación del régimen comportó la elección de la junta definitiva. Por primera vez todos los hombres de más de veinte años pudieron ejercer el voto directo y secreto. En esta y en todas las elecciones realizadas durante el Sexenio, la victoria de los republicanos fue absoluta. La euforia inicial impulsó la celebración muchos actos públicos que surgieron del deseo de afirmación y de mantener el prestigio revolucionario. Muchos partidos se constituyeron de manera abierta y empezaron a captar voluntades. Los republicanos, por ejemplo, realizaron una asamblea con unos 3000 asistentes, para escoger al comité local y proclamar la opción federal.

Por otra parte, el analfabetismo era una de las características de la sociedad de aquel momento y Reus no era una excepción. Una encuesta municipal de 1859, que parece referirse sólo a las escuelas privadas, daba como escolarizados a 385 niños, 139 niñas y 80 adultos, 604 en total, a los que había de sumar los 402 que en 1861 asistieron a las escuelas públicas. De acuerdo con estas cifras, sólo estaban escolarizados el 14,70% de los niños en edad de serlo. Gaudí era, pues, un privilegiado. Al no saber a ciencia cierta en que escuela asistió es imposible saber que es lo que aprendió, que manuales utilizó y en que lengua se impartían las clases. Respecto al último interrogante, todo hace pensar que en Reus, como en muchas otras poblaciones, incluida Barcelona, el catalán se mantuvo con fuerza en las escuelas primarias. No hay ninguna duda que el catalán fue la lengua de relación de Gaudí, porque lo era para la inmensa mayoría de la sociedad. Sólo como ejemplo,  en 1860 se podían leer en el Diario de Reus anuncios redactados como este, para hacerlos más comprensibles:  “dos mostradores vulgo taulells (…) y 6 jarros a. gerro”. La práctica constante de su lengua materna durante los años de formación de su personalidad ayudan a explicar, en parte, el porqué Gaudí hizo del hecho de hablar siempre en catalán una actitud militante, sin importarle quien fuera el interlocutor.

Ya para terminar, debo referirme a la burguesía local que, como ya he comentado anteriormente, tuvo un papel protagonista en la configuración del Reus contemporáneo.  De perfil mayoritariamente progresista, sus inquietudes no se limitaron a que la fábrica y el comercio tuvieran una línea ascendente –políticamente ya hemos visto su protagonismo en los convulsos años de la segunda mitad del siglo xix-,  sino que encontraron en la cultura y en el mecenazgo un modo de satisfacer  unas inquietudes más allá de sus negocios terrenales.  De aquí surge el “boom” constructivo de finales del siglo xix, que siguió la estética del Modernismo. Por primera vez arquitectos de prestigio nacional como Lluís Domènch i Montaner y Joan Rubió i Bellver trabajan en la ciudad. En esta lista, paradójicamente, no aparecerá el nombre de uno de sus hijos más ilustres, Antoni Gaudí. Aunque esta ya es otra historia.

 

Coloquio

PABLO ALCALÁ – ZAMORA

Arquitecto

En primer lugar, tengo que decir que acudiré a todas estas mesas redondas porque me parecen muy interesantes. En esta mesa redonda sobre el Gaudí hombre y tras las exposiciones que se han hecho sobre su época histórica y sobre Gaudí en Reus, veo que Gaudí es más conocido como hombre y su obra está ahí, creo que es una obra insigne en la que hay su cara y su cruz. Su cara es que es una arquitectura brillantísima y de un genio. Su cruz es, auizá, que no crea escuela. Creo que la Sagrada Familia está provocando, quizás de una manera forzada, la continuidad de una obra irrepetible. La pregunta concreta es que, sabiendo tan poco -por lo menos yo- de la vida de Gaudí, ¿cuáles son los condicionantes que hacen que quiera provocarse el nombramiento como santo de Gaudí?.

 

MARC FERRÁN VICENÇ

Ponente

Los motivos que llevan a la gente a querer hacer santo a Gaudí, los desconozco. Lo que sí sé es que Gaudí, sobre todo en su última etapa, tiene una religiosidad importante. Se dice, tampoco es seguro, que en su juventud fue anticlerical, que se colocaba a la entrada de las iglesias insultando a la gente que iba a misa y luego pasa a una religiosidad yo diría que extrema. Yo dudo que Gaudí, si estuviera vivo, estaría contento de que lo intentaran hacer santo. No lo veo ligado a su personalidad. Evidentemente, su religiosidad final es evidente pero de ahí a hacerlo santo creo que hay un abismo.

 

JAIME SOBREQUÉS I CALLICÓ

Ponente

En todo caso, yo le recomiendo que, si usted puede, vaya el día 16 de Abril, a las siete y media, al Centro Cultural del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, donde va a tener lugar una conferencia sobre Gaudí arquitecto de Joan Bassegoda, y supongo que él, como apóstol del maestro, le podrá dar a usted los motivos profundos que le inducen, a él y a pocos más, a tratar de llevar a Gaudí a los altares. Joan Bassegoda le va a documentar a usted puntualmente los motivos que le mueven a promover esta beatificación.

 

CARMEN GUIRADO

Real Academia de Doctores

En primer lugar, pido perdón por haber llegado tarde. Felicito al Sr. Buqueras, a esa Fundación, por todo lo que lleva hecho tan magníficamente y por resaltar la figura de Gaudí hoy. Yo tuve contacto con Gaudí de una manera muy particular. Yo estaba haciendo mi tesis doctoral en Filosofía y Letras y mi director de tesis era Lázaro Unceta Goicoechea. Lázaro me dijo que por qué como figura doctoral no elegíamos una figura española y que hiciéramos un estudio psicológico del mismo. Ya que yo había vivido en Barcelona, propuse a Gaudí ya que me había impresionado mucho su arquitectura. Entre lo poco que conseguí para este estudio, se veía en su psicología aspectos como su interiorismo, su mirada de persona que va mirando por el mundo todo y, por la misura de la frente, se da el diagnóstico de una criatura superdotada. Pero, sobre todo, en su manera de actuar y en su manera de ser, lo que ha hecho ha sido su finura para captar cosas imperceptibles por otros; su finura psicológica y su fantasía. Quizá su vida fue un poco enjaulada y su proyección estuvo un poco acordonada por el ambiente, por su educación. Por todo ello, la conclusión de este estudio fue que sería muy difícil que Gaudí crease escuela.

 

LEONARDO JIMÉNEZ

Aparejador y Profesor Instituto Formación Profesional

Me declaro gran admirador de la figura de Gaudí. Sólo preguntar dos cosas. Una es para el Catedrático, Sr. García de Cortázar, ya que él decía que había una contradicción en esa estética innovadora de la fachada de la Sagrada Familia que la hacía muy incomprensible a la gente de su tiempo en relación a otros estilos de la época en otras catedrales e iglesias. Yo, por lo que he leído, tal y como se inició la fachada, precisamente el templo era enormemente catequético ya que, simplemente viendo el templo, se daba una clase auténtica de Catecismo y creo que, por ello, sí que llevaba a la Iglesia a la gente más humilde ya que ésta estaba viendo. Así pues, pienso que Gaudí trató de llevar maravillosamente la enseñanza de la religión a los más humildes. La otra cuestión es para D. Marc Ferrán, agradeciendo mucho a los ponentes de habla catalana de la mesa porque están traduciendo de su propia lengua y comprendo este esfuerzo tan tremendo que tienen que hacer para hablarnos en castellano, y es para comentar que Gaudí había estudiado en el Colegio de los Escolapios de Reus. Sobre todo, quería agradecer y mucho el bagaje histórico que nos han dado de la figura de Gaudí en su tiempo a los ponentes. Muchas gracias.

MARC FERRÁN VICENÇ

Ponente

Es cierto, Gaudí estudió en los Escolapios pero cuando estudió el Bachillerato. En la edad primaria de escolarización no se sabe exactamente en cuál de las escuelas que había en la ciudad él estudió. En todo caso, el Bachillerato sí porque era el único Bachillerato que había en la ciudad.

 

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Independiente

Simplemente, agradecerles a ustedes su presencia; agradecer muy especialmente a los tres magníficos ponentes y al moderador que nos han permitido acercarnos a Gaudí y su época. Por otra parte, tanto al Sr. Alcalá – Zamora como al Sr. Jiménez, decirles que las contestaciones a las preguntas que ustedes han planteado podrán darse el próximo día 10 de abril en el Ateneo de Madrid, donde tres biógrafos importantes de Gaudí nos van a aproximar a este personaje que para muchos es francamente desconocido e incluso para sus mismos biógrafos. También, para la Dra. Guirado nuestra gratitud por este estudio que nos ha indicado que ella realizó hace algunos años y, por otra parte, también por ese planteamiento creo que novedoso de la figura de Gaudí. Muchas gracias a todos ustedes por su presencia y hasta el próximo día 10 que espero que nos veamos.

 

 

«GAUDÍ, SU BIOGRAFÍA»

10 de Abril de 2002

Ateneo de Madrid

 

JOSÉ LUIS ABELLÁN

Presidente del Ateneo de Madrid

Como Presidente del Ateneo, me complace tener la oportunidad para mí muy satisfactoria de recibir a la Fundación Independiente y a mi viejo amigo y compañero de muchas batallas que hemos tenido juntos, D. Ignacio Buqueras. Es para mi una gran satisfacción poderles recibir a todos ustedes en este año del Aniversario de Gaudí, del gran arquitecto catalán que es un orgullo para los catalanes y para todos los españoles que hemos admirado su obra. Cada vez que voy a Barcelona, no visito solamente la Sagrada Familia -que ya la he visitado muchas veces- sino también, por ejemplo, me gusta pasearme por el Parque Güell que es una de las delicias barcelonesas más importantes. Con el fin de darle un cierto protocolo al acto, he escrito unas palabras muy breves porque no quiero quitarles tiempo a los verdaderos protagonistas de este acto. Son unas brevísimas palabras de homenaje para abrir con el debido protocolo un acto tan importante.

El Ateneo de Madrid se honra en prestar su sede para la celebración de este acto. Y ello por un doble motivo. El primero de ellos, porque honrando al artista el Ateneo se honra a sí mismo. Gaudí es uno de los grandes artistas del siglo XX, y no olvidemos que el Ateneo lleva precisamente el nombre de Artístico junto al de Científico y Literario. El arte y sus múltiples manifestaciones ha sido una de las señas de identidad de la docta casa, pero además, da la casualidad de que Gaudí ha sido uno de los exponentes más avanzados de la vanguardia en el campo de la arquitectura, mientras que el Ateneo ha estado también siempre muy ligado a las vanguardias. Aquí estuvo Picasso a principios del siglo XX y aquí han expuesto en nuestra Galería algunos de los representantes más característicos de la vanguardia española. El Modernismo, tan señalado en la decoración del Salón de Actos, así como de las otras estancias de nuestro edificio, constituyen el ambiente en el que se han desarrollado los debates y las tertulias que tan famoso han hecho a la “Cacharrería”. Aquí debatieron Unamuno, Valle-Inclán, Ramón y Cajal, Manuel Azaña, y tantos otros ilustres espíritus que han pasado las páginas más brillantes de nuestra historia literaria.

Pero, además, se da la circunstancia -y éste es otro motivo de nuestro orgullo- que Gaudí es catalán. Y el liberal espíritu de nuestra tradición, abierto a todas las regiones y latitudes del solar hispano, han hecho del Ateneo de Madrid un «rompeolas de todas las españas», como dijo Antonio Machado de la capital. Aquí tuvieron, en gran parte, su hogar catalanes ilustres como Laureano Figuerola, Francisco Pi y Margall o Eugenio D´Ors; por eso, no puede extrañar que acojamos con todo cariño este acto de homenaje al gran arquitecto catalán, que también dejó señas de su arte, en la arquitectura madrileña.

¡Honrándole, nos honramos! Muchas gracias.

 

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Independiente

Querido Presidente, D. José Luis Abellán, muchas gracias por habernos dado una vez más hospitalidad en este Ateneo que debemos recordar tiene una larga historia, fue fundado en 1835. El Presidente nos ha recordado algunas de las brillantes personas que han pasado por él, que han «discurseado», que han ofrecido sus conocimientos. Hoy, nos reunimos en esta prestigiosa entidad dentro del Año Internacional de Gaudí, como estamos haciendo en diferentes centros madrileños. Hace pocas fechas estábamos en el Centro Cultural de la Villa de Madrid; la próxima semana será en la Fundación Cultural COAM la que nos va a recibir; dentro de unos días será Blanquerna; posteriormente el Círculo de Bellas Artes y, finalmente, clausuraremos este Ciclo en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Para la Fundación Independiente, que tengo la satisfacción de presidir, este Ateneo siempre ha tenido una especial sensibilidad hacia nuestros planteamientos, hacia nuestras actividades. Bajo la presidencia de un inolvidable Presidente como fue D. José Prat, Senador, en el año 1993 -concretamente los días 12 y 13 de junio- celebramos nuestras primeras Jornadas sobre la Sociedad Civil. José Prat clausuró en el Salón de Actos aquellas Jornadas. Por otra parte, en el año 1997 -hace ahora cinco años- celebramos una de nuestras Asambleas Generales a las que acudieron numerosos miembros del Patronato de la Fundación.

No quiero restar ni un minuto más pero sí decirles dos cosas. Hoy tenemos tres ponentes de excepción, tres biógrafos muy importantes de Gaudí que nos van a aproximar al aspecto humano de este gran artista, de este genial arquitecto. Y tenemos también para moderarles a un hombre importante de los medios de comunicación, D. Enrique de Ybarra, Presidente de la Fundación del Grupo Correo-Prensa Española, Vicepresidente del Grupo Correo – Prensa Española. Por tanto, nuestra gratitud a los tres ponentes, al moderador y, gratitud también a todos ustedes que tienen la ocasión de participar en el debate que se pueda producir a continuación formulando las preguntas que deseen y que se van a grabar para ser publicadas posteriormente en un libro. A la salida hay unas hojas para que puedan dejar su firma de homenaje a la persona de Gaudí o expresar algún comentario. Muchas gracias a todos ustedes y bienvenidos.

ENRIQUE DE YBARRA

Presidente de la Fundación Grupo Correo

Moderador

Buenas tardes. Muchas gracias al Presidente del Ateneo ,viejo conocido, José Luis Abellán, y al Presidente de la Fundación Independiente, que es el «culpable», entre comillas, de esta maravilla de reunión. No me esperaba encontrar tanta gente y eso quiere decir que el Ateneo sigue teniendo esa vitalidad tan antigua. Darle también la bienvenida a todos los miembros de la mesa de los que vamos a aprender muchas cosas. Van a hablar doce minutos y, a continuación, daremos entrada a un debate entre ellos mismos y al público, al acabar este tramo, a sus preguntas. Realmente, es para mí un honor que, sin ser un experto en la materia, hayan contado conmigo para moderar -lo haré lo mejor que pueda- esta mesa sobre la faceta de la biografía de Gaudí que, como ha dicho Buqueras, cumple ahora 150 años de su nacimiento.

Tenemos aquí a Ana Mª Férrin que iniciará su intervención y que hará un recorrido sobre la biografía del personaje; Carmen Güell que hablará, entre otras cosas, del mecenazgo y de la relación de su familia con Gaudí y, finalmente, José Mª Tarragona que se fijará especialmente en el aspecto humano del arquitecto.

Ana Mª Ferrín nació en Madrid pero reside en Barcelona desde niña creciendo en el Barrio Gótico. Ha publicado artículos y reportajes en El Mundo, El Norte de Castilla, Diario 16, etc. Ha publicado distintos libros: Gaudí, de piedra a fuego o Gaudí, la huella del genio y ha ofrecido muchas conferencias sobre distintos aspectos del personaje que nos ocupa hoy.

Carmen Güell es Licenciada en Historia del Arte y Antropología. Ha publicado un libro muy interesante como es Gaudí y el Conde Güell. El artista y el mecenas. También ha dado conferencias, ha publicado cuentos de niños y ha colaborado en revistas.

Por último, Josep Mª Tarragona es Ingeniero Industrial y Periodista por la Autónoma de Barcelona y ha publicado muchos artículos sobre Gaudí. En el año 92 realizó un amplio estudio biográfico sobre el genio catalán, propiciado por la Asociación para la Beatificación de Antonio Gaudí. Publicó en el 99 Gaudí, biografía del artista, la primera biografía de Gaudí que enfoca su figura desde una perspectiva global, más allá del estudio de sus obras. En 2001 publicó Gaudí, un artista genial, una biografía del arquitecto especialmente diseñada para jóvenes y que ha sido publicada en distintas lenguas. En 2002 ha realizado el guión de la web oficial de la Asociación pro – beatificación de Antonio Gaudí. Actualmente está realizando una investigación exhaustiva sobre cómo la prensa de su época reflejó la persona y las obras de Gaudí. Ello le ha permitido descubrir la última obra conocida del arquitecto y que es la decoración de la sala para los juegos florales de Barcelona de 1907. También ha descubierto una carta autógrafa de Gaudí, del que sólo se conservan catorce.

La figura de Antonio Gaudí (1852 – 1926) es internacionalmente conocida por su obra arquitectónica pero su biografía no es tan conocida. Hay aspectos de su vida como su carácter y su religiosidad que están siendo ahora estudiados. Queremos saber más sobre su sensibilidad, su carácter hablador, su interés por la clase obrera en la juventud o su religiosidad en su madurez. John Steiner -Premio Príncipe de Asturias y uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo- ha subrayado en sus libros Presencias reales y El castillo de Barbazul que el impulso de la voluntad que engendra arte tiene sus raíces en una aspiración a la trascendencia, en una apuesta a trascender. Sostiene el profesor de Cambridge que ese deseo de perdurar se está perdiendo en los últimos tiempos porque los jóvenes ya no creen del todo en la gloria del acto creativo, a la que consideran sospechosa. Y entonces, se pregunta: «¿puede una cultura ser vital sin una lógica de relación entre la divinidad activa en el espíritu y la sed de una gloria que crecería a través de los siglos?». Y añade: «es, precisamente, esa lógica con su interferencia de perdurabilidad en virtud de la creación artística e intelectual lo que yo considero religioso». Traigo a colación este comentario de Steiner porque pienso que la religiosidad de Gaudí, al margen de su catolicidad, viene a confirmar la tesis del profesor de una manera rotunda. Sin embargo, quedo a la espera de lo que digan aquí los ponentes. Traía más pensamientos escritos pero como por razones del tráfico de Madrid se ha hecho un poco tarde, creo que ya puedo dar la palabra a la primera ponente para que comience su intervención.

 

ANA Mª FÉRRIN

Biógrafa de Gaudí

Ponente

Antes de nada muchas gracias por acompañarnos en este homenaje a Antonio Gaudí y porque sé que hoy nos ha reunido la admiración por un artista que nos ha impactado a todos con esas creaciones que atraen nuestra mirada. No existe nadie que pase por delante de una obra de Gaudí las veces que sean y no busque contemplar una vez más esa silueta que nos atrae. Esto me hace pensar que sobre ese tema podría elaborarse toda una “teoría del tacto”, quizás porque la arquitectura es de todas las artes la única que nos permite poseerla de la manera más completa, nos permite introducirnos en ella.

Esa sensación, ese querer ir más allá, lo experimenté desde muy niña al empezar a conocer la arquitectura de Gaudí. Yo soy nacida en Madrid pero  he crecido en el barrio antiguo de Barcelona y esa ciudad, con todos sus avatares, ha sabido resguardar las señas de identidad arquitectónica necesarias para que hoy podamos seguir su historia a través de sus edificios y sus calles. En pocos metros puedes pasar de una parte romana a otra judía, de ésta a románica, a gótica o modernista. Y por encima de todo,  Gaudí, del que muy pronto vi que tenía algo desconocido en otros creadores, un pálpito muy especial, sus edificios respiraban sensualidad, originalidad, respiraban vida. Con los años he comprobado que gentes de todas las procedencias sentían ese mismo latido.

¿Cual era el secreto? Pues el de todos los genios. Gaudí no proyectaba, Gaudí tenía en su cabeza los edificios terminados, y así los trasladaba a las maquetas, completos, sería más tarde cuando haría los cálculos que le permitieran construirlos. Gaudí poseía una intuición primitiva y en su sentido más noble, animal, el mismo instinto que le dicta a la golondrina el buche exacto de barro que llevará en su pico y la herencia inmemorial que le dirige cómo construir el nido que colgará bajo un balcón, perfectamente adherido, sin desprenderse haga el viento que haga. Ninguno de esos animales ha necesitado leer Entretiens sur l’Architecture de Viollet-le-Duc  para hacer esa exquisita obra. Del mismo modo, Gaudí llevaba en la sangre bastantes generaciones de antepasados caldereros, artesanos que sabían envolver el espacio, creando volúmenes, y por ello su sabiduría también era genética.

Tomando como base al hombre, empecé la aventura de escribir mis libros sobre Gaudí. He pasado mas de 15 años investigando su  vida, incluyendo el encuentro con una serie de personajes que resultaron decisivos para su obra, empezando con su relación truncada con una mujer espléndida, Pepeta Moreu, que es la única que se sepa a la que Gaudí pidió en matrimonio. Una mujer bella, avanzada a su época, con el suficiente desparpajo para ponerse un traje de baño y nadar en las playas del Mataró de finales del siglo XIX; una mujer que hablaba francés, culta, que asistía a tertulias literarias y políticas, con criterio, y que no se casó con Gaudí pero sí con otros tres hombres y tuvo cinco hijos. El capítulo que cuenta su fascinante historia es uno de los que más me han hecho disfrutar y nos lleva a pensar que quizás fue providencial su rechazo, porque de haber tenido detrás una familia a la que mantener, de haberse unido a una mujer de tanto carácter, quizás Gaudí no se hubiera dedicado cuarenta años a trabajar sin cobrar en la construcción de la Sagrada Familia.

Por otra parte, su encuentro con el librero e impresor Josep Mª Bocabella, creyendo en Gaudí, recogiendo limosnas que guardaba bajo el mostrador de su librería y batallando para que el arquitecto pudiera levantar aquel templo que ya en el siglo XIX estaba fuera de toda lógica por sus dimensiones, resultó vital. Providencial fue asimismo su amistad con el poeta Joan Maragall, volcado en ayudarle a recaudar fondos desde los incendiarios y patrióticos artículos que publicaba en las páginas de El Diario de Barcelona, siempre apoyándolo. Y por encima de todos, Eusebio Güell, con los caudales, la finura de espíritu y la visión artística suficiente para permitirle abrir nuevos caminos y experimentar, experimentar, no olvidemos que Gaudí siempre afirmó que nunca se hubiera atrevido a realizar las innovaciones que suponía la Sagrada Familia sin la experiencia adquirida en la Cripta Güell en el pueblo de Santa Coloma de Cervelló, experimentación financiada por don Eusebio.    

Hasta 17 obras capitales levantó Gaudí en Barcelona, León, Astorga, Comillas, sin olvidar la restauración/recreación de la Catedral de Mallorca, unas obras que han quedado como Patrimonio de la Humanidad. Las iba construyendo mientas Barcelona bullía y España cambiaba su historia, desgajándose, perdiendo colonias, intentando reinventarse de nuevo y aclimatarse a los nuevos tiempos.  La historia de Gaudí es en cierta medida la historia de todos nosotros y nuestra identidad, significa la cultura del esfuerzo, la de la libertad creativa que sigue adelante aunque para ello haya de prescindirse de todo lo superfluo. Ese fue su verdadera herencia, mucho más importante que las 2.300 pesetas que dejó a su muerte para que la Sagrada Familia siguiera construyéndose, y que por cierto era todo su capital, fruto de los honorarios recibidos por sus primeras  obras.

Por otra parte, Gaudí tuvo una única relación con la Administración Central, que le fue tan mal como las que tuvo con las entidades barcelonesas civiles y eclesiásticas, pero aquí en Madrid vivió el añadido de ser machacado en su contencioso con las autoridades de la  Academia de Bellas Artes de San Fernando, durante la construcción del Palacio Episcopal de Astorga. Ese es un largo capítulo y ahí se juntaron una serie de circunstancias adversas que quizá truncaron su expansión al exterior, el Obispo Grau quería lo mejor para su diócesis, Astorga, y por ello fue a por el arquitecto que construía la Sagrada Familia (que además era de Reus, como él mismo), se saltó los pasos formales que seguramente hubiesen nombrado a un técnico diocesano, designándolo a dedo. Aun siendo Gaudí ajeno a esa decisión y lo mucho que se esforzó por que se respetara su trabajo, encontró un cúmulo de contratiempos. De esa obra sólo cobró una pequeña parte y desde 1893 en que abandonó su construcción en el segundo piso, declaró repetidamente su rechazo a todo lo que fuera castellano, incluída su lengua,.. No debe extrañarnos y es humano. ¿Quién no ha visitado una ciudad, un país, lo han tratado mal y ha guardado de por vida un rechazo hacia ese lugar?  A partir de entonces no consintió en hablar castellano, ni aunque lo visitase el rey Alfonso XIII.  Incluso lo encarcelaron por ello el 11 de septiembre de 1924 durante la Dictadura de Primo de Rivera.

Pero en este punto me gustaría añadir una reflexión que desmonta la fama de xenófobo que se le ha atribuído a Gaudí por parte de algunos autores. Sus problemas con lo castellano siempre fueron con las Administraciones, nunca con el pueblo. Baste recordar que Pío Gullón, un astorgano que en esa época era el Gobernador del Banco de España, lidió con miembros del Gobierno, autoridades de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, e incluso se entrevistó varias veces con la Reina Regente, Mª Cristina hasta lograr que se diera luz verde a los planos del Palacio Episcopal, algo que Gaudí nunca olvidó. O allí en la misma Astorga, su gran amistad con el contratista Policarpo Arias Ramírez, al que Gaudí ayudó escribiendo cartas a las autoridades eclesiásticas reclamando que se le pagaran los salarios de construcción adeudados. Sin olvidar al encargado de los albañiles, Alonso Luengo, que creyó en él y lo ayudó subidos los dos en el andamio, a conseguir con  sus propias manos encajar exactamente las piedras de los extraños arcos que por tres veces se habían caído. Algo que hoy, al ver la solidez vaporosa de esa magnífica entrada, parece increíble que sucediera.

En su recuerdo y en desagravio a lo mal que lo pasó aquel hombre en su única relación con Madrid, yo que soy madrileña y con el permiso de todos ustedes, les pido que nos dejemos deslizar, y nos coloquemos con la imaginación situándonos en un amanecer ante la Sagrada Familia leyéndoles un pequeño párrafo en catalán de mi libro Gaudí de piedra y fuego, que todos comprenderemos: “Apunta el día de cantó per la carena dels campanaris de la Sagrada Familia i un enlluernament daurat traspassa les seves oberturas convertin-les en fosforescens ulls de gat. Molt més que un barri, quasi un territori amb entitat propia dins el cor de Barcelona, el Temple, acaronat per les seves dues places es lleva dels somnis al mateix temps que els seus veïns. Obrers i comerciants, artistes i trinxeraires, arquitectes i viatjers. Tots els que respiren aquet alè s’han sentit tocats per l’Antoni Gaudí, l’empresari de somnis especialista en atraure amb la seva magia l’interés dels utòpics…”

Y para terminar, permítanme una confidencia cómplice sólo al alcance de los iniciados y los vecinos. Cuando visiten Barcelona y se acerquen a ver la Sagrada Familia, háganlo también de noche y crucen la Plaza Gaudí hacia el otro lado del  estanque, siéntense en uno de los bancos  ante la Fachada del Nacimiento cuando esté iluminada, y observen. Si se fijan bien verán un punto de luz que se mueve por entre los campanarios, y no lo duden, es el espíritu de Gaudí, que desde su obra inmortal alienta  los sueños de tantos hombres y mujeres en su particular lucha, animándolos a que no se den por vencidos, empujándolos a que sean capaces de llevar su ideal hasta el final… Así que amigos, si ven esa luz pueden estar seguros de que es el  auténtico Gaudí, que sigue trabajando…. Muchas Gracias.

 

CARMEN GÜELL

Historiadora y antropóloga

Ponente

Eusebio Güell, nacido en Barcelona el 15 de diciembre de 1846, era hijo de Juan Güell Ferrer, industrial e insigne economista, oriundo de Torredembarra –Tarragona-, y de Francisca Bacigalupi Dolcet, perteneciente a una culta, noble y acaudalada familia de banqueros y comerciantes genoveses establecidos en Barcelona desde hacía dos generaciones. Es interesante destacar la fuerza que sus raíces itálicas, de las que se sentía muy orgulloso, tuvieron en su trayectoria como mecenas.

Su infancia y juventud fueron muy distintas de las de su padre -el emigrante que viaja a Cuba movido por el deseo de hacer fortuna-. Se lo encontró todo hecho, pero se preparó a fondo hasta convertirse en unas de las figuras más populares y representativas de su tiempo. Conoció el mundo culto dentro del propio ambiente familiar y también gracias a una completa educación universitaria, cursando estudios de Derecho, Economía, Ciencias Sociales y Físico-Químicas en Barcelona, Francia e Inglaterra. El dominio del italiano, francés e inglés adquiridos durante la etapa estudiantil, le facilitó el acceso directo a otras culturas con el consiguiente aporte de ideas y experiencias. Su matrimonio con Isabel López Bru, hija de Antonio López y López, primer Marqués de Comillas, consolidó su posición económica y social dentro y fuera de Cataluña.

Fue una persona activa y sumamente comprometida con la sociedad de su tiempo. Intervino en la vida social, económica, política, industrial y sobre todo cultural y artística de Cataluña. Viajero empedernido, tuvo conocimiento de la existencia de Gaudí durante la Exposición Universal de París de 1878 para la que el entonces joven y desconocido arquitecto, por encargo de la Guantería Esteban Comella de Barcelona, había realizado una pequeña vitrina, cuya belleza y vanguardismo le atrajeron de inmediato.

Gaudí nacido el 25 de junio de 1852, hijo de Francisco Gaudí y de Antonia Cornet. La información que se dispone sobre su infancia es escasa e imprecisa. La primera duda afecta a su lugar de nacimiento: ¿Ruidoms o Reus? ¿El pueblo natal de su padre o el de su madre? Lo cierto es que su niñez transcurrió entre el taller de su padre que era calderero de profesión, en Reus, y Mas Calderera, la casa de campo que la familia de su madre tenía en Ruidoms. Pueblos de la provincia de Tarragona a 4 km. de distancia uno de otro.

La comprensión de la obra y de la personalidad de Gaudí pasa obligatoriamente por el mar Mediterráneo, por el Campo de Tarragona, normalmente luminoso y apacible aunque en ocasiones afectado por tempestades de poca duración pero de gran intensidad, que tienen su lógica repercusión en el carácter de las gentes de la zona, proclives a estallar en súbitos arrebatos de cólera, que, de todos modos, pasan enseguida. De este contraste surgió la manera de ser de Gaudí, que siempre hizo gala de su “mediterranismo”.

Tanto en el Colegio de los Escolapios de Reus, donde hizo el bachillerato, como en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, donde se formó como arquitecto, fue un estudiante mediocre, tirando a malo, con repetidos suspensos y aprobados justos. Su carácter rebelde e independiente y poco respetuoso con las normas establecidas le costaron más de un disgusto. Durante esta época y dado que la posición económica de su familia no era desahogada, se vio en la necesidad de buscar trabajo como delineante para costearse los estudios universitarios.

Poco a poco, dado su talento, y dominio del oficio, fue colaborando en proyectos de mayor envergadura. En aquellos momentos, el tema económico contaba mucho para él, deseoso como estaba de ser alguien dentro de la sociedad barcelonesa de su tiempo. De hecho, se movía en círculos burgueses en busca de dinero, relaciones e influencias aunque sin desatender su trabajo, por el que sentía verdadera vocación.

En 1878 obtuvo el título de Arquitecto y poco después conoció a Eusebio Güell. El encuentro, que se produjo en Barcelona, fue un impacto para ambos. Eusebio Güell no sólo fue su mecenas, también su descubridor. Le abrió las puertas de su casa de par en par, le presentó a su familia y a sus amigos y le proporcionó el apoyo económico y moral que necesitaba para triunfar. Introducido en un mundo tan distinto de su círculo familiar, Gaudí pudo codearse con los personajes más selectos e influyentes de su tiempo. Su relación, que no sólo cliente y arquitecto, pues sería tanto como devaluarla, fue muy intensa y estrecha e ininterrumpida hasta el fallecimiento de Güell, que era un poco mayor.

Eran radicalmente opuestos; ni sus orígenes, ni su educación, ni su cultura, ni su posición tenían nada que ver, pero se complementaban y se admiraban mutuamente. Entre ambos medió una verdadera comunicación, una auténtica compenetración como sólo suele darse entre seres de inquietudes estéticas similares. “Don Eusebio era un señor en toda la extensión de la palabra”, diría Gaudí de su mecenas cuando éste ya había muerto. Y puntualizaba: “Un señor es una persona de excelente educación y de excelente posición. Como en todo es excelente, no siente envidia, nadie le estorba y gusta que los de su alrededor muestren sus aptitudes”: La influencia que ejercería uno sobre otro fue notable. Gaudí desbordaba talento, energía y ganas de trabajar. A Eusebio Güell tampoco le faltaban capacidades.

Su relación profesional se inició con unos muebles que Eusebio Güell quería regalar a su suegro Antonio López, el cual había mandado hacer al arquitecto Juan Martorell un conjunto monumental formado por una capilla-panteón, un palacio y un seminario en Comillas –Cantabria-, su pueblo natal, a raíz de que el rey Alfonso XII le otorgara el título de Marqués de Comillas. Dichos muebles fueron destinados a la capilla-panteón y consistían en unos bancos y unos sitiales de terciopelo con reclinatorios a juego. A continuación, el propio marqués le encargó un kiosko para los jardines de su palacio, que fue realizado en Barcelona y trasladado en tren a Comillas. Estaba hecho de hierro, cristal tornasolado, bronce, azulejos de colores y madera. En torno a la cubierta, pendían una serie de campanillas de cristal, que al ser movidas por el viento, producían sugerentes sonidos. Era de plataforma poligonal, disponía de luz eléctrica y estaba lujosamente decorado. Esta pequeña gran obra, muestra de la arquitectura efímera característica del impulso edificador del momento, era una verdadera filigrana por el acopio de detalles y exquisiteces y parecía salida de un cuento de Las mil y una noches.

Maravillado por aquel alarde de modernidad, del que Gaudí había hecho gala en el Kiosko diseñado para el marqués, Máximo Díez de Quijano, amigo y contrapariente de aquel, le encargó al joven arquitecto la construcción del Capricho: una torre-atalaya cilíndrica, desde donde se divisa el mar Cantábrico. Las terracillas correspondientes al salón y al comedor, cuyas barandillas de hierro se convierten en banco; los sonidos musicales que emiten, al ser levantadas, las ventanas de guillotina del salón por estar provistas de una caja de música en su interior, las hojas de palmito; los pájaros de los capiteles del pórtico de entrada y los azulejos en relieve con representación de hojas verdes y flores de girasol que recubren parte de la fachada en clara referencia a la naturaleza, son algunas de las singularidades de este bello edificio que, como todas las obras de Gaudí tiene un carácter propio.

Los Pabellones de Pedralbes, el Palau Güell, en la calle Conde del Asalto, la Casa de Garraf, la Cripta de la colonia obrera de Santa Coloma de Cervelló y el proyecto urbanístico del Parque Güell son los edificios más emblemáticos fruto de esta relación en extremo singular, gracias a la cual Barcelona cuenta hoy con un legado arquitectónico admirado en todo el mundo.

Las obras que Gaudí realizó por encargo de Eusebio Güell en su finca de Pedralbes, que el poeta-sacerdote mosén Cinto Verdaguer, amigo y capellán de la familia, había bautizado con el nombre de Satalia, fueron de diversa índole, siendo la portería y la caballeriza, a ambos lados de la puerta principal, las  más importantes.

Estos pabellones, de tendencia extremo-oriental, flanquean una gran reja de hierro de una sola hoja que representa un dragón encadenado por ambos extremos con las fauces abiertas, puntiagudos dientes y lengua bífida. Da la impresión de un monstruo tratando de escapar de las cadenas que obstaculizan su libertad. El dragón era uno de los temas favoritos del lenguaje ornamental gaudiniano. Gran parte de esta finca fue donada en el año 1919 a la Casa Real en la que se construyó partiendo del edificio existente, el Palacio Real. Eusebio Güell pasaba largas temporadas en esta finca de recreo, heredada de su padre, rodeado por su familia y por sus amigos. Antonio López, mosén Cinto Verdaguer y Gaudí eran los visitantes más asiduos. La asociación entre estos hombres produjo la fusión entre amistad, arte, mecenazgo e influencia social más operativa que nunca antes había existido.

Por un lado, Jacinto Verdaguer elevó la lengua del pueblo a la categoría de las lenguas de la cultura europea y se elevó él mismo al rango de refundador del catalán moderno. Su protector, Antonio López, surgido de la Cantabria más pobre, amasó una de las mayores fortunas de la España del siglo XIX y la controló desde Barcelona creando múltiples empresas como La Transatlántica, El Banco Hispano Colonial, Tabacos de Filipinas o la Compañía de Ferrocarriles del Norte. Poco tiempo después de recibir el título de Marqués de Comillas, su protegido le dedicó el poema épico La Atlántida, que fue su consagración como poeta.

En torno a esta época, Gaudí obtuvo el título de arquitecto y conoció a Eusebio Güell, uno de los empresarios más representativos de la revolución industrial de Cataluña, así como el MECENAS más importante de su tiempo que siempre tuvo el buen criterio, llegada la hora del triunfo, de permanecer en un discreto segundo plano sin hacer alarde de la parte que a él personalmente le correspondía. MECENAS, para explicar la procedencia de este nombre, fue un patricio romano, protector de los poetas Horacio y Virgilio, que vivió en la época del emperador Augusto. ¿Pero qué es un mecenas? Es aquella persona que, generosa y desinteresadamente, ayuda a otras con posibilidades de futuro a hacer reales sus proyectos. El mecenazgo es un acto de confianza, un acto de coraje, de fe y de profundo interés por la cultura, no es sólo una cuestión económica. Eusebio Güell creía firmemente que la cultura nos hace mejores y ayuda a eliminar diferencias sociales. La intención era siempre conseguir que llegara al máximo número de personas. En su caso además, dejaba libertad a los escritores y artistas en quienes depositaba su confianza. El daba sus ideas, pero no las imponía, era competencia del artista el interpretarlas. Tal es su caso con Gaudí.

Durante los años inmediatamente anteriores a la Exposición Universal de 1888, mientras Barcelona vivía uno de los momentos más ricos de su trayectoria moderna, Eusebio Güell encargó a Gaudí el palacio de la calle Conde del Asalto (actualmente carrer Nou de la Rambla), conocido sobre todo como Palau Güell, el cual fue declarado por la UNESCO en 1984 Patrimonio de la Humanidad. El motivo de que decidiera construir un palacio en una calle ya entonces degradada, estrecha, sombría y sin atractivo, totalmente inapropiada para un edificio de estas características, en un momento en que Barcelona se expandía hacia el Ensanche, obedecía a razones sentimentales y prácticas a la vez, pues pretendía unirlo a través del patio de manzana a la casa que había heredado de su padre en la vecina Rambla de Capuchinos. Las obras se prolongaron hasta 1890 pero fue en 1888, fecha que aparece esculpida en la parte alta del hastial de la fachada, cuando se procedió a la inauguración para hacerla coincidir con la Exposición.

Comentarios varios, de signo no siempre positivo, dada la enorme expectación que el edificio causó en la ciudad, no se hicieron esperar. Incluso entre intelectuales y artistas que hubieran debido aceptarlo sin cortapisas, provocó incomprensiones y reticencias. Parece ser que como réplica a alguna crítica feroz, el arquitecto, que era todo un carácter, contestó: “A Don Eusebio Güell y a mí nos gusta”. Con el Palacio Güell empezó realmente la madurez de Gaudí como arquitecto. Era el primer edificio en que se revelaba a pleno rendimiento. Tenía 34 años cuando empezó a hacer los planos. Eusebio Güell le dejó claro que no le impondría restricciones presupuestarias. El resultado fueron unos materiales de primerísima calidad, la mejor piedra, el mejor hierro forjado, las mejores maderas… En todo el edificio no hay un solo elemento rutinario, desde la azotea, sobre la que emergen 18 chimeneas de distintas formas provistas de sus respectivos sombreretes, basadas en la geometría más pura, pasando por la cúpula del salón central de clara inspiración renacentista, hasta las celosías que cubren la tribuna de la fachada posterior para aislarlo de la mirada de los vecinos, todo hace alusión a una imaginación insaciable y perfeccionista.

Gaudí también intervino en la decoración. Diseñando algunos de los  muebles, los cuales aunque puedan parecer recargados y rimbombantes, son cómodos por estar concebidos anatómicamente y de acuerdo con su utilidad. Todas las obras de arte que Eusebio Güell había ido coleccionando a lo largo de su vida fueron a parar allí, dando lugar a una casa-museo. Allí se estrenó el poema sinfónico Garraf, dedicado a su propietario, obra del poeta Ramón Picó i Campanar y del compositor José García Robles. Eusebio Güell había comprado tiempo atrás una finca a orillas del Mediterráneo en las riscosas costas de Garraf, llamada Quadra de Garraf, entre Castelldefels y Sitges, al sur de Barcelona, donde Gaudí realizó una casa no sin antes formularle a su cliente, cuando aquel se la encargó, una curiosa pregunta: “¿Prefiere que le haga una casa sin techo o un techo sin casa?”. El resultado fue una construcción de bello perfil triangular hecha con piedra del lugar. Hay además un pabellón de portería con una puerta de hierro en forma de red de pesca, que sin ser importante, recuerda a la de los pabellones Güell de Pedralbes.

Entre 1901 y 1902, Gaudí se hizo cargo de la reforma de una casa, propiedad de Eusebio Güell, situada en la barcelonesa calle de Mendizábal, hoy Junta de Comerç, que debería ocupar Isabel, la mayor de sus hijas, con motivo de su boda. Esta, que era muy aficionada a la música, quiso colocar un gran piano de cola que había recibido como regalo, pero al no ser posible debido al abundante mobiliario, Gaudí, que también se había hecho cargo de la decoración, le dijo jocosamente: “Isabel, créame, toque el violín”. Tomando como base esta salida un tanto insolente, el poeta José Carner Puig-Oriol escribió un alelluya en tono de burla titulada “Auca d’resposta del Sr. Gaudí”, que fue muy celebrada en Barcelona.

En 1882, Güell decidió instalar una finca de su propiedad, situada en Santa Coloma de Cervelló, una colonia obrera conocida como Colonia Güell, a la que dotó de viviendas, servicios médicos, culturales y deportivos, así como de iglesia propia para los actos religiosos. Esta colonia, dedicada a la fabricación de panas y terciopelos, fue la primera para obreros textiles en España, y la maquinaria utilizada, pionera por su modernidad y calidad.

Eusebio Güell sostenía que la empresa no sólo era un bien de propiedad particular sino también un bien social, patrimonio de la economía nacional. No desdeñó nunca ayudar al progreso del país, como un deber cívico. La época que le tocó vivir estuvo marcada por los conflictos sociales pero habiendo sido preparado por su padre, desde muy joven, para ser el administrador y continuador de sus empresas, supo afrontarlos porque tenía talento y ganas de trabajar, energía y tacto para resolver problemas. Gracias a su conciencia social, creía factible poder reducir los conflictos de clases entre patronos y obreros a través de un control paternalista. De ahí procede su decisión de fundar una colonia autónoma.

Otra aportación importante por parte de Eusebio Güell al mundo industrial, fue la fundación en 1901 de la Compañía Asland, de la que fue propietario y presidente hasta su muerte, dedicada a al producción de cemento porland artificial, que introdujo en España, consciente de que sería decisivo para el futuro desarrollo del país. Al objeto de estudiar la tecnología más avanzada, había viajado a Estados Unidos para comprar un tipo de horno rotatorio más moderno, competitivo y seguro que el de tipo vertical existente en España.

Cuando ésta, debido al aumento de población quedó pequeña, el proyecto para una nueva, más grande, que nunca se llegó a edificar, le fue encargado a Gaudí. Este escogió como emplazamiento una pequeña colina poblada de pinos, que domina la fábrica y la colonia y proyectó una iglesia que, de haberse concluido hubiese sido una de sus más completas realizaciones. Imaginó una interpretación del Santo Sepulcro de Jerusalén, es decir, una iglesia inferior o cripta, donde estuviera el sepulcro de Cristo y una iglesia superior donde se figuraría el Calvario o Gólgota. La obra iniciada en 1908 se interrumpió en 1917, cuando solamente estaba la cripta construida. Gaudí lamentó profundamente no poder dar fin a su obra, que se abandonó principalmente por la muerte de Eusebio Güell. Para este proyecto, se sirvió de una ingeniosa maqueta tridimensional a base de cordeles y pequeños sacos de lona que contenían perdigones. Dicha maqueta, de cuatro metros de altura, consistía en un tablero de madera fijado al techo de un cobertizo anexo a la obra. En este tablero se había dibujado la planta de la iglesias, y de distintos puntos, que representaban pilares o cruces de muros, colgaban multitud de pequeñas cadenas, de las que a su vez, pendían los cordeles con centenares de bolsitas de perdigones. Fotografiando la maqueta, y dando la vuelta a la foto, se obtenía la fisonomía exterior e interior de esta obra maestra. Aunque no es subterránea, la cripta da la sensación de una espacio-cueva, común a otros interiores gaudinianos. Gaudí siempre se sintió atraído por los espacios oscuros y recónditos y el ambiente fresco y umbroso de las grutas y cuevas. Según el proyecto ideado por Gaudí para la iglesia, que nunca llegó a construirse, ésta debía tener tonos azulados, blancos y dorados para armonizar con el cielo, la luz y el sol.

Un día mientras se llevaba a cabo la construcción de la cripta, un joven aprendiz de la colonia cayó dentro de una caldera de líquido corrosivo, quemándose totalmente las piernas. Los médicos del lugar comunicaron la necesidad de amputárselas, salvo que se pudiera hacer un injerto de piel humana. Claudio y Santiago, hijos de Eusebio Güell, el párroco de la colonia y 43 obreros de la fábrica se ofrecieron a pasar por las manos del cirujano, quien extrajo sin anestesia a cada uno de ellos un fragmento de piel que luego fue injertado en las piernas del muchacho. Este se recuperó. No así Claudio Güell, que quedó tocado para siempre por las complicaciones que se derivaron de aquella delicada intervención. Enterados de aquel acto de solidaridad, el Papa Pío X y el rey Alfonso XIII concedieron distinciones a todos los donantes.

Eusebio Güell tenía una finca de 15 hectáreas en la zona alta de Barcelona llamada Montaña Pelada por su escasa vegetación, donde se había propuesto crear una urbanización a modo de barrio residencial privado al estilo de las ciudades-jardín existentes en Gran Bretaña, país que visitaba con frecuencia. El Dr. Joan Bassegoda, experto gaudinista, ha escrito al respecto: “Eusebio Güell imaginó que aquella montaña era el monte Parnaso de Olimpia y mandó a Gaudí que le proyectara una ciudad jardín con la forma de la ática Delfos, para revivir allí la hazaña de Apolo venciendo a la serpiente… Quiso que se hiciera también el trípode desde donde la pitonisa recitaba sus oráculos y que hubiera tres fuentes: Delfussa, Cassoti y Castalia. Encima del templo dórico una gran explanada recibió el nombre del Teatro griego, al igual que el que existió en Delfos…”

Movido como siempre por la ilusión de crear algo nuevo, se entregó de la mano de Gaudí a este ambicioso proyecto sin sospechar que no encontraría la aceptación de sus paisanos, a los cuales la idea de alejarse del centro urbano debía infundirles temor y respeto. Hubo un solo cliente. Algunos años después, Gaudí se instaló con su familia en la casa de muestra. No tardó en unírsele Güell con la suya en otra vivienda del parque. Ello incrementó el trato entre el mecenas y el artista. Además de visitarse mutuamente en sus respectivas casas, paseaban por el parque y sus inmediaciones. Por otra parte, Eusebio Güell visitaba a menudo a Gaudí en su taller de la Sagrada Familia, para interesarse personalmente por los progresos de la obra. Aunque la idea de la urbanización para 60 parcelas fracasó, y el Parque Güell se convirtió en la residencia de sólo tres familias, estaba bien cuidado y vigilado. Su propietario nunca tuvo un NO cuando se lo pedían para eventos de catácter cultural. Su enorme espíritu ciudadano le llevaba a pensar en el disfrute de los demás.

Eusebio Güell estaba enamorado de Cataluña, cuyo engrandecimiento perseguía con afán, y quiso poner el parque a disposición de los catalanes, los cuales tenían entrada libre en el recinto. El templo dórico, llamado de las “cien columnas”, a pesar de que son 86, el teatro griego o de la naturaleza en claro homenaje al gusto por la cultura helénica de Eusebio Güell, y el gran banco ondulado o serpenteante revestido de trencadís, es decir, cerámica troceada y recompuesta según la imaginación del arquitecto, son algunos de los elementos arquitectónicos que componen este parque, también declarado por la UNESCO en 1984 patrimonio de la Humanidad.

Gaudí, formado como artesano, sabía ejecutar con sus propias manos lo que mandaba hacer a sus discípulos. La madera, el hierro, el mármol no tenían secretos para él. Como especialista y amante de las plantas y jardines, era capaz, como en el caso de la cripta de la colonia Güell, de cambiar la disposición de una escalera, incluso siendo la principal, para salvar un árbol. Tenía predilección por los árboles. En el propio parque, realizó las intervenciones justas sobre el terreno, todo y que éste era difícil, irregular y escarpado, actuando sobre los desniveles con viaductos o túneles elevados, hechos con piedra del lugar, de ahí la sensación de naturalidad que producen. Como si hubieran existido siempre.

Además de su contribución al mundo de las Artes y de las Letras a través del mecenazgo a personas y entidades –conservatorios y academias estaban llenos de becados suyos-, Eusebio Güell fue consejero de la Compañía Transatlántica, del Banco Hispano Colonial y de la Compañía de Ferrocarriles del Norte, regidor del Ayuntamiento, presidente del Centre Catalá y de los Juegos Florales, así como Regidor del Ayuntamiento de Barcelona, diputado provincial a Cortes, senador del Reino, Académico de la Real de Bellas Artes de San Jorge, etc, etc… Por gusto no hubiera figurado en la política activa, pues esto le robaba tiempo a otras actividades más de su agrado, pero en momentos trascendentales, cuando fue llamado a intervenir, no se negó  nunca, creyendo un deber como ciudadano prestar toda su ayuda.

Junto con otras personas representativas de Cataluña, entre ellas Verdaguer, redactó el famoso “Memorial de greuges” –Memorial de Agravios- que se entregó a Alfonso XII en 1885. En el almuerzo ofrecido a la comisión que  fue a Madrid, expuso ante el Rey las quejas y las aspiraciones de Cataluña así como su deseo de que ayudase a prosperar para asegurar el crecimiento de las demás regiones españolas. En 1908, en recompensa por tantos méritos y servicios, el rey Alfonso XIII, le concedió el título nobiliario de Conde de Güell. Cuando hubo de preocuparse por la exigencia heráldica de componer el escudo de armas acorde con el título referido, escogió como elementos la cúpula concebida por Gaudí para el Palau Güell como expresión del espíritu industrial y una leyenda que invertía el dicho popular pero que era fiel reflejo de su carácter: “Ahir pastor, avui senyor” –ayer pastor, hoy señor- en recuerdo al origen modesto de su familia paterna.

Eusebio Güell murió el 9 de julio de 1918 a la edad de 72 años en su casa del parque, pocos días después de la prematura muerte por tuberculosis de su hijo Claudio, desgracia a la que no pudo sobreponerse. Los actos fúnebres que le dedicó la ciudad de Barcelona fueron grandiosos y solemnes. Sus restos mortales fueron trasladados al Palau, donde se instaló la capilla ardiente. Desde allí salió el cortejo fúnebre camino del cementerio. Los funerales se celebraron en la Catedral pues cualquier otro templo hubiera quedado pequeño para acoger a tanta gente, entre la que se encontraba Gaudí junto a otras personalidades, autoridades, familiares y amigos. La banca, el comercio, la prensa, las artes, la ciencia, la literatura, toda la sociedad estuvo representada en la imponente manifestación de duelo que le dedicó la ciudad de Barcelona. Las opiniones que se exteriorizaron con motivo de su muerte fueron la expresión generalizada de los sentimientos de un pueblo conmovido por la pérdida de un hombre excepcional. Toda la prensa, incluso aquella contraria a sus ideas, le dedicó páginas enteras a su persona y su obra y fue unánime a la hora de destacar sus virtudes.

Gaudí, que era seis años menor, le sobrevivió 8 durante los cuales vivió volcado en la construcción de la Sagrada Familia, que iniciada en 1882, había sido impulsada por el librero José María Bocabella y la Asociación Espiritual de Devotos de San José con la idea de erigir un templo en honor de San José, patrón de la Sagrada Familia. Al año de colocarse la primera piedra, dimitió el arquitecto en funciones, lo que hizo preciso encontrar un sustituto. ¿Pero dónde hallar un constructor de catedrales? Gaudí era un joven arquitecto de brillante provenir pero sin demasiada experiencia cuando, propuesto por su amigo y mentor, el prestigioso arquitecto Joan Martorell, aceptó hacerse cargo de la obra. Poco a poco y pese a su dudosa espiritualidad inicial, se fue sintiendo compenetrado con la finalidad religiosa y expiatoria del templo, al que entregó 43 años de su vida, de los cuales, los últimos diez, fueron de dedicación exclusiva. Unos meses antes de morir, como consecuencia de las lesiones que sufrió al ser atropellado por un tranvía, se había trasladado a vivir a su estudio de la Sagrada Familia, en cuya cripta está enterrado.

Se ha dicho de ésta, su ópera magna y símbolo por excelencia de la Ciudad Condal, que es el catecismo hecho piedra. Las obras, tal como él quiso, continúan a buen ritmo hoy en día, pero como repetidamente se ve en la historia de las catedrales, otras generaciones han tomado el relevo sin que por ello haya desaparecido el espíritu que su más denodado creador quiso insuflarle. Entre el Gaudí del año 1878, recién acabada la carrera de arquitectura, tempestuoso y ávido de gloria, y el Gaudí volcado en la construcción de la Sagrada Familia, media un largo proceso de transformación, durante el cual se fue apartando del mundo para ir al encuentro de la pureza espiritual llevando una vida austera, de oración, penitencia y desprendimiento de los bienes materiales en condiciones semejantes a las de un pobre, tal como los frailes de las órdenes mendicantes.

Murió en un hospital de beneficencia, adonde fue trasladado después de sufrir el accidente, entre los menesterosos y los desamparados, tal como hubiera sido su deseo.

Las personas que se acercaron a socorrerle, no reconocieron, por la sencillez de su ropa, al famoso arquitecto. Corría el día 7 de junio de 1926.

 

JOSEP Mª TARRAGONA

Biógrafo de Gaudí

Ponente

Es un honor para mí, Sr. Presidente, hablar en esta docta casa que es, en efecto, un cúmulo de historia de la intelectualidad madrileña y española.

Gaudí decía que «el hombre sin religión es un hombre mutilado» y esto él lo vivió tanto en su vida personal y en su vida familiar, en su vida íntima, como en su vida profesional a través de su arquitectura. Gaudí nació en Reus, si bien su padre era de Riudoms. Las dos familias, materna y paterna, eran católicas y los Gaudí educaron a sus cinco hijos católicamente. Después de bautizar a Antoni y de que recibiese la confirmación, lo llevaron a los Escolapios de Reus, donde cursó el bachillerato y se robusteció esta educación cristiana. Gaudí siempre tuvo un recuerdo emocionado para aquellos religiosos que le enseñaron el valor de la historia de la salvación, especialmente de Jesucristo, engendrado por la Virgen María y entregado al mundo como Salvador, tema que pondría en el centro de su principal edificio: el Templo de la Sagrada Familia.

Gaudí fue a Barcelona a estudiar arquitectura, la pasión de su vida. Son unos años en blanco, porque no hay documentación de esta época. Sí sabemos que fue muy mal estudiante… No porque no trabajara, sino porque él estudiaba directamente la naturaleza. Pasaba muchas horas en la biblioteca de la Escuela pero no le interesaba, como es lógico, lo que decían los profesores en el aula, porque ya desde joven era consciente de su genialidad. Lo único que le inquietaba era ser la primera persona en tres mil años de historia de la arquitectura que tenía sus ideas y eso a él le parecía excesivo. Aquí interviene —como ha explicado Carmen Güell— Eusebi Güell, que fue quien le animó a poner en práctica sus ideas no solamente con su dinero —que es imprescindible para la arquitectura— sino también con su amistad y con su sensibilidad.

Gaudí, después de triunfar de la mano de Eusebi Güell, recibió un encargo muy específico: continuar la Sagrada Familia, empezada un año antes por otro arquitecto, con quien se había peleado el promotor del Templo, José María Bocabella. Este encargo marcará la vida de Gaudí desde entonces, a los treinta y un años, hasta su muerte. Trasladará allí su taller de arquitecto. Trabajará allí, aunque realice otros encargos. Y, finalmente, los últimos años se dedicará de manera exclusiva al proyecto de este templo.

En cada época de su vida, Gaudí empleó sus mejores esfuerzos arquitectónicos en el tema religioso. Porque para Gaudí la belleza es el resplandor de la verdad. Por tanto, la arquitectura se convertía para él en un acto religioso, en una búsqueda de la verdad absoluta que es Dios y de su reflejo que es la única belleza. Gaudí llegó a este convencimiento por dos caminos: a través del arte y a través de la naturaleza. Cuando le hablaban de la naturaleza, matizaba: «sí, pero llámela creación». Ana M.ª Férrin ha recordado que la naturaleza está presente siempre, como una obsesión, en Gaudí. No se trata de una mera imitación decorativista, como ocurre en muchos edificios modernistas, sino que Gaudí sabía que la naturaleza ha sido creada por un Ser con inteligencia infinita y con amor infinito hacia los hombres y, por tanto, está hecha con las leyes constructivas, geométricas, de materiales, etcétera, más inteligentes que se pueden hacer. La chispa de la inteligencia divina, que es la inteligencia humana, puede llegar a conocer estas leyes. Aunque él se quejaba de que sólo los ángeles podían ver en tres dimensiones, añadía que alguna vez el arquitecto, después de un trabajo lacerante de muchísimo tiempo, conseguía ver por un momento la tridimensionalidad angélica. La arquitectura que surgía de ese instante saciaba después a generaciones. En todo caso, Gaudí estaba convencido de que la naturaleza estaba perfectamente construida. Si conocía sus leyes constructivas —que las conoció—, podía con esas mismas leyes crear nuevos objetos. Así, el arquitecto se convierte en continuador de la creación, en un cooperador de Dios que continúa su obra.

Gaudí tuvo amistad con algunos clérigos, como el sacerdote poeta Mosén Jacinto Verdaguer, San Enrique d´Ossó o Torras y Bages, Obispo de Vic. Todos ellos influyeron en su religiosidad. Gaudí se fue transformando entre los treinta y los cuarenta años en una persona de misa diaria, de comunión diaria, de rezo del rosario diario, de visita diaria a la iglesia.

¿Cómo era su vida íntima? Ana M.ª Férrin ha explicado que Gaudí declaró su amor a una mujer fascinante. Coincido con ella en que fue muy oportuno que le dijera que no, porque realmente no era una mujer para él. Pepeta Moreu tuvo sentido común al pensar que aquello no podría funcionar. Otras mujeres después presentaron a Gaudí la oportunidad de formar una familia. También salió mal y finalmente Gaudí se conformó con ser soltero. Vio en ello la voluntad de Dios, que le permitía llevar una vida más intensa religiosamente y dedicarse de pleno a la Sagrada Familia. Fue un esfuerzo titánico. Gaudí podía haberse hecho multimillonario como otros arquitectos modernistas de Barcelona pero, al estar centrado en la Sagrada Familia, no podía dedicarse a demasiados encargos. También se ha dicho antes que Gaudí no viajó mucho fuera de Barcelona; esto fue porque estaba centrado en la Sagrada Familia. Si no, hubiera hecho obras en París o Nueva York, porque capacidad tenía y apoyo financiero de Eusebio Güell, también.

Los hermanos de Gaudí fueron falleciendo cuando él era joven: tres en la infancia y, de los otros dos, su hermano Francesc cuando acabó la carrera y luego su hermana Rosa, que dejó una niña de tres años. Antoni tenía veintisiete, adoptó a su sobrina huérfana y se hizo cargo de ella. La llevó de Reus a Tarragona  -los presentes que sean de Reus entenderán lo fuerte de esta decisión-. Prefirió sacarla del ambiente liberal de su ciudad natal para darle una educación estrictamente católica en las monjas de Jesús y María de Tarragona. Después se hizo cargo de la ancianidad de su padre, que murió a los noventa y tres años. Cuidó de él personalmente. Ésta era la familia de Gaudí: un padre anciano y una sobrina huérfana adoptada. Con ellos se trasladó a su casa del Parque Güell, donde el arquitecto vivió los últimos años de su vida.

Gaudí dormía en una cama sin colchón, con las ventanas siempre abiertas, no tenía calefacción  y se duchaba cada mañana con agua fría. Si era jueves, iban dos religiosas carmelitas de San José, que habían cuidado durante sus enfermedades a su padre y a su sobrina, y que luego pasaron a atender las necesidades domésticas de la casa. Gaudí les daba las instrucciones pertinentes, se quitaba el sombrero al salir por la puerta para orar unos instantes ante la imagen de San Antonio y bajaba por la escalinata gloriosa del Parque Güell a su parroquia, que era la de San Juan de Gracia, donde asistía a misa y comulgaba. Si era domingo, en vez de ir a la Parroquia iba a la Catedral de Barcelona, donde tenía su sitio habitual. Tras el desayuno, continuaba andando hasta la Sagrada Familia. Bajaba a la cripta, abierta ya al culto, rezaba unos instantes ante el Santísimo y subía a su taller. Era una habitación sencillísima, por lo que se puede ver en las fotografías. Allí trabajaba dirigiendo la construcción, a los arquitectos ayudantes, a los carpinteros, a los escultores… Hacía una pausa a mediodía para tomar la comida vegetal que le preparaba la portera. Proseguía el trabajo hasta el atardecer, hasta las cinco. Entonces, cogía unas avellanas, unos frutos secos, se los metía en el bolsillo, donde también llevaba el rosario, y con estos elementos se recogía en oración e iba andando haciendo una cuadrícula por las calles del Ensanche, cruzaba la Gran Vía, entraba en el Barrio Gótico, saludaba la imagen de San Roque que hay en la entrada de las Murallas Romanas y, por detrás de la Catedral, llegaba hasta el Oratorio de San Felipe Neri. En esta Iglesia hacía sus oraciones y tenía un sacerdote —el Padre Agustí Mas— con quien hablaba frecuentemente y que dirigía su alma en el sentido clásico que esta expresión tiene en la ascética católica. Cada tarde se encontraba con la misma sorpresa: los dos grandes cuadros que hay en el presbiterio de esta Iglesia —pintados por su amigo Joan Llimona— reproducen precisamente sus facciones en la imagen de San Felipe Neri; es decir, que Joan Llimona, ya en 1902, como una especie de canonización en vida, había tomado la cara de Gaudí para representar a San Felipe Neri, como queriendo decir que era un discípulo ejemplar de su espiritualidad.

Acabadas sus devociones, Gaudí salía del Oratorio, iba a la Plaza Urquinaona, compraba el periódico, lo leía y cogía el tranvía para regresar a su casa, en el Parque Güell. Así era una jornada habitual de su vida. Los domingos, iba a pasear al rompeolas, pues era un hombre mediterráneo que necesitaba ver el mar con frecuencia.

En 1915, la Sagrada Familia estuvo a punto de cerrar por falta de limosnas. Gaudí se negó y salió a mendigar por las calles de Barcelona. Primero visitó a sus conocidos y después a gente que no conocía. Pedía dinero para proseguir las obras de la Sagrada Familia. Hoy no existiría si no hubiera sido por su tozudez. La gente le echaba en cara que estaba dedicando toda su vida a una obra que él no vería acabada… A personas más sensibles, como al poeta Joan Maragall, les confesaba que «esto es uno de los gozos supremos del artista: gastar íntegra la vida a algo que no cabe dentro de ella». Y su amigo Maragall le respondía: «es que tú eres un místico». A la gente más sencilla, Gaudí les decía: «mi cliente no tiene prisa». Un político, relacionado con este Ateneo, le dijo entusiasmado: «usted tiene mucho mérito. La Sagrada Familia es la última de las catedrales». Y Gaudí le contestó: «lo que puede ser es la primera de la segunda etapa».

Sobre el carácter de Gaudí, diremos que era una persona de extraordinaria sensibilidad artística y de extraordinaria inteligencia, muy cultivada. Fue un genio, como Goya o Picasso. Ello quiere decir que necesariamente era incomprendido para su generación. Por eso, tenía una cierta fama de ser cortante con la gente que discutía con él de arquitectura. Las generaciones siguientes sí que empezamos a ver el valor de la nueva vía por él creada y por donde pasa nuestra sensibilidad.

En cuanto a los problemas sociales, Gaudí —como se ha dicho en la presentación— se interesó mucho por la clase obrera y de joven fue el arquitecto de la Cooperativa Obrera Mataronense, la primera fábrica de España propiedad de sus obreros. Más tarde, fue el arquitecto de la Colonia Güell, que se presentaba como una realización ejemplar de lo que se ha llamado la doctrina social de la Iglesia, propugnada por León XIII en su encíclica Rerum Novarum. Por otra parte, era partidario de llevar la religión a la vía pública. Todas sus construcciones —empezando por el Palacio Güell o por los Pabellones del Parque Güell y acabando por la Casa Calvet, por la Casa Batlló o por La Pedrera— están coronadas por una cruz. Dice San Pablo que «la piedra rechazada por los arquitectos, ahora corona el edificio» y el arquitecto Gaudí lo puso en práctica. La Sagrada Familia era para él una exposición completa y total de la religión cristiana en la vía pública. El Cardenal Ragonesi, Nuncio del Papa en España, le dijo en su visita de 1915: «usted es el Dante de la arquitectura» y Gaudí lo entendió. Primero, porque Dante intentó meter todo el catolicismo en una obra poética, La Divina Commedia, y Gaudí estaba intentando lo mismo en una obra arquitectónica, la Sagrada Familia; y, segundo, porque Dante era un poeta y Gaudí también lo era.

Piensen que en Gaudí hay siempre una transposición entre poesía y arquitectura, algunas veces al pie de la letra. Un ejemplo es la portería de la Finca Güell, que representa el gran poema L’Atlàntida de Mosén Jacint Verdaguer. Otro ejemplo es la fachada de la Pasión de la Sagrada Familia. Gaudí la concibió a las puertas de la muerte, enfermo de fiebres de Malta en Puigcerdà. Meditaba el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, una de las obras cumbres de la literatura castellana. Lo que el místico castellano había expresado en su poesía, Gaudí —el místico catalán— lo expresó en su arquitectura.

Gaudí visitaba con frecuencia el Hospital de la Santa Cruz —el hospital de pobres, de beneficencia cristiana, lo que sería hoy un hospital de Teresa de Calcuta—. En 1916, viendo agonizar a un anciano abandonado, se quedó a acompañarle y dijo: «Este hombre ha muerto tan piadosamente que he visto a la Sagrada Familia recoger su alma y llevarla al cielo». Representó la escena en un capitel de la Sagrada Familia y puso encima “Amén”. Cuando murió su padre y murió su sobrina, sus primos le ofrecieron irse a vivir con ellos para que no se quedara solo en su casa. Gaudí contestó que no, porque pensaba que «en las familias a veces se cuida a los enfermos, a los ancianos, por deber y en las clínicas se les cuida por dinero, pero sólo en el Hospital —refiriéndose al Hospital de Pobres— se les cuida por amor de Dios y esto, para mí, es la muerte más perfecta».

Este deseo le fue concedido. Diez años después, ocurrieron una serie de extrañas casualidades… El arquitecto fue atropellado por un tranvía —cosa que cuesta—; cayó al suelo; nadie le reconoció —cosa que cuesta también en una persona tan famosa como Gaudí—; y los camilleros, como era tarde y para no alargar su jornada de trabajo, en vez de llevarlo al Hospital Clínico lo llevaron al Hospital de la Santa Cruz, que estaba más cerca. Las monjas lo recogieron como un mendigo atropellado y lo cuidaron hasta que murió al cabo de dos días. Sus últimas palabras fueron: “¡Amén! ¡Dios mío!”.

 

ENRIQUE YBARRA

Moderador

Han resultado apasionantes todas las intervenciones. Yo pensaba que con doce minutos cada uno no iban a tener tiempo de decir nada pero, al final, han sido quince, veinte minutos y creo que se ha dicho todo. Empezando por Ana, que ha sido una intervención preciosa; a continuación, Carmen, con todas las referencias familiares y anécdotas, algunas desconocidas probablemente y, finalmente, toda la evaluación global y la religiosidad del genio que ha hecho Josep Mª.

Ana Férrin ha dicho que no proyectaba, que llevaba en su mente el edificio y que hacía una maqueta. Que poseía una intuición primitiva, animal. Se ha referido al origen familiar de caldereros, cómo envasaban el vacío y, probablemente, de ahí viene el sentido de la estructura que él tenía. Ha hablado de la relación truncada con Pepeta Moreu, una mujer culta de la época, pero que se alegraba en el fondo de que no se casara con ella porque lo hubiera cargado de hijos probablemente y con ese carácter posesivo y tan extraordinario, le hubiese hecho sombra y no le hubiera permitido estar 43 años al frente de esa gran obra que es la Sagrada Familia. También se ha referido a que el poeta Maragall escribía artículos incendiarios para motivar a la gente a que le ayudaran. Aquí podríamos hablar de cómo se portó realmente la burguesía barcelonesa con él. Se refirió también a Eusebi Güell, sin quien no se habría materializado la Sagrada Familia, y a la Cripta Güell que es algo extraordinario y que fue ahí donde descubrió el mecanismo de la naturaleza.

Carmen Güell ha hecho el retrato de Eusebio Güell, su tatarabuelo, que nació en Barcelona en 1846 y se ha referido a su estrecha relación y admiración mutua con Gaudí. Su relación profesional se inició con unos muebles que encargó su antepasado a Gaudí, unos bancos que Güell quiso regalar a su suegro, Antonio López, el famoso Marqués de Comillas. Luego se ha referido a los Pabellones de Pedralbes, al Palacio de la calle del Conde de Asalto, la cripta de la Colonia de Santa Coloma de Cervelló o el Parque Güell como lo más característico de esta relación nacida entre Eusebi Güell y Gaudí. Luego, ha dicho algo curioso y es que el dragón era un tema muy favorito de Gaudí. El Palau Güell, declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 84 por la UNESCO, en la calle Conde de Asalto, dice Carmen que aquí empezó la madurez de Gaudí que tenía 34 años entonces y que allí, gracias a la fortuna de Eusebi, utilizó las mejores maderas, forjados, etcétera. Allí plasmó su imaginación. Se ha referido también a sus muebles, no los que regaló Eusebi a su suegro sino otros que quedaron allí en el Palacio que, todavía se puede comprobar, son «rimbombantes» -ha dicho Carmen- pero muy cómodos.

Josep Mª Tarragona nos ha recordado cómo Gaudí era un hombre eminentemente religioso y católico. Nos ha dicho, sorprendentemente, que era muy mal estudiante pero, sin embargo, leía y estudiaba la naturaleza. El encargo de la Sagrada Familia marcaría toda su vida. La belleza es el resplandor de la verdad y la arquitectura es la búsqueda de la verdad absoluta. Ha dicho que Gaudí quería llamar a la naturaleza «creación» y se ha referido el conferenciante a las leyes de la inteligencia divina a las que hacía referencia Gaudí. Decía: «sólo los ángeles ven en tres dimensiones» y que el arquitecto se convertía en continuador de la creación siguiendo el mandato del Génesis. Ha dicho que  entre los 30 y los 40 años ya comenzó su vida espiritual fomentando la comunión y la misa diaria. Luego ha hecho un esbozo de lo que fue la vida diaria del Gaudí adulto. Como Ana Férrin, ha comentado que el hecho de que Pepeta Moreu no le hiciera caso fue un hecho fantástico para la arquitectura. «Esto fue muy bueno para el arte», ha subrayado. La soltería la vivió como la voluntad de Dios. El se podía haber hecho multimillonario pero al haber estado centrado en la Sagrada Familia, no se pudo hacer cargo de otros encargos. Se ha referido, ya de mayor, a su casa del Parque Güell donde vivía sin calefacción y se duchaba con agua fría. También salía a mendigar para seguir su obra por las calles cuando ya no tenía al poeta para escribir aquellos artículos incendiarios. Dedicar toda la vida a algo que él no podía ver acabado, ha dicho el conferenciante que es extraordinario y Picasso dijo lo mismo, que una obra inacabada nunca muere. Gaudí dijo que su cliente, Dios, no tenía prisa. También ha comentado que era un poco cortante cuando le hablaban de arquitectura. Sus edificios están coronados muchos de ellos con una cruz.

Muchas gracias a todos por vuestra intervención. Si queréis hacer alguna pregunta rápida.

 

Coloquio

TOMÁS BLANCO FLORES

Médico y Periodista

¿No se trata de una beatificación sui generis?. Gaudí no es un santo al uso ya que se enamoró, es un santo peculiar. ¿Hay testimoniado algún otro milagro?.

 

JOSEP Mª TARRAGONA

Ponente

Yo le explico la situación del proceso. Lo primero es que no es la Iglesia la que está beatificando a Gaudí, ya que fue arquitecto y nunca sintió vocación religiosa o vocación al sacerdocio. Fue arquitecto desde pequeño hasta el día que se murió. No hay ninguna institución eclesiástica, ninguna orden religiosa ni ningún arzobispado que estén beatificando a Gaudí, sino que en el año 92 se constituyó con esta finalidad una asociación civil, que es la Asociación Pro Beatificación de Antonio Gaudí. Este grupo de gente de diversa índole es el que ha pedido al Arzobispado de Barcelona y a la Santa Sede la beatificación de Gaudí. La Iglesia ha accedido a abrir el proceso y ya nos dirán si tenemos razón o no. La Asociación se creó el 10 de junio de 1992 y, después de reunir una documentación muy importante sobre la vida de Gaudí, pidió oficialmente la beatificación en 1994. Hasta 1999, el Arzobispado de Barcelona no abrió el proceso. Primero pidieron la anuencia de todos los Obispos de Cataluña y después pidieron permiso expresamente a la Santa Sede para poderlo abrir, curándose en salud, ya que Gaudí es una personalidad de fama mundial. El 12 de abril de 2000 se abrió el proceso y ahora está en la fase de declaraciones de los testigos; primero, los que conocieron a Gaudí; después, muchos hijos de personas que lo conocieron; y, en tercer lugar, historiadores o biógrafos de Gaudí. Esta instrucción se acabará más o menos en el mes de abril del año 2002. Si el Arzobispado de Barcelona lo aprueba, se enviará a la Santa Sede para que lo aprueben y, en su caso, el Papa beatifique o no a Gaudí. Mientras tanto, lo que se hace es distribuir estampas para la devoción privada. Se hacen en ocho lenguas porque el proceso de Gaudí ha despertado desde el principio una devoción internacional. El mensaje artístico y humano de Gaudí es universal. Las estampas se editan en catalán, castellano, inglés, japonés, italiano, portugués, polaco y francés. Le puedo asegurar que las estampas que más se distribuyen son en inglés y en castellano, sobre todo en Sudamérica. Y así es como está el proceso.

 

ANA Mª FÉRRIN

Ponente

Es interesante que se sepa que el Sr. Tarragona es uno de los seis que creyeron en este tema y estuvieron 6 años reuniéndose en un bar de Barcelona porque desde las autoridades eclesiásticas nadie les hacía caso. El caballero se ha interesado por si se puede rezar, por si hay la posibilidad de conseguir alguna gracia. Sepa usted que en la cripta de la Sagrada Familia, donde está enterrado Gaudí precisamente, es continuo la gente que va a pedirle gracias. O sea, que se le beatificará o no pero la gente ya lo ha beatificado. Sepan que yo, cuando trabajaba hace años en este tema, en un capítulo de mi segundo libro, cuento sobre gente que escribe continuamente las gracias que ha conseguido. Son gracias pequeñitas que te hacen el día a día, por ejemplo: «yo he expulsado una piedra de riñón»; «yo he aprobado las oposiciones»; «mi hija ha encontrado novio»…

 

ANA CADENAS

Controladora aérea y Licenciada en Ciencias Políticas

¿Por qué le rechazó Pepeta Moreu?. ¿Cómo se sabe que le rechazó?.

 

ANA Mª FÉRRIN

Ponente

Pepeta tuvo cinco hijos pero murieron todos sin dejar descendencia. Para dar con esta familia, yo me tiré siete años. Ella tuvo un hermano y un sobrino que era un lingüista muy famoso que era Enric Moreno Reig que dejaron los dos unas memorias escritas. Entonces, el hermano, el sobrino y su propia hija que era periodista y que escribía en la revista Variety y murió con 96 años bañándose, dicen que Pepeta Moreu primero se casó con uno de Calella que era militar y dejó la milicia para hacerse marinero. Resultó que este hombre ya estaba casado en Argentina y le anularon el matrimonio. Entre esa anulación y su segundo matrimonio, conoció a Gaudí. El Dr. Rivera del Pueyo, cercano a la familia, analista del Instituto Dexeus, ha comentado que Gaudí tenía un pequeño problema de rinitis y le caía un pequeño hilillo. Además, era un hombre original porque cuando cada domingo iba a comer a su casa con su sobrinita, le caía un fideo y lo arrancaba de la barba para seguir comiendo. A ella le gustaba el artista -la conoció cuando aún no había acabado la carrera- pero en el tema galante, pues no.

 

RAMÓN MORÁN

Admirador del Modernismo

¿Qué tiempo se tardará en acabar la Sagrada Familia?.

 

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Independiente

Hay ya una mesa específica, concretamente dedicada a la Sagrada Familia, en Blanquerna, donde ustedes podrán hablar de este tema. Lo digo porque, aunque los ponentes pueden hablar del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, es aconsejable sea abordado en la mesa correspondiente.

 

ANA Mª FÉRRIN

Ponente

Ya que usted ha hecho esta pregunta, le puedo decir que en la entrevista con el arquitecto ayudante de la Sagrada Familia, que es quien está todo el día trabajando allí, Josep Paulí, me dijo que hasta hace poco se pensaba que se iba a tardar otros 30 ó 40 años pero que con dos nuevas circunstancias -el tema económico, que entra dinero muy, muy, bien, y el desarrollo de tallar la piedra por ordenador- quizás es posible que en veinte años o en menos se pueda acabar.

 

JOSEP Mª ADELL

Arquitecto y Profesor de la UPM

Llevo quince años para conseguir un milagro. Las Escuelas de la Sagrada Familia son un edificio pequeño, experimental, igual que la Cripta Güell. Se quemó durante la Guerra Civil, se reconstruyó mal. Es un edificio poco conocido por el público. Este Año Gaudí también va a ser el año de la «descuartización» de las Escuelas. Es una desgracia arquitectónica.

 

TEODORO AGUADO

Ingeniero

¿Qué hubiese sido Gaudí sin Güell?. Gaudí era bastante introvertido y con Güell mantenía, por lo que se ha dicho aquí, una buena relación; hablaban bastante. Cuando Güell fallece, ¿en qué se convierte Gaudí?.

 

CARMEN GÜELL

Ponente

De hecho, marcó su vida y en un momento muy oportuno cuando acababa de finalizar la carrera y seguramente no hubiera sido su vida la misma sin él. Ahora, a la hora de la muerte yo creo que Gaudí tenía la vida bien trazada. A la hora de la muerte, seguramente, lo echaba de menos en el sentido afectivo del término. Tuvieron una estrecha relación al principio y luego una gran amistad, pero Gaudí, al final de su vida, creo que ya estaba muy marcado.

 

TEODORO AGUADO

Ingeniero

El genio que era Gaudí se podría haber demostrado después pero no de la misma manera.

 

ANA Mª FÉRRIN

Ponente

El arquitecto necesita del poder económico para desarrollar su obra. No es como un escritor al que si Dios le da la gracia suficiente y se compra mil folios, puede escribir el Quijote. Hay que tener en cuenta que, aparte de las obras que Gaudí hizo con Güell -que esto es definitivo-, también sin Bocabella no hubiera sido el Gaudí que conocemos. Hay que tener en cuenta que él hizo otras obras que son una maravilla y que son La Pedrera -la Casa Milá- o la Casa Batlló.

 

TEODORO AGUADO

Ingeniero

Todas apoyadas por la burguesía barcelonesa.

 

JOSEP Mª TARRAGONA

Ponente

Además, estas otras obras para la gran burguesía barcelonesa son muy pocas, comparadas con las que hicieron otros arquitectos. Sagnier, por ejemplo, hizo cuatrocientas obras. Gaudí era —ahondando en lo que ha dicho Ana Mª Férrin— un chico de pueblo que llegó a Barcelona sin un duro, sin relaciones, … y Güell lo puso a trabajar para las familias más ricas de España.

 

JOSEP Mª ADELL

Arquitecto y Profesor de la UPM

No se le ha dado la importancia que se ha dado a Gaudí.

 

FRANCISCO ANTONIO CERRO

Felicito a los ponentes que nos han introducido en la biografía de un genio que va en contra de lo establecido. La creación es la naturaleza, es el esplendor de Dios y Gaudí estaba enamorado de la naturaleza. Lo que veo en Gaudí es un hombre llano. El proceso de beatificación, por lo que veo, nace del pueblo porque Gaudí es un hombre del pueblo y eso, a la Iglesia, le choca.

 

Mª JOSÉ CALDERÓN

Profesora de un centro de Enseñanza

Tengo dos curiosidades. En la mesa redonda sobre Gaudí y su tiempo, Fernando García de Cortázar hizo alusión a la época anticlerical de Gaudí.

 

JOSEP Mª TARRAGONA

Ponente

El problema está en los Homenots, las pequeñas biografías de veinte páginas de Josep Pla, traducidas al castellano. En la referida a Gaudí, saca esto del anticlericalismo. Dice que en el Café Pelayo, que era donde se reunían los intelectuales cuando Gaudí era joven y estudiaba en la Universidad, tenían una tertulia anticlerical en la que, cuando salían las procesiones de las iglesias, iban a gritar a los fieles y hacían un concurso consistente en quién decía la blasfemia o el insulto más gordo. Esto procede de Josep Pla, que no era historiador sino escritor, y su fuente es Domènech i Montaner, el enemigo profesional número uno de Gaudí. Domènech i Montaner fue el gran arquitecto del Modernismo, pero tuvo la gran desgracia de coincidir con un genio en la misma ciudad y, claro, llega un momento en que molesta. Se enfrentaron muchísimo. Esta anécdota, de la que no hay ninguna otra fuente que el enemigo profesional de Gaudí, no puede ser cierta. Es imposible que un hombre como Bocabella encargara la Sagrada Familia a un arquitecto anticlerical que increpaba en las procesiones. Por otra parte, está el caso de la sobrina de Gaudí, adoptada en la época del Café Pelayo. Gaudí la saca del ambiente anticlerical de Reus y la lleva a unas monjas de Tarragona. La podía haber llevado a educarse con Pepeta Moreu, que era maestra y tenía una escuela de niñas en Mataró, pero, en cambio, la llevó a Tarragona interna en un colegio de monjas donde, además, él construyó el altar y el oratorio. Es imposible para la crítica histórica aceptar que un hombre por las mañanas construyera iglesias y por las tardes fuera anticlerical.

 

JOSEP Mª ADELL

Arquitecto y Profesor de la UPM

Ha dicho una cosa seria y otra no.

 

JOSEP Mª TARRAGONA

Ponente

Eso está en la biografía del pintor Simó Gómez hecha por Feliú Elías que es un crítico modernista de Gaudí. Esto está publicado. En la pseudo -biografía que hizo Feliú Elías de Gaudí que es un libro agotado en los años sesenta, hubiera sido incoherente en su momento que a Gaudí se le encargara la Sagrada Familia si fuera un anticlerical.

 

Mª JOSÉ CALDERÓN

Profesora de Secundaria

La otra duda es si el solar sobre el que está construida la Sagrada Familia fue regalado por Güell o por la ciudad de Barcelona.

 

 ANA Mª FÉRRIN

Ponente

No. Desde el año 66 -67 que empezó a recaudar limosnas el librero Bocabella hasta el año 82 que se puso la primera piedra y se compró, no tuvo nada que ver Eusebio Güell. El librero, a través de la Asociación Josefina para la adoración de San José, iba recogiendo limosnas tan pequeñas como el importe de un cigarro o de un vaso de vino. Así se compró el solar que eran los huertos del Plan de Ildefonso Cerdá del Ensanche.

 

JOSÉ RUIZ

Arquitecto

Las obras se terminan cuando quieren los clientes.

 

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Independiente

Quiero agradecer a todos ustedes su presencia y muy especialmente a los tres excelentes ponentes, al moderador -que lo ha hecho estupendamente- y a todos los que han intervenido por darnos la posibilidad de poder profundizar más en la personalidad de este catalán, español universal, que es Antoni Gaudí. Recuerden ustedes que la próxima mesa redonda será la semana que viene, el día 16. A la salida, los que quieran reflejar su nombre o alguna frase, pueden hacerlo en las hojas de un libro les esperan. Muchas gracias a todos ustedes y buenas noches.

 

 

 

«GAUDÍ ARQUITECTO»

 Colegio de Arquitectos de Madrid

16 de Abril de 2002

JAVIER GARCÍA-GUTIÉRREZ MOSTEIRO

Presidente de la Comisión de Cultura del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid

Moderador

Buenas tardes. La Fundación Cultural COAM se complace en acoger este nuevo debate sobre la figura de Antonio Gaudí, dentro del Ciclo de Conferencias promovido por la Fundación Independiente, a cuyo Presidente –D. Ignacio Buqueras- le voy a dar ahora la palabra para que nos hable acerca de la idea que ha inspirado este ciclo, que abarca ese “algo” tan intensamente complejo que es la personalidad y la obra de Gaudí; ese «polimorfismo» de Antoni Gaudí que, en sucesivas sesiones, se va a ir acotando y perfilando.

Esta tarde, en esta sede del Colegio de Arquitectos, vamos a centrarnos, significativamente, en el ser arquitecto de Antonio Gaudí. Para ello, contamos con primerísimos nombres de la historiografía de la arquitectura española, de todos ustedes bien conocidos, y que es para mí un verdadero privilegio poder presentar.

Fernando Chueca Goitia, arquitecto e historiador, actual Decano del COAM y presidente de esta Fundación, académico de la de Bellas Artes, catedrático que fue de Historia de la Arquitectura en la Escuela de Arquitectura de Madrid y, como todos ustedes saben, autor de tan numerosas y enjundiosas publicaciones e investigaciones, entre ellas no pocas –y bien penetrantes- sobre la figura que nos congrega esta tarde. Quiero recordar ahora un primer acercamiento que tuve a la figura de Gaudí con un luminoso texto suyo, publicado en los años cincuenta en un número –magnífico- de la revista Papeles de Son Armadans, dedicado monográficamente al maestro catalán.

Joan Bassegoda Nonell, arquitecto, historiador experto en la figura de Gaudí y, en general, en la arquitectura del Modernismo catalán; catedrático de Historia de la Arquitectura en Barcelona, cátedra que tiene adjudicada la “Cátedra Gaudí” que él regenta precisamente en la célebre Finca Güell (por lo que podemos decir que habita, en el amplio sentido de la palabra, esta arquitectura gaudiana).

Carlos Flores, también arquitecto, es figura fundamental en la historia de la arquitectura contemporánea, a la que ha dedicado numerosísimos trabajos y esfuerzos editoriales; su libro Arquitectura española contemporánea ha sido una fuente en la que nos hemos formado muchas generaciones de arquitectos. Su interés por la figura de Gaudí y –como natural extensión- la de Jujol, ha sido permanente a lo largo de su carrera; su última aportación en este sentido es el libro La lección de Gaudí, trabajo meritísimo que acaba de ver la luz en estos días.

Delfín Rodríguez es historiador y catedrático de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid; es también uno de nuestros primeros nombres en la historiografía de la arquitectura, conocido –y reconocido- por sus valiosas y múltiples investigaciones.

El título de este debate, ese Gaudí arquitecto, pudiera parecer una redundancia innecesaria; pero me gustaría plantearlo de entrada en esta mesa. Aunque entroncado con el modernismo catalán, constituyó una singularísima experiencia y rara aventura, en modo alguno encasillable dentro de ese estilo. Quizá, precisamente por ello, se haya tardado tanto tiempo en valorar su aportación cierta al legado de la arquitectura.

Vamos a hablar, pues, del Gaudí arquitecto que ha tenido tanto que ver con aspectos limítrofes a lo arquitectónico (y quizá ello explique por qué su figura ha sido tantas veces entroncada con la emoción y conmoción popular, con la popularidad enorme del genio de Gaudí). Es el Gaudí que intenta reintegrar todas las artes en torno a la arquitectura; ese ideal romántico en que la arquitectura se ofrece como ámbito y soporte del arte y la cultura, pero también el Gaudí que –con su arquitectura- construye ciudad.

Este aspecto se registra en la repercusión que tuvo Gaudí en las vanguardias artísticas de las primeras décadas del XX; repercusión, por cierto, más reconocible que la que pudiera ejercer directamente en la arquitectura. Muchas veces se ha hablado del aislamiento de Gaudí, del hecho de que no dejara escuela… El propio Pevsner reconoce que, en su primera edición del célebre Pioneros del diseño moderno, apenas cita a Gaudí; pero luego, en la segunda edición castellana, ya en los años sesenta, se corrige a sí mismo y afirma que Gaudí es una figura ineludible en la descripción del panorama arquitectónico del siglo XX, llegando a decir -no lo cito textualmente- que la Capilla de Ronchamp de Le Corbusier se emparentaba más con la Sagrada Familia que con aquellos pioneros a los que dedicara ese libro.

Quizá donde veamos de una forma más expresiva la significación del Gaudí arquitecto sea en su intuición constructora, en su sentido de la construcción, en su compromiso con la materia, con la realidad arquitectónica. El uso que hace Gaudí de la construcción como valor conformante del espacio, puede remitirnos a tendencias -ya avanzadas en el siglo XIX- como la de Viollet-le-Duc; pero la figura de Gaudí es muy diferente de la de Viollet: Gaudí logra liberarse del verticalismo de lo gótico, y alcanzar un sentido estructural absolutamente definidor de la forma; es, en el fondo, liberarse de la necesidad del contrafuerte, para alcanzar esos célebres arcos catenarios, que se ajustan perfectamente al comportamiento mecánico del edificio.

Ese logro comporta una generación y una concepción del espacio arquitectónico singulares; tal es la revolución -cabe decirlo así- que hace de formas constructivas con la utilización de bóvedas tabicadas, donde lleva este sistema -que se ancla en la tradición popular catalana- a unas cotas insospechadas: sus superficies regladas de intradós convexo –como es el parabloide hiperbólico- no habían sido vistas hasta el momento, y para encontrar epígonos tendríamos que pensar ya en figuras como Félix Candela, que median el siglo XX.

Su dominio del comportamiento mecánico de los edificios es tal que llega a vulnerar aparentemente –contradictoriamente- este mecanismo, en ese algo que –como explicaba muy atinadamente Zabaleta«esperpenta la forma»; estoy pensando, por ejemplo, en el primitivismo expresionista de los pilares y bóvedas de la Cripta de Santa Coloma.

Son temas, en fin, que dejo sobre la mesa. No voy a alargar más estas ideas introductorias y sí quisiera que, antes de dar la palabra a los ponentes de la mesa, D. Ignacio Buqueras -como Presidente de la Fundación Independiente, que ha promovido estos encuentros con la figura de Gaudí-, nos dirigiera unas palabras. Gracias.

 

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Independiente

Muchas gracias, Presidente de la Comisión de Cultura del Colegio de Arquitectos de Madrid, por tus palabras introductorias. Sr. Decano del Colegio de Arquitectos de Madrid, y Patrono de nuestra Fundación, Sres. ponentes y respetable público. Algunos de ustedes estuvieron en el Centro Cultural Villa de Madrid, posteriormente en el Ateneo y espero que continúen en esta ruta gaudiniana para conocer y profundizar en esta gran figura, la figura más importante de la arquitectura española de estos dos últimos siglos.

Como Presidente de la Fundación Independiente me cabe dar las gracias al Colegio de Arquitectos de Madrid. Cuando planteamos la posibilidad de que una de las mesas redondas se celebrara en su sede, todo fueron facilidades.    La figura de Gaudí consideramos que es de singular importancia. Aquí hay cuatro personas que van a hablar en profundidad sobre Gaudí, sobre este genial arquitecto. Gaudí, desde su más tierna infancia, dijo que quería ser arquitecto y murió dedicado plenamente a su profesión. Fue un profesional que, al no haber formado una familia, dedicó toda su vida, todos sus esfuerzos -incluso llegando a un misticismo- a su carrera y, fundamentalmente, a la Sagrada Familia. Gaudí, considero es un excepcional ejemplo para las generaciones presentes. Su dedicación al trabajo, su espíritu de superación, y su tenacidad son ejemplares.

Permítanme que les invite a sumarse al homenaje y a la admiración que muchos sentimos por la obra de Antoni Gaudí firmando en las hojas que a la salida tienen a su disposición. En ellas, junto a un autógrafo pueden expresar un pensamiento o una reflexión.

Para finalizar les recuerdo que está prevista también la publicación de un libro que recogerá todas las intervenciones que se produzcan en estas mesas redondas, no solamente de los ponentes y de los moderadores sino también del público que participe y que quiera formular alguna pregunta que, sin lugar a dudas, a todos nos enriquecerá. Muchas gracias.

 

JOAN BASSEGODA NONELL

Conservador de la Real Cátedra Gaudí

Ponente

Muchas gracias. Querido Presidente de la Fundación, queridos colegas, queridos amigos, querido Fernando -¡tantos años!: este señor estaba en mi Tribunal de Oposiciones … y ha llovido desde entonces, en el 68-: les tengo que pedir perdón porque me tengo que ir en seguida en el Puente Aéreo a Barcelona porque este año Gaudí me tiene absolutamente absorbido y no hago más que pedir al cielo que llegue el 2003 y podamos estar un poco más tranquilos. Lo hago, como es natural, con mucho gusto como Conservador de la Real Cátedra Gaudí.

Algunas observaciones. Han puesto mi nombre en catalán y tiene un problema porque esto, en inglés, quiere decir Juana Bassegoda. El famoso físico y químico Juan Oró, en Estados Unidos le llamaban Joan Oró, que es un nombre de mujer, y esto es grave. Por lo tanto, yo, cuando escribo en castellano o estoy en Madrid, me pongo Juan. Aparte de que la pronunciación es otra porque se escribe Joan pero se pronuncia «yuan». Son esos misterios del bilingüismo que dominamos en Cataluña.

Tendré que ser forzosamente breve pero me gustará ser muy conciso. Se habla de Gaudí con un enorme interés. Dos millones de personas han ido a Barcelona a ver la obra de Gaudí; no se enteran de nada porque meter 40.000 personas en el Parque Güell es como aquella película de «La marabunta» pues lo estropean todo, lo destruyen todo y no ven nada. Gaudí es una cosa más seria. El título de esta reunión de hoy es Gaudí arquitecto. Efectivamente, Gaudí empezó la carrera en la Facultad de Ciencias en Barcelona en 1869, ingresó en la Escuela Provincial de Arquitectura en 1873 y recibió el Título el 15 de Marzo de 1878 pero, aquel mismo día, al enterarse, le dijo a su ayudante, Lorenzo Matamala: «Lorenzo: dicen que ya soy arquitecto», porque él se consideraba como tal desde mucho antes. Pero no como arquitecto pues yo creo que Gaudí no es un arquitecto: es un constructor.

La arquitectura es un arte, una ciencia antiquísima que tiene unas formas que se han repetido a lo largo de la historia; es más, es un arte y una técnica que ha utilizado siempre la misma geometría que es el lenguaje de la arquitectura y la geometría de Gaudí no es la de los arquitectos, es completamente distinta. Por eso él llama tanto la atención hasta el extremo que entienden mejor a Gaudí los niños que los arquitectos porque los arquitectos tenemos ya la mentalidad conformada con las formas que se pueden dibujar con el compás y la escuadra y las que no se pueden dibujar con el compás y la escuadra, se rechazan. Y eso no es verdad. Gaudí era un hombre muy sencillo; era un hombre con una gran clarividencia, con una gran ingenuidad. Nació en el campo de Tarragona y él hablaba siempre de aquel paisaje que es el paisaje mediterráneo donde la luz llega a 45 grados, donde las cosas se ven tal como son. El no tuvo ningún antepasado arquitecto; por lo tanto, no pudo tener esa deformación profesional que tenemos muchos que somos de familias de arquitectos. El tenía los ojos simplemente para ver lo que tenía delante.

Precisamente -y esto es una primicia que les doy, supongo que les alegrará- tengo una filmación de Gaudí, la única conocida. Asistió a la boda del hijo de un carpintero que había trabajado toda su vida con él -Juan Munné- y se le filmó. Hay ocho fotografías de Gaudí o nueve y esta filmación. Juan Munné, que lo conocía muy bien y con el cual tenía mucha confianza, dijo la famosa frase de «Gaudí tiene la cabeza clara». Esto es lo más difícil que hay porque hacer empanadas mentales y hacer larguísimos discursos y teorías filosóficas es muy fácil pero decir la cosa … Eso lo dice Cervantes: «no hay nada malo en decir a las cosas por su nombre» y eso fue lo que hizo Gaudí. Gaudí, con esta ingenuidad, vio que la naturaleza tiene estas formas no solamente decorativas sino estructurales fantásticas que no se hacen con la geometría de los arquitectos que se hacen con esta geometría que ha citado Javier: la geometría reglada del hiperboloide, del paraboloide, del conoide y del helicoide. Nombres horribles inventados por Euler que, mira que a mí me lo han dicho muchas veces: «paraboloide hiperbólico, tu padre», porque es que parece un insulto. Sin embargo, es una cosa sencillísima. Existe en la naturaleza millares, millones de paraboloides hiperbólicos. Esto que hay entre los dedos de las manos es un paraboloide hiperbólico que son dos directrices los dedos y las generatrices son los tendones que son dos líneas rectas. Los huesos del fémur son un hiperboloide. Las hojas de los árboles, muchas veces, son conoides. Son formas que existen en la naturaleza.

¿Gaudí ha inventado una cosa extraña?. Pues no, Gaudí tuvo la clarividencia de ver que aquello que hay en la naturaleza se puede transferir a la arquitectura y la naturaleza es inmensamente sabia. Y además, no solamente es inmensamente sabia -que él lo mantuvo siempre- sino que es totalmente funcional. Un árbol es como es y no puede ser de otra manera. Así, el que busca la belleza, se pierde en la estética, la filosofía del arte y en la teoría del arte. En cambio, el que busca la funcionalidad llega a la belleza. Lo que pasa es que tenemos un concepto erróneo de la funcionalidad: es aquel que va a una tienda de muebles y pregunta: «qué mueble tan raro, ¿para qué sirve?» y le contestan: «no sirve para nada, es funcional». No juguemos. Funcional quiere decir que funciona. Otra cosa es el diseño; se puede decir que «el diseñador ha hecho algo que no había hecho nunca» … será porque no hacía ninguna falta porque lo que ha hecho falta ya se ha inventado. Entonces, se cae en el problema de que Gaudí se inventa formas y no, las toma de la naturaleza. Hay quien dice que Gaudí era un barroco, era un fantasmón pero no, perdonen, si Gaudí era barroco, la naturaleza era barroca y la naturaleza es puramente funcional. Entendiendo a Gaudí bajo este punto de vista -yo llevo dándole vueltas a esto cuarenta años- creo que es muy fácil de entender.

Separarlo de la historiografía, quitarlo de la historia de la arquitectura, lo han querido meter en el Modernismo, … Meter a Gaudí en el modernismo es intentar meter en un calcetín del 43 a una persona que tenga un 49: lo desborda por todas partes. El Modernismo es un corto periodo de la historia de la arquitectura muy gracioso que va desde finales del siglo XIX hasta el final de la Gran Guerra; es la Belle Epoque; es la época del Can-Can de París y de los valses de Viena y, al acabar la Gran Guerra, todo desaparece. En cambio, este año se cumplen 76 años de la muerte de Gaudí. Nunca se hizo publicidad, nunca hizo marketing como se dice ahora. En 1910, D. Eusebio Güell le organizó una exposición en París de acuerdo con el Ministro de Asuntos Exteriores francés, Monsieur Hannoteau, y le dejaron toda la planta baja del Grand Palais de París delante del Elíseo. Una exposición fantástica. Gaudí se resistió hasta el extremo de que no fue a París. ¿Cómo se explica que a un artista le hacen una exposición antológica, homenaje en París y no va?. Porque no le importaba esto. Fue porque estaba dedicado a la arquitectura. No hizo nada más. Ni se casó, ni viajó, y escribió un solo artículo en toda su vida. Gaudí jamás repitió una solución, jamás. No le hacía falta. Tenía una particella tan grande que era la naturaleza que le brindaba tantas soluciones que no tuvo que repetir ninguna cuando los arquitectos siempre estamos repitiéndonos a nosotros mismos o copiando de las revistas o copiando de otro arquitecto. Cuando se dice que Gaudí no ha dejado una escuela, es verdad porque el mensaje de Gaudí es: «no me copiéis a mí, copiad a la naturaleza y llegad a soluciones distintas de las mías pero tan buenas o mejores porque la naturaleza es una fuente de inspiración». Además, esto tiene una raíz más profunda. La originalidad es volver al origen, decía y el origen es volver a la naturaleza pero la naturaleza no sale por generación espontánea, es creación divina, es el concepto franciscano de Gaudí: que la naturaleza debe ser amada como obra de Dios. Por tanto, ya le da una trascendencia muy distinta a las obras de los demás arquitectos.

Jamás actuó como un arquitecto. Los arquitectos se relacionan entre ellos y él perteneció a la Sociedad de Arquitectos de Cataluña durante una temporada pero se dio de baja enseguida. No leía nada que hablara de él en la prensa. Se le incitó para que se hiciera político y presentara su candidatura al Parlamento de España y dijo que no. Hay una frase maravillosa de Félix Cardellach -arquitecto e ingeniero, Catedrático de Construcción de la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona- que dice que Gaudí tiene la cabeza llena de imágenes que ni él mismo sabe el tesoro que tiene metido allí. Las va desarrollando sin conexión con los demás, sin conexión con las otras escuelas. Gaudí, es tan extraño porque es totalmente distinto de los arquitectos, quedó al margen de la historia de la arquitectura. Muere, además, en el 26 cuando Gropius instala el Bauhaus en Dessau que es la negación de la idea gaudiniana y queda arrinconado. Ahora, todo el mundo va detrás de Gaudí y se empieza a decir que Gaudí formaba parte del movimiento moderno. ¡Qué tontería!. No tiene nada que ver pero hay que meterlo como sea y ahora, resulta que dicen que no era tan religioso, que era masón … Pero esto no se aguanta porque ninguna de esas afirmaciones que van repitiendo por ahí tiene base y, por tanto, no se puede mantener. Gaudí es un caso muy especial. Lo dijo José Pla: «Gaudí inventó la arquitectura porque hizo lo que nadie había hecho antes que él ni nadie ha hecho después de él». Es lamentable porque no estábamos en una época en la que se hablase tanto de la ecología. El arquitecto ecológico por excelencia es Gaudí, no solamente porque toma modelos de la naturaleza sino porque tiene una imaginación desbordada, fantástica. No es fantasía, es imaginación. Imaginación viene de imago, de ver la verdad de las cosas. La fantasía es el subconsciente. La gente que tiene la suerte de trabajar o vivir en una casa de Gaudí lo disfruta. Yo, que trabajo en una cuadra hecha por Gaudí, me paso allí los días de la semana e incluso los domingos porque, si uno está trabajando y levanta la vista y ve aquellos arcos catenáricos, se le ensancha el alma. La viuda del notario Roca Sastre, que de toda la vida vive en la Pedrera, dice que vive en el paraíso. Es curiosísimo ver una arquitectura que gusta porque se parece a nuestro propio cuerpo. El hombre, al fin y al cabo, es un cuadrúpedo y es un mamífero; es homo sapiens por clasificación pero no es más que un mamífero y lo es en el bosque, en la playa o encima de un prado, no metido en cajas, encajonados. Gaudí hace unas casas que parecen proyección. Como los muebles de Gaudí; dicen que son orgánicos y es verdad porque son el molde del cuerpo humano. Una silla ha de ser exactamente el molde de aquella parte de la espalda donde pierde su honesto nombre y, si no es así, es incómodo. Será muy bonita de diseño pero las sillas son para sentarse, no para que les den premios. La naturaleza jamás ha intentado ganar premios ni concursos. Hace las cosas por necesidad y nada más, y eso es lo que intentó Gaudí.

No pretendió nunca ni premios, ni condecoraciones, ni distinciones sino hacer sencillamente lo que veía en la naturaleza y lo veía con ojos de un chico de un pueblo, de una ciudad pequeña que, cuando se dibuja su propio pupitre y pone unos apliques de latón fundido que representan insectos, los describe diciendo: «aquí se pondrá el “caballet del Rey” y, por el otro lado, el “plegaderu del rostolls”. Éste último, en catalán, es la mantis religiosa pero no usa este nombre sino el que le dan los campesinos del campo de Tarragona y el caballet del Rey es la libélula. Es decir, está más próximo a los campesinos a modo de arquitectura popular, a modo de arquitectura sin arquitectos -eso le interesaba muchísimo- como esas barracas de viña que son unas barracas bellísimas con esas estructuras preciosas; unas estructuras, además, de perfil catenárico que hacen los campesinos desde hace mucho tiempo. Este Gaudí no arquitecto sino constructor y con una gran imaginación y una gran vocación para su profesión es el que ahora celebramos su ciento cincuenta aniversario. No me quiero alargar más; hay otros ponentes que tienen que hablar y yo tengo que «escaparme». Así, como yo me escapo, podrán maldecirme todos ustedes pues yo no lo oiré y, por lo tanto, oídos que no oyen, corazón que no siente. Muchas gracias.

 

JAVIER GARCÍA MOSTEIRO

Presidente de la Comisión de Cultura del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid

Moderador

No te vayas todavía porque el tema que has sacado, seguro que exige alguna matización. Verdaderamente, ha sido muy interesante esta visión de Gaudí como arquitecto en la naturaleza. Posiblemente, algo aprendiera de su maestro Juan Torras, que siempre hablaba de la lección inagotable del “gran libro de la naturaleza” (que, por otra parte, es tema recurrente en el Medioevo; y que Galileo también trató de forma tan explícita en sus ensayos). Creo que Joan ha sentado el tema para abrir una interesante discusión.

DELFÍN RODRÍGUEZ RUIZ

Catedrático de Historia del Arte

Ponente

Buenas tardes. Yo también quiero agradecer a la Fundación Independiente y al Colegio de Arquitectos su amabilísima invitación a participar en esta mesa redonda con historiadores de la arquitectura a los que siempre he admirado, apreciado y estudiado con muchísimo interés. Incluso, he tenido la oportunidad de debatir con ellos sobre otros temas y, especialmente, con el profesor y arquitecto Joan Bassegoda a través de las ondas en la radio a propósito de Gaudí. Nos conocíamos, por tanto, a través de la palabra y no personalmente. Estoy, además, particularmente encantado de estar en una mesa con D. Fernando Chueca Goitia. Yo siempre digo una cosa y lo he escrito muchas veces: antes de empezar cualquier tema, cualquier texto o una conferencia, siempre voy a los textos de don Fernando porque siempre hay una frase que ilumina de alguna manera lo que yo quiero decir, lo que yo quiero contar. Me fío de su palabra y me fío de su escritura. A partir de ahí, construyo mi propio discurso pero siempre lo uso de referencia que me ayuda a admirar.

Dichas estas presentaciones previas, debo decir que -como historiador del arte- nunca he escrito, como han escrito mis colegas en la mesa, monografías y grandes estudios enjundiosos, eruditos, fantásticos sobre la obra de Gaudí. Mi aproximación es, simplemente, la de un interesado, la de un diletante, la de un historiador del arte y de la arquitectura. A mí, Gaudí siempre me ha parecido raro. En ese sentido, la presentación que hacía ahora mismo Juan Bassegoda era bastante precisa y clara de esa impresión de rareza que a mí me produce Gaudí. Su presentación, conociendo como él conoce minuciosamente, teóricamente, conceptualmente e historiográficamente la obra de Gaudí no deja de sorprender y me encanta que lo haya hecho de esta manera porque a mí me permite discutir.

Convertido en ese arquitecto raro que es Gaudí en mi opinión, extraño o arquitecto legendario o arquitecto de leyenda en una suerte de arquitecto espontáneo, en constructor, observador de la naturaleza, un arquitecto sin cualidad de arquitecto, un arquitecto sin formación histórica o que niega el tiempo a la historia en su arquitectura construida, que elimina la historia de la arquitectura de sus propias obras, que elimina la geometría en el sentido disciplinar de la palabra para convertirla en una geometría simbólica son todos elementos que yo, en principio, comparto pero de una forma relativa. Todas estas observaciones en apariencia naturales, espontáneas, apartadas de la historia, de la cultura, de la civilización, de la erudición, etc., en realidad están revelando un arquitecto profundamente erudito, profundamente culto. Estamos hablando de un hombre que conoce muy bien la historia de la arquitectura y la práctica de la arquitectura para poder luego parecer que es un arquitecto que se inhibe de su propia condición de tal. Esto es un gesto de inteligencia muy apropiado, que le permite, además, situarse fuera de la historia. Esto no se hace por un carácter espontáneo o por una inteligencia providencial. Se hace por una toma de conciencia. De hecho -ahora mismo lo comentaba Javier y también Juan Bassegoda- hemos visto cómo Gaudí ocupa un lugar muy difícil en la historia de la arquitectura. Es muy difícil encajarlo. ¿Qué es?. ¿Un arquitecto del siglo XX?. Posiblemente no, aunque vive en el siglo XX. ¿Es un arquitecto modernista?: seguro que no, está en las antípodas del modernismo. ¿Es un arquitecto del movimiento moderno?: por descontado que no. ¿Es un arquitecto Barroco?: unos dicen que sí. ¿Un arquitecto mudéjar, como proponía Fernando Chueca hace muchos años?: pues, posiblemente, también. Existe una tradición que procede de la cultura islámica y de la cultura andaluza del renacimiento verdaderamente interesante que, sin duda, también Gaudí conocía. ¿Es premonición o anticipación del cubismo a través del collage del trencadís?: posiblemente también. Puede ser, como querían Dalí y Man Ray en la revista Minotauro en 1933, un arquitecto surrealista que hacía arquitecturas comestibles, blandas, putrefactas, casi de un buen obrador pastelero. Otros dicen que es un anticipador del expresionismo arquitectónico. Se han dicho tantas cosas de él que esa es su mejor cualidad para decir: era, precisamente, todo eso porque estaba fuera de la historia, al margen de la historia. No quería estar, ni siquiera, en la metrópoli contemporánea. Por eso no podía ser, tampoco, un arquitecto del movimiento moderno.

¿Qué era Gaudí?. Esta es la gran pregunta que tras numerosos estudios, de una forma tan contradictoria nos plantea en su presentación Juan Bassegoda. Decía que las arquitecturas de Gaudí les encantan a los niños. Es curioso porque hace unos años Fernando Chueca escribió a propósito de la arquitectura de Gaudí señalando una proximidad que él descubría en algunos momentos entre algunas arquitecturas de Gaudí y los dibujos de Walt Disney. Hay algo en el Park Güell, hay algo en otras arquitecturas de Gaudí de esos edificios que parece que se van a poner en marcha, a caminar o que te van casi a devorar de dibujos amables pero que también presagian momentos trágicos como son los dibujos animados históricos de Walt Disney. Ciertamente, algo de “Disneylandia” tiene el Park Güell. Ya nos describía Joan esas 40.000 personas entrando de sopetón en el Park Güell como en Disneyland o como en cualquiera de los otros parques temáticos que conocemos recientemente. Por lo tanto, todos estos elementos mezclados me hacen confirmar que, efectivamente, nos encontramos ante un arquitecto raro, un arquitecto legendario que se construyó su propia leyenda.

Desde ese punto de vista, quisiera señalar -para no extenderme mucho porque seguramente en la discusión saldrán otros temas- algunas cosas. Es un arquitecto legendario por muchos motivos. Es un arquitecto de leyenda en el sentido tradicional de la palabra, de las leyendas de artistas y arquitectos que parecen siempre leyendas escritas de antemano de tal manera que, al final, la vida del artista o la vida del arquitecto lo único que tiene que hacer es ajustarse a la leyenda ya escrita de antemano por la historiografía, por los cuentos, por las leyendas populares, las cultas, etcétera. Sobre esto escribieron Ernst Kris y Otto Cult en los años veinte un libro precioso que se llama La leyenda del artista. Venían a confirmar que, en efecto, todas las vidas de los artistas, legendarias, están ya escritas. Les toca a los arquitectos y a los artistas ajustarse a patrones de comportamiento ya escritos y anunciados. Desde ese punto de vista, es curioso en la vida de Gaudí, en su obra, tantos comportamientos legendarios que se pueden encontrar en leyendas escritas con anterioridad. Hay, incluso, leyendas vitruvianas. ¿Quién nos diría que Gaudí pudiera ser un arquitecto vitruviano?. Hay, por supuesto, leyendas bíblicas y sagradas. Nos parece mucho más fácil que pueda ser un nuevo Hiram, constructor del Templo de Salomón, que no un Vitruvio. Nos parece más fácil que pueda ser un Lanrod o un Fadeg, constructor de la Torre de Babel, que no un Vitruvio. Sin embargo, por ejemplo, se cuenta que algunos de los diseños para Comillas de algunas puertas de entrada camino del Capricho de Comillas los dibujó en la arena de la playa. No sabemos si en la arena de la playa en Cataluña o en la arena de la playa en Santander; sobre eso hay dudas de si estuvo o no alguna vez en Santander. La leyenda es vitruviana. Vitruvio, para demostrar la importancia de la geometría, cuenta la leyenda en la que unos intelectuales filósofos y geómetras griegos se perdieron en una barca, llegaron a una isla desconocida, desembarcaron atemorizados y lo primero que vieron en la arena de la playa fue unos dibujos de figuras geométricas y dijeron: «no nos preocupemos, aquí hay hombres».

En segundo lugar, si hay alguien capaz de convertir la naturaleza en arquitectura y hacer expresiva la naturaleza en arte y viceversa -convertir el arte en naturaleza-, ese fue Dinócrates con Alejandro Magno. ¿Qué hizo en el Park Güell Gaudí con Eusebi Güell?: construir una suerte de ciudad ideal del Monte Atos proyectada virtualmente en la leyenda vitruviana por Dinócrates de Macedonia para Alejandro Magno. ¿Qué relación hubo entre Güell y Gaudí en el Park Güell?: una relación histórica, legendaria, como era la de entre Vitruvio y Dinócrates. Las formas naturales, esa arquitectura que procede siempre de la naturaleza. Los centenares de columnas, capiteles distintos construidos con los propios materiales de la tierra imitando las formas de la naturaleza como acompañándola, como acariciándola, son la leyenda del origen natural de la arquitectura que es vitruviana. Es la leyenda de Calímaco cuando descubre el capitel corintio. Sobre el mito del origen natural de la arquitectura hay muchos elementos en la predicción vitruviana y, sobre todo, en la literatura sagrada y en la Biblia. ¿Qué paralelismo tiene la relación Dinócrates – Alejandro con Eusebi Güell – Gaudí?: es una relación laica pero tuvo una relación y una comprensión sagrada de la arquitectura y ahí está la Sagrada Familia o la Capilla de la Colonia Güell en Santa Coloma para demostrarlo. Allí, Hiram se comportó como el gran arquitecto del templo. Además, es curioso, Hiram no tuvo discípulos, fue asesinado por envidia. Hiram no tenía planos; los planos se los dictó oralmente Salomón y a Salomón, directamente Dios. Manejaba e improvisaba. Quisieron descubrir el secreto sus seguidores -aparejadores, arquitectos, etcétera- y le mataron por eso; le esperaron a la salida del templo y le mataron por eso.

Gaudí es constructor de una Torre de Babel impresionante como es la propia Sagrada Familia de Barcelona pero es que la Sagrada Familia es también un Arca de Noé en el sentido sagrado de la palabra: lugar de salvación y lugar donde se guardan todas las maravillas de la naturaleza. Por eso, todas las torres son cipreses; los animales de la naturaleza recorren la fachada de la Sagrada Familia. Asimismo, Gaudí es un arquitecto de la luz y, en ese sentido, si uno mira la orientación cronológica de las fachadas de la Sagrada Familia descubrirá que la fachada del Renacimiento da, precisamente, al levante, al amanecer del sol o la fachada de la Pasión da a poniente, al morir de la luz del sol y la fachada de la Resurrección, de la Gloria, da al mediodía, a la plenitud luminosa.

Arquitecto de la luz, de la naturaleza, de la cronología del tiempo, legendario desde un punto de vista vitruviano y legendario desde un punto de vista sagrado -con esas relaciones laicas y sagradas con Eusebi Güell y con los componentes religiosos del nacionalismo catalán a la hora de construir la Sagrada Familia-. Pero también decían, dicen, que anticipa muchas cosas. Brutalista, expresionista -en la Casa Vidal y algunas otras soluciones-, surrealista -en otras tantas como la Casa Batlló-, cubista -a través del collage del Park Güell o en la terraza del Palacio Güell-, constructor de “Disneylandia” en el Park Güell, … Desde ese punto de vista de las relaciones con las vanguardias históricas y con el movimiento moderno, cuando se presenta en París -que es una cuestión que yo no tengo clara y que seguro que los especialistas en Gaudí, verdaderos especialistas no como yo, me lo pueden solucionar- en la Exposición de París de 1910 -tan importante, como ha mencionado Juan Bassegoda-, los dibujos que se presentan -por lo que sabemos por el álbum publicado después- son dibujos desnudos. ¿Por qué se presenta Gaudí con dibujos desnudos?. ¿Por qué no eran suyos?. ¿Por qué deja que su imagen de arquitecto, su piel de la arquitectura desaparezca y sea una arquitectura transparente?. ¿Cómo es posible?.

 

JOAN BASSEGODA

Conservador de la Real Cátedra Gaudí

Ponente

Es que él no quería hacer planos. Mandó las maquetas y entonces el Sr. Güell mandó a un arquitecto, Juan Alsina, que hiciera los planos. Yo me tengo que ir. Simplemente, déjame decir algo sobre tres cosas que has dicho tú. Gaudí es un vitruviano y, cuando le dijeron, «usted habla de los griegos muy bien y mire lo que hace en La Pedrera», Gaudí respondió: «los griegos, ahora, lo harían así». Por otro lado, el Parque Güell es Delfos. Eusebio Güell quería hacer la reproducción de Delfos, que se estaba excavando en aquel momento y por esto pone un Templo Dórico que es el Templo de Apolo, pone al Dragón Pitón, etc. y Gaudí se ve abocado a hacer un templo dórico aunque él nunca hizo arquitectura clásica y lo hizo muy mal. Finalmente, de la Biblia no hay tiempo para hablar pero, sobre todo en el Antiguo Testamento y en el Apocalipsis hay muchísimas referencias en Gaudí.

 

DELFÍN RODRIGUEZ

Historiador del arte

Ponente

Voy a seguir e intentaré ser muy breve. Yo tenía muchas notas y todas son dudas, como podrán comprobar. Aparte de estas observaciones que acabo de hacer, hay algunas connotaciones que a mí siempre me han sorprendido en Gaudí. ¿Puedo preguntar y decir que, a pesar de lo dicho hasta ahora, Gaudí era un erudito? Hemos visto las interpretaciones que desde los contemporáneos se hacen de su arquitectura: modernista, cubista, surrealista, expresionista, brutalista, etc…, pero si uno mira solamente el elenco de soportes, de columnas, que usa Gaudí en su arquitectura construida, podría ser un tratado de los órdenes de la arquitectura verdaderamente extraordinario con más de 100 variantes de soportes acompañado de cien variantes de basas distintas y de capiteles distintos. Muchos de estos órdenes son rastreables en la propia historia de la arquitectura. Por eso hablo de erudición en la historia de la arquitectura. De hecho, hay una suerte de agrupaciones de tres columnas en el Palacio Güell de Barcelona que, como sistema de alineación de una columnata en una arquitectura arquitrabada, nace en el siglo XVIII por medio de un arquitecto francés que publica en los años 80 del siglo XVIII un retrato que se llama El orden francés encontrado en la naturaleza. Orden con basa triangular que agrupan y juntan tres columnas como realiza Gaudí en el Palacio Güell. La escalera de la Casa Batlló, las arquitecturas y otros objetos construidos en la naturaleza en el Parque Güell recuerdan a Fontainebleau y a Pratolino. Conocía Pratolino y Fontainebleau. La cúpula que corona el Palacio Güell al exterior recuerda la tumba etrusca del Rey Porcena, y aquí la relación de Güell con el origen etrusco del catalán se convierte en un argumento que nos puede ayudar a entender que, en efecto, pudiera responder a la arquitectura de esta tumba etrusca reconocida en tratados, libros, dibujos de arquitectos, etc.

Por otra parte, en el significado bíblico, sagrado, de la arquitectura de Gaudí hay una cuestión muy importante. El tema del etrusco lo promueve financieramente Güell, el estudio del etrusco como origen del catalán. Historiográficamente y lingüísticamente hablando, la tradición desde el siglo XVI dice que el etrusco es un resto que queda de la lengua que se hablaba en el Paraíso. Por tanto, el etrusco sería una especie de dialecto que en la periferia va perdiendo connotaciones sagradas de la lengua del Paraíso. Pero es, precisamente, lo que está promoviendo parte de la ideología del nacionalismo catalán por medio de Güell en su propio Palacio Güell. Sería destacable, por tanto, ese componente etrusco de la arquitectura de Güell, del Palacio Güell. Habría muchas más erudiciones de contenido medieval. Por ejemplo, en la Casa Calvé, en el zaguán de entrada que acoge la caja del ascensor, hay cuatro órdenes salomónicos: uno medieval, el salomónico berniniano, de la columna torsa, etc. Era un erudito. Era un tipo raro, arquitecto, sagrado, laico, legendario, vitruviano, etc. No hablemos de su taller y lo que todo eso implica. Como un desierto carmelita dentro de la propia metrópoli catalana era su estudio, su taller en la Sagrada Familia.

Para terminar, diré que ha comentado Juan Bassegoda que se conservan muy pocas fotografías de Gaudí. Las que se conservan son, casi siempre, o en ceremonias familiares de su juventud con algunos miembros próximos a su familia o de carácter ceremonial o litúrgico, de carácter religioso. Sin embargo, todos se olvidan de una cosa: hay un dibujo -dibujo caricatura, dibujo de boceto de recuerdo- de Opisso con motivo del viaje de Unamuno a Barcelona en el que coinciden Unamuno,  Maragall y Gaudí. ¿De qué hablarían?.

 

JAVIER GARCÍA MOSTEIRO

Moderador

Se nos ha ofrecido una imagen de Gaudí -complementaria a la que ha comentado el Profesor Bassegoda- como autor consciente de su propia leyenda. Ahora, Carlos, si quieres, nos ofreces tu punto de vista.

 

CARLOS FLORES LÓPEZ

Doctor arquitecto

Ponente

Buenas tardes. Quiero agradecer, como los colegas que me han precedido, al Colegio de Arquitectos de Madrid y a la Fundación Independiente la posibilidad de estar aquí con ustedes.

En primer lugar, querría comentar con Delfín sobre esta curiosidad que ha planteado sobre el dibujo de Opisso en el que está Gaudí y en el que está Unamuno. Es muy difícil saber de qué hablarían pero yo sí se en un momento determinado de qué hablaron Gaudí y Unamuno. Gaudí, que ahora quieren hacerle santo, no lo era tanto. Si se leen anécdotas que tomaron directamente sus “cuatro evangelistas”, sus cuatro colaboradores y discípulos entusiastas, a los que yo llamo sus cuatro evangelistas porque tomaban nota de todo lo que decía Gaudí y, además, lo publicaban. Con motivo de una visita de Unamuno -que quizá fue la que aprovechó Opisso para hacer este dibujo- a la Sagrada Familia, uno de estos evangelistas cuenta que Unamuno se quedó frente a la Sagrada Familia y, para recalcar la impresión, comentó -teniendo al lado a Gaudí-: «no me gusta, no me gusta, no me gusta», a lo cual, Gaudí, también muy tranquilo, dijo: «no le agrada, no le agrada, no le agrada». Sobre los dibujos de Opisso -todo esto es al margen de lo que yo pensaba hablar- hay muchos de ellos, por lo menos una docena, en los cuales el personaje es Gaudí y la mayoría de ellos rodeados con gente del Clero porque él era íntimo de sacerdotes, de Obispos, … Yo conocí a un dibujante de cómics, Figueras, que había conocido a Opisso que hará unos veinte años que murió y que era uno de los contertulios de Les quatre gats, estuvo en París y fue íntimo de Picasso, de Casas Carbó, etc. Luego, se acobardó el hombre un poco y se volvió a Barcelona y allí hacía ilustraciones -que mandaba también a París- pero tenía problemas económicos y durante una temporada, Opisso fue delineante en la Sagrada Familia a las órdenes directas de Gaudí y Figueras me contaba que, a su vez, le contaba Opisso o un amigo suyo que si quería ver a Opisso blasfemar, no había más que nombrarle a Gaudí. Es decir, se ve que Gaudí era un hombre de un carácter bastante temible. Él decía: «yo he intentado siempre dominar mi genio pero no lo he conseguido». Esta puede ser también una aportación al tema de la canonización gaudiniana.

Querría hablar muy brevemente, porque todos decimos que vamos a ser muy breves y luego nos pasamos del tiempo, sobre dos momentos muy concretos de Gaudí desde el punto de vista del lenguaje. Se ha tratado temas de la relación estructura – forma en Gaudí, de la erudición, de los modelos más en boga que podrían existir en su momento pero acerca del lenguaje y deteniéndonos en aspectos muy concretos creo que no se ha hablado hasta ahora, siendo como es una de las herramientas esenciales del arquitecto. Me querría referir al lenguaje de su primera época, no a la época “pre – Gaudí”, cuando aún era alumno de la Escuela de Arquitectura y ya trabajaba con todo el que se dejaba (necesitaba dinero y hacía horas extras siempre que le era posible), sino del primer Gaudí. Hay un primer Gaudí que construye entre 1883 y 1887 tres obras que yo he llamado varias veces en libros y artículos «obras manifiesto», porque Gaudí hablaba mucho con sus amigos, con sus discípulos, alumnos y admiradores; con ellos era muy abierto y comentaba sobre arquitectura y otras muchas cosas pero no se mostraba partidario de pasar al papel sus teorías. Estas “obras manifiesto” representan sus ideas construidas, obras en las que Gaudí refleja aquellas conceptos que para él definían una arquitectura de su tiempo y que nunca expresó por escrito. Se trata de dos pequeños edificios – dos «torres», como se llama en Cataluña, de dos villas-: la Villa El Capricho en Comillas, Cantabria, y la Casa Vicens, en lo que era el Pueblo de Gracia, hoy un barrio de Barcelona, en la calle de Las Carolinas. La tercera (que es la que se extiende por más tiempo porque son varias construcciones que la integran), es una conjunto de Pabellones que hizo para el Conde de Güell en su Finca de Pedralbes: la casa del portero -a la entrada, a la izquierda-, el edificio de cuadras y caballerizas -que es donde el Profesor Bassegoda pasa esos ratos tan buenos y además, me lo explico porque es un recinto verdaderamente agradable- y una serie de pequeñas construcciones como la cerca y la famosa puerta de hierro con ese dragón que en un tiempo se dijo que cuando se abría la puerta, tenía un mecanismo tal que el dragón parecía que se precipitaba ante el visitante, cosa que nunca ocurrió porque siempre fue un dragón completamente quieto y pacífico y no tenía el menor movimiento.

Estas primeras “obras manifiesto” interesa mucho destacar su prioridad respecto de cualquier otra de las pertenecientes a las vanguardias que surgen alrededor de 1900 en Europa. Los críticos y los historiadores de arquitectura europeos, –Pevsner, Zevi, Guideon, etc-, consideran que el primer edificio que pretende salir de esa situación de rutina, de cansancio y de repetición en que se encontraba la arquitectura en los años finales del siglo XIX con los historicismos, eclecticismos, etc…, es un edificio de Victor Horta situación según libros que aún se publican, en la calle Turín de Bruselas, la Casa Tassel, (que realmente está en la calle de Paul Emile Janssen ya que Turín se llamaba en tiempos lejanos) y que fue construida diez años después que las obras-manifiesto gaudinianas.

Entre los años finales del siglo XIX y principios del XX van apareciendo en los principales países de Europa, países más desarrollados y artísticamente más vivos, una serie de movimientos nacionales: el Art  Noveau belga – francés; la Secession vienesa; el Jugendstil alemán; el Modern Style del área anglosajona; el Liberty italiano, y por supuesto el Modernismo. Estos movimientos, dentro de sus variaciones, a veces importantes, no pueden ser calificados en su conjunto como Art Nouveau algo que se suele hacer en numerosos tratados y con lo que yo no estoy de acuerdo; es cierto que ofrecen puntos comunes como son el subjetivismo, el lirismo, la ruptura con los lenguajes históricos; son estilos de gran profusión ornamental en los que se da mucha participación a las artes aplicadas (cerámica, hierro, pinturas, mosaicos). Todos estos movimientos tienen en común lo que de sus propias denominaciones se podría deducir; nos hablan de libertad, de ruptura, de modernidad, etc., indicando el deseo compartido de pasar una página en la historia de la arquitectura. Veremos que el Modernismo catalán, por causas sobre todo del sentimiento político de afirmación nacional, difiere en este aspecto.

Estos tres edificios de Gaudí que se construyen entre 1883 y 1887 se anticipan, como mínimo, en casi diez años a estos movimientos europeos citados. Y esto nada tiene que ver con ningún tipo de chauvinismo: son datos objetivos. El Modernismo catalán, que se inicia con estas tres primeras obras de Gaudí, se anticipa en una década a todos los análogos que vendrán después. Gaudí también tiene la suerte de que al poco tiempo de acabar estas tres obras, se celebre en Barcelona (1888) la Primera Exposición Universal, aquella que puso a Barcelona en la órbita de las grandes ciudades europeas; la que desmontó la Ciudadela y construyó una serie de jardines y edificios; la que contribuyó decisivamente a una ampliación importante del Ensanche. En esos años se encomienda, desde los medios oficiales, a dos grandes arquitectos pocos años mayores que Gaudí (Lluís Doménech i Montaner y Josep Vilaseca i Casanovas) sendos edificios para esta gran Exposición (a Gaudí no se le encarga ninguno). El Arco de Triunfo a Vilaseca, el Restaurante del Parque -luego Museo de Zoología-, y el Gran Hotel para 800 viajeros -que se construyó en tres o cuatro meses- obra que demostró no sólo su facilidad para crear formas, para inventar, para imaginar, sino su capacidad para construir, como luego lo demostraría en el Instituto Pere Mata de Reus o en el Hospital de San Pablo de Barcelona- son obras que casi solapan cronológicamente con las de Gaudí y que van a ser causa de que la obra de éste no quede como un hecho aislado, raro. Gaudí no es raro. Gaudí es un genio que se sale de la norma. También del Modernismo. Es muy difícil situarle dentro de una única corriente; encasillarle sería empequeñecer a Gaudí. He escrito que Gaudí y Jujol para mí son como una especie de «fumadores pasivos« del Modernismo, respiraban modernismo e, indiscutiblemente, hay (en algunas obras más y en otras menos) un cierto contacto con este movimiento. En cualquier caso pienso que el Modernismo -un movimiento un tanto superficial y frívolo – se encuentran lejos de un  Gaudí, hombre profundo que todo lo piensa y controla, y en cuya labor las ideas de sacrificio y expiación están con frecuencia presentes.

Así el expresionismo será una de las más importantes características y una de las componentes que aparecen como más vivas en su obra. Tanto Gaudí como su ayudante Jujol –del que quería hablar en esa segunda parte y ya no va a ser posible hacerlo- eran profundamente religiosos convencidos y rigurosos. Esto puede dar idea de lo que podría significar una componente erótica (que en los artistas suele estar más acentuada) cuando se tiene “completamente dominada”, como decía Gaudí. Este tipo de tensiones, se reflejan directamente en la obra. Decía el patriarca del surrealismo André Bretón, que los surrealistas buscaban una especie de drenaje espontáneo del subconsciente; desde tales planteamientos conscientes y premeditados parece imposible conseguirlo. No así Gaudí y Jujol que lo “sacaban fuera” sin pretenderlo.

Quería haber hablado de una segunda parte que es las tres últimas obras civiles de Gaudí en las que el lenguaje es totalmente distinto porque abandona todo tipo de referencias a estilos históricos. El expresionismo es lo más dominante -la Casa Batlló, el Parque Güell, incluso la Pedrera– pero no es posible. Hubiera sido muy importante aclarar cómo en el año 82 llegó la figura de Josep María Jujol. Además, el hecho de no tener al Profesor Bassegoda me daba alas porque es uno de los hombres que admite que fuera de Gaudí haya perfección y admira a Jujol creyendo que, siendo 27 años más joven que Gaudí, es de otra generación. De la irrupción tremenda y turbadora de Jujol en la obra y el lenguaje de Gaudí, muy respetuosa para el maestro. Por el momento no es posible. Otra vez será. Muchas gracias por su atención.

 

FERNANDO CHUECA GOITIA

Decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid

Ponente

Muy buenas tardes. ¡En menudo lío me han metido ustedes!. Estoy abrumado. Ha habido aquí unas intervenciones tan eruditas, tan interesantes, tan problemáticas, tan llena de matices que yo ya no se por dónde me ando. La verdad es que la figura de Gaudí a mí me ha atraído siempre de una manera que diría que es casi humana. Es decir, veía un hombre con unas contradicciones internas viviendo en una época más o menos académica y escolástica como pocos, que fue el más rabioso individualista que ha conocido el arte. Para mí, Gaudí no es sólo un arquitecto. Es mucho más que un arquitecto … ¡o mucho menos!. Pero eso es otra cosa. Excede a la arquitectura. Uno de mis primeros trabajos -que aquí se ha citado en Papeles de Son Armadans– se titulaba Gaudí, más acá y más allá de la arquitectura. El observador superficial asegurará también que jamás ha existido un arquitecto menos apegado al pasado, menos tradicional. En una palabra, diríamos que es un arquitecto anti – historicista y, sin embargo, la cosa no es tan simple. En el fondo, volviendo las tornas, podemos decir que Gaudí es uno de los arquitectos más curiosamente historicistas que han existido pero es un historicismo sutil, indirecto, insinuado, metafórico. Esto es lo que distingue a Gaudí de sus contemporáneos del llamado Modernismo: del un Puig Cadafalch, de un Doménech e incluso de otros que no son de la órbita catalana como un Mélida, un Rodríguez Ayuso o un Repullés. Padece también otra contradicción a Gaudí. Gaudí, viviendo el ambiente catalán de fin de siglo, tenía que dejarse llevar a través de toda su obra por el medievalismo, por un neogótico, por un carácter que nos parece que iba vinculado a su obra y, sin embargo, nos sorprende en los primeros momentos con un mudejarismo, con un orientalismo. Mudéjar es una de sus primeras explosiones desorbitada y, en cierto modo, juvenil de su ingenio; me refiero a la Casa Vicençs que construye de 1878 a 1880. Un mudejarismo que está sutilmente latente existe también en el Palacio Güell de 1885 a 1888; es una de las obras indudablemente para mí, maestras de Gaudí y sus interiores son francamente los más exquisitos que haya construido Gaudí por estar tratados con un sentido de la fragmentación espacial plenamente morisco y de ese efecto se desprende un mudejarismo hispánico muy peculiar. Hay otra obra de Gaudí, que es una de mis predilectas, que es el Convento de las Teresas en la Bona Nova cuyas aparejadas fábricas nos recuerdan la caliente textura de los muros toledanos y cuyo interior es también de una máxima originalidad en la sencillez. Es un Convento para monjas Teresas diáfano, claro, sutil, elemental y bello. Esto también indica el orientalismo de Gaudí. No olvidemos que Gaudí hizo un proyecto que, desgraciadamente, no se llevó a cabo, y que creo que se llama el Convento de los Franciscanos de Tánger en donde están ya insinuadas las torres de la Sagrada Familia y que no son otra cosa que las torres de monumentos africanos del Atlas y del Sub – Atlas. Es decir, ese carácter oriental enormemente inscrito en la obra de Gaudí no podemos olvidarlo.

A mí también me descubrió Gaudí un libro que desgraciadamente es muy poco conocido y que no ha sido bien tratado de un arquitecto japonés Torii, titulado El mundo enigmático de Gaudí que es un libro en dos tomos revelador en gran medida de muchas cosas. Torii había venido a España con una beca de su país siendo muy joven para ver qué se hacía en España pero fue a Barcelona, salió de la estación del metro en el Paseo de Gracia y se encontró de golpe con la Casa Batlló y se quedó fascinado. Me vino a ver, no sé por qué, y me dijo que había cambiado de propósito y que ya no iba a estudiar la arquitectura española sino a Gaudí y que quería estudiarlo en su estudio. Me pidió un tablero, unos lápices, trabajó muchísimo y creó ese libro. Comprendí algo que creo que no se ha dicho -mira que se han dicho cosas aquí y muchísimas de máximo interés- y es que Gaudí coincide, sintoniza admirablemente con el mundo oriental por una cosa: porque el mundo oriental y Gaudí igualmente, espiritualizan la materia y materializan el espíritu. Hay que darse cuenta de esto que tiene su miga. Este fenómeno oriental en grado sumo hace que Gaudí tenga una enorme resonancia en todos los países de Oriente.

No quiero alargarme mucho. Hemos hablado de Unamuno y Gaudí y debo decir que hace muchos años yo estuve una mañana paseando en el Paseo del Prado con D. Miguel de Unamuno, arriba y abajo, era yo casi un niño y me atreví a saludarle porque ya conocía mucho de su obra y él me dijo que fuera con él, empezando a andar y uno de los temas de la conversación fue el tema de Gaudí. Evidentemente, me dijo don Miguel que él no podía tratar ni tolerar ni aguantar al señor Gaudí porque «no dibuja y para mí el verdadero tema de la arquitectura reside en el dibujo. Gaudí no dibuja; manipula, modela, hace maquetas, realiza cosas del orden que sea pero nunca dibuja». Por eso se le ha llamado también a D. Antonio Gaudí «el arquitecto poeta». Es una frase manida y una frase que a mí no me gusta mucho para resaltar los valores extra – arquitectónicos de Gaudí. También se ha dicho que Gaudí -aunque Carlos Flores ha dejado inédito un capítulo sobre Jujol que es el único seguidor de Gaudí porque Gaudí no tuvo discípulos, no podía tenerlos. Gaudí era tan personal, tan suyo, tan exclusivo en todo su mundo que no tenía más que artesanos a su lado y artesanos tuvo muchos. Como digo, ya no me quiero extender más porque ha sido muy larga la jornada y porque lo que yo pueda añadir es muy poco, muy escaso y muy insustancial frente a todo lo que aquí se ha dicho por personas como Joan Bassegoda y como Carlos Flores. Ahora, lo que yo sí insisto -y eso no se ha dicho aquí- es este sentido oriental de espiritualizar la materia y materializar el espíritu. Esto me parece una fórmula, una realidad importante para conocer a Gaudí y no es obra mía sino de un arquitecto japonés. Muchas gracias.

JAVIER GARCÍA MOSTEIRO

Presidente de la Comisión de Cultura del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid

Moderador

Como es un poco tarde, creo que quizá fuera interesante dar la palabra al público, si hay palabras -que seguro que las hay-.

 

 

Coloquio

RAMÓN GARCÍA PRIETO

No soy arquitecto y, en cambio, constantemente voy a Barcelona porque Barcelona me ha seducido al cien por cien. Quería hacer una pregunta que no es directa de arquitectura y que la habría hecho al señor que se ha ido a Barcelona corriendo porque tenía prisa y es ¿quién, actualmente, paga los gastos que conlleva las obras de la Sagrada Familia?

 

CARLOS FLORES

Ponente

Las entradas a la Sagrada Familia y los fieles.

 

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Independiente

Permítanme que les recuerde que en una de las mesas redondas se ha dicho que nunca había sido tan boyante la economía de la Sagrada Familia gracias a los miles de turistas que anualmente la visitan pagando la entrada y algunos, naturalmente, la complementan.

 

MARIAN ALONSO

No soy arquitecto tampoco pero también me seduce Barcelona. Mi pregunta hubiera sido para Joan Bassegoda. Se ha dicho que Gaudí no publicaba corrientemente pero que había publicado un artículo. Me gustaría saber, a modo de curiosidad, cuándo, en qué medios, sobre qué versaba, …

CARLOS FLORES LÓPEZ

Ponente

Gaudí publicó un artículo de escaso interés sobre decoración. Un artículo que descubrió una norteamericana, una joven investigadora, Judith Rohrer, que era ayudante del Profesor George Collins de la Universidad de Columbia.

 

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Independiente

Si me permite el moderador una precisión. He pedido que las personas que vayan a hablar, aunque no sean arquitectos, que se identifiquen, para poder poner en el libro su nombre, y la profesión o el sector al que pertenecen. Muchas gracias.

 

DELFÍN RODRÍGUEZ RUIZ

Ponente

Yo voy a ser muy breve. Simplemente quería cerrar mi intervención, si no hay mayor problema, dando la razón a Fernando Chueca Goitia a propósito del orientalismo de Gaudí y a propósito de la espiritualidad de la materia en Gaudí. En ese sentido, quería dar un dato que, a lo mejor, es poco conocido. Quien adivinó el espiritualismo orientalista de Gaudí fue Bruno Taut. En la revista «fruhlicht» publicada en Brandeburgo en 1922, publica tres edificios de Gaudí -casi los tres que ha comentado Carlos Flores al principio- y eran la Casa Bellesguard, Palacio Güell y Casa Vicens.

 

JOSEP MARÍA ADELL

Arquitecto

Quisiera felicitar a los ponentes porque nos han hecho una disección del Gaudí con una gran experiencia y conocimiento que nos ha maravillado. Lo único que nos falta es tenerlo aquí presente para acabar de sumarle algunas cosas más. Quisiera, aprovechando que estamos en el Colegio de Arquitectos y que, por tanto, hablamos de edificios de arquitectura, hacer una pregunta que nunca me he parado a pensar y que, a lo mejor, nadie se ha parado a pensar y que es: ¿cuántos edificios ha construido Gaudí?, ¿qué número?. Sean los que sean. Lo que puedo decir es que hay tantos menos uno. Y tengo que decir eso tristemente porque desde hace tiempo que voy persiguiendo o buscando trasladar las Escuelas de la Sagrada Familia de Gaudí -que, inevitablemente, por el transcurso del tiempo y por las buenas limosnas que recibe el templo se está aumentando la nave del templo- y esas Escuelas que están ubicadas en el mismo espacio físico que el Templo, requieren moverse.

Durante más de diez años hemos intentado moverlas por piezas enteras, por distintos sistemas, por distintos proyectos pero hoy tengo en primicia las fotos que ayer me mandaron mis colaboradores “paparazzis” que tenemos en Barcelona y me están enseñando que ahora mismo han partido el edificio en varios trozos y que lo cortan, lo vuelven a poner aparentemente un poco más allá en el mismo solar, girado 90 grados y entre los trozos que cortan y que son esquinas, rehacen las partes intermedias. Es decir, con toda naturalidad puesto que quedan ladrillos antiguos allí, están haciendo un edificio prácticamente nuevo. Ello me parece desde el punto de vista de la conciencia y del respeto que se le debe a una obra como la de Gaudí que habría que llamarlo como un atentado al Patrimonio Nacional. Yo he pedido al Colegio Superior de Arquitectos y su Presidente me ha hecho una carta manifestando el apoyo al traslado integral del edificio. Tengo también el apoyo del Instituto Torroja que también se ha manifestado técnicamente diciendo que es mucho más fiable la solución del traslado integral y yo quisiera que este colectivo que preside tan brillantemente el Profesor Chueca también se manifestara puesto que los arquitectos somos muy amantes de esa obra en particular de Gaudí ya que es una obra, quizás más desnuda artísticamente pero es más seria y novedosa desde un punto de vista de la ingeniería con las formas que Gaudí descubrió en relación a la naturaleza con sus paraboloides hiperbólicos.

Así que quisiéramos ver si es posible intentar parar ese atentado que estamos viendo y pido si la Mesa se manifestara en este sentido. El próximo día 24 que volveremos a hablar en la calle Serrano, 1, vienen precisamente los encargados de construir la Sagrada Familia y de descuartizar las Escuelas de la Sagrada Familia, con lo que es triste que sean las mismas personas las que nos vayamos a encontrar en un equivalente. Yo quisiera que se pronuncie esta mesa.

 

FERNANDO CHUECA GOITIA

Ponente

Le voy a contestar, desde luego no muy seguro de lograr un éxito pero mande usted -manda tú que eres arquitecto- un escrito, las fotografías nos las dejas, al Colegio de Arquitectos donde lo trataremos y procuraré llevarlo a la Sección del Patrimonio de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.

 

DELFÍN RODRIGUEZ

Ponente

Quisiera sumarme a esta iniciativa y, si no te importa, me mandas copia a mí también para enviarlo al Comité Español de Historia del Arte para que se manifieste también como institución. Ante esto y ante la confirmación de mi amigo José María Adell, quiero decir que el edificio de las Escuelas está en una situación lamentable desde hace muchas décadas ocupado por oficinas y en parte ya mutilado. Este edificio no era el original construido por Gaudí porque el edificio de las escuelas se quemó en parte y otra se mantuvo.

 

JOSÉ MARÍA ADELL

Arquitecto

El 75% de las paredes son originales.

 

CARLOS FLORES LÓPEZ

Ponente

En Tarrasa, según mis noticias, se acaba de terminar una reproducción, perfectamente realizada bajo la dirección del arquitecto Jordi Bonet Armengol que lleva la dirección de las obras de la Sagrada Familia.

 

CARLOS FLORES LÓPEZ

Ponente

De todos modos, para los interesados en el tema, en la próxima mesa redonda de la Fundación Independiente se va a tratar esta cuestión.

 

JAVIER GARCÍA MOSTEIRO

Moderador

Agradecemos la información, tomamos nota y, como conclusión, pido a don Fernando que levante la sesión.

 

FERNANDO CHUECA GOITIA

Ponente

Muy emocionado, levanto esta sesión que yo creía que iba a ser una sesión normal, convencional, razonable pero que ha resultado una sesión de «vaya usted con Dios». Se levanta la sesión.

 

 

 

“GAUDÍ Y LA SAGRADA FAMILIA”

24 de abril de 2002

Blanquerna

 

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Independiente

Excmos. Sres. Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes; Delegado de la Generalitat en Madrid; Presidente de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, ponentes, moderador, Sras. y Sres., amigos todos. Hoy, con esta mesa redonda hemos pasado el paso del Ecuador del ciclo de mesas redondas dedicado a Gaudí en su Año Internacional.

Este salón de Blanquerna, completamente lleno, es fiel reflejo del interés que en Madrid ha despertado la persona y la obra de Gaudí, y en esta jornada, su obra más emblemática: la Sagrada Familia.

La hospitalidad de Blanquerna, y la colaboración de la Delegación de la Generalitat en Madrid, han sido importantes a la hora de configurar este ciclo. Deseo, en estos momentos, testimoniar mi gratitud al Hble. Sr. Josep Gomis, Delegado de la Generalitat en Madrid, que posiblemente con su presidencia de este acto, sea una de sus últimas, por no decir la última de sus actividades, en el desempeño del mismo. Josep Gomis, durante nueve años ha realizado una magnífica y brillante labor de aproximación de Cataluña a Madrid y viceversa. Ha tendido puentes, ha estrechado relaciones, ha limado asperezas y malentendidos, y ha hecho todo lo necesario para que exista un mejor conocimiento, entendimiento y solidaridad entre nuestras Comunidades. Personas, como Josep Gomis son hoy más necesarias que nunca. Le deseo en sus nuevas actividades, especialmente como Presidente del Consejo Social de la Universidad Rovira i Virgili, el mejor de los éxitos.

Esta mesa redonda tiene tres destacados ponentes, profundos conocedores de la obra de Gaudí, y muy singularmente de la Sagrada Familia. Les presentará y será moderador de la mesa D. Luis Prados de la Plaza, periodista, escritor, miembro de la Real Academia de Doctores, cronista oficial de la Villa de Madrid, ex director del Centro Cultural de la Villa de Madrid, y muchas otras importantes responsabilidades. Luis Prados de la Plaza, tiene la palabra.

 

LUIS PRADOS DE LA PLAZA

Periodista, Académico, Cronista de la Villa

Moderador

Excelentísimas e ilustrísimas autoridades que componen o que asisten a esta mesa redonda; señoras y señores; amigos todos en la memoria de  Gaudí:

“El arquitecto tiene que estar impuesto en muchas ramas del saber y reunir conocimientos de muchos campos distintos, porque en su obra se contrastan el valor de las Ciencias y de las Letras”… Así arranca el primer capítulo del libro primero de Marcus Vitrubius De Architectura.

“Las fuentes del conocimiento son la práctica y la teoría. La práctica consiste en el continuo ejercer su oficio en las obras, acomodando los materiales al diseño de unos planos. La teoría es la capacidad de explicar los resultados de la destreza según los principios de la proporción (…) el que profesa arquitecto –además de distinguir lo que se busca y lo que le da forma o expresión– debe estar dotado naturalmente y ser, además, capaz de estudiar. Ni la capacidad natural sin estudio ni el estudio sin dotes naturales pueden hacer al artista”.

Después de exigirle a un arquitecto ser un hombre de letras, saber dibujar y tener conocimientos de Geometría, Aritmética, Filosofía, Música, Leyes, Física, Medicina y Astronomía, entre otras ciencias, quiero pensar que el autor de este manuscrito que pertenece al siglo anterior al nacimiento de Cristo hubiera tenido idéntica inspiración veinte siglos más tarde, delante del retrato de uno de los genios creativos más capaces de revolucionar la fantasía: Antoni Gaudí i Cornet, que llevaba un libro de los Evangelios en el bolsillo la tarde en que fue atropellado por un tranvía en el centro de Barcelona. En los últimos años de su vida se entregó en cuerpo y alma a la construcción de la Sagrada Familia. La indiferencia, cuando no la crítica de sus contemporáneos elevó su carácter de arquitecto genial al de un  verdadero apóstol encerrado en su taller, junto a los secretos de la madera y el hierro, la piedra y el cristal, el yeso y el barro;  rodeado de escuadras, cartabones, compases y tiralíneas; en medio de una falta de recursos económicos y una indiferencia, alrededor, sólo salvados desde su romanticismo profesional.

Me complace y agradezco la oportunidad que se le ofrece a un cronista de la Villa para ser testigo de ese rasgo de sensibilidad que demuestra la Fundación Independiente, al repartir cultura universal en seis foros diferentes de Madrid durante las celebraciones del 150 Aniversario del nacimiento de Gaudí (Reus, 1852). La espléndida demostración de justa fidelidad al genio deslumbrante de uno de los españoles más universales de los últimos tiempos, que ha desplegado Barcelona y Cataluña entera, ha tenido la oportunísima oferta de la Fundación Independiente, que ha repasado el tiempo de Gaudí, su biografía y su dimensión de arquitecto, de la mano de principales especialistas, como los que esta tarde están con nosotros para dictar sus ponencias y proponer una mesa redonda alrededor de Gaudí y la Sagrada Familia. Mañana se repasará el Modernismo y, dentro de dos semanas se cerrará este ciclo con la proyección del artista que estamos evocando. Los diferentes escenarios de estas sesiones culturales ayudan a repartir en el espacio las lecciones que indudablemente van a quedar en la memoria de todos y en las letras impresas.

Necesito recordar en estos momentos aquella jornada del 7 Santa Espina”. Las flores, las banderas y las colgaduras de ventanas y balcones en el Passeig de Gràcia, y en la propia avenida que lleva el nombre del arquitecto Gaudí, fueron símbolos de un espontáneo homenaje que para el cronista resulta inolvidable. En medio de una colosal lluvia, en noviembre de 1982, cuando el Papa Juan Pablo II subió las escaleras que conducen a la puerta principal de la Sagrada Familia, a los acordes de la sardana. “La aquella jornada me empapé del sentimiento, los sueños y las realidades de  Gaudí. El Papa vino a decir que la Iglesia es el hogar universal de la familia de Dios, vuestro hogar. Es de esta realidad misteriosa de la que quiere ser expresión visible este magnífico Templo de la Sagrada Familia de Barcelona, debido a la inspiración del Padre Josep Manyanet y la obra de arte del genial maestro Antoni Gaudí”.

El primero de nuestros ponentes, esta tarde, profundizará en esta materia apasionante que nos ha convocado en el emblemático marco de Blanquerna, rodeados de alta bibliografía y amparados por la iluminación vecina de la Puerta de Alcalá, con la paz del Retiro como telón de fondo.

Joan Antoni Solans es arquitecto. Cumplió una misión profesional de especial reconocimiento a finales de los años setenta: me estoy refiriendo a su ejercicio profesional como delegado del alcalde de Barcelona. El Plan General Metropolitano de Barcelona, que redactó entonces, sigue vigente todavía. Y eso lo agradecen tanto la ciudad como los ciudadanos, la propia Corporación municipal que los representa. Todavía más: como Director General de Urbanismo de la Generalitat de Catalunya –que lo fue durante dos décadas–, tuvo la oportunidad de dirigir el Programa de Planeamiento Territorial de Cataluña. El patrimonio artístico y urbano, el paisaje y las ciudades catalanas saben bien cuánto provecho se han obtenido de las previsiones que hizo Joan Antoni Solans. Sobre su insistente estudio alrededor de la vida y la obra de Gaudí, su pertenencia a la Sociedad Catalana de Geografía añade autoridad a los juicios del arquitecto que a continuación nos va a dirigir la palabra. Gracias por su presencia, señor Solans: la primera ponencia de esta tarde empieza en este momento.

 

JOAN ANTONI SOLANS

Arquitecto y Ex Director General de Urbanismo de la Generalitat de Catalunya

Ponente

 

LUIS PRADOS DE LA PLAZA

Moderador

De nuevo, muchísimas gracias por su magnífica exposición, que ha tenido –entre otros valores didácticos– la virtud de servirnos de “puente aéreo” hasta la llegada de los siguientes ponentes que, como ustedes acaban de verificar, han llegado a tiempo. Tengo a mi izquierda a Joan Jordi Bergós Tejero, que me solicita su entrada en el micrófono, lo antes posible, porque tiene un taxi en la puerta y el deber ineludible de regresar a Barcelona en cuanto termine su intervención. Es un deber complacer esta petición suya, una vez que exponga ante ustedes algunos de datos de su perfil biográfico. Nacido en Lleida, Joan Jordi Bergós se licenció en Derecho por la Universidad Central de Barcelona, en 1951, y se doctoró con su tesis La transmisión hereditaria de la empresa mercantil individual. Ha cumplido sus bodas de oro en el ejercicio de la abogacía, con especial dedicación en los campos del Derecho de Fundaciones, Asociaciones, Fiscal, Mercantil y Comunitario.

Como experiencia docente hay que destacar su contribución a la cátedra de Derecho Mercantil de las Facultades de Derecho y de Ciencias Económicas de la Universidad de Barcelona, así como de la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas. Ha sido secretario del comité español de la Ligue Europeenne de Cooperation Economique, con sede en Bruselas, durante dos décadas. Ha participado en seminarios europeos y pronunciado conferencias en varias Universidades españolas y extranjeras. Ex Vicedecano del Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona, Cruz de Sant Raimon de Penyafort y comendador de Orden del Mérito Civil, nuestro segundo ponente de esta tarde reúne entre otros alicientes de su brillante biografía la de haber sido muchos años miembro del Patronato de la Junta Constructora del Temple Expiatori de la Sagrada Familia, y su presidente, desde el año 1999.

Muchas gracias, Sr. Bergós Tejero: usted tiene la palabra.

 

JOAN JORDI BERGÓS

Presidente Delegado de la Junta Constructora de la Sagrada Familia

Ponente

Atendida la magnífica exposición con la que Joan Antoni Solans acaba de deleitarnos, y la que va a pronunciar Jordi Bonet, nada puedo yo añadir en lo arquitectónico acerca de Gaudi y la Sagrada Familia, por lo que me limitaré a leerles unas notas en forma de flashes y contarles algunos pensamientos de Gaudi, conocidos por tradición oral, pues de todos es sabido que Gaudí era reacio a escribir, y algunos de los cuales oí de mi propio padre, amigo personal de Gaudi y al que acompañaba los domingos por la mañana paseando desde la Sagrada Familia hasta el rompeolas del puerto de Barcelona.

Es digno de destacar por otra parte lo que sobre Gaudí o su obra se ha escrito. Y así puedo decirles a Udes. que en el Archivo del Museo de la Sagrada Familia, teníamos exactamente hasta ayer, nada menos que 380 obras, y no tenemos la seguridad de que sean todas las que se han publicado, y si digo hasta ayer es porque según mis noticias están por salir a la luz durante este año, otras 50 más.

Por este volumen de obra puede decirse que se ha escrito todo sobre Gaudí, hasta el punto de que un holandés, residente en Gran Bretaña, Gijs van Hensbergens, ha escrito un libro sobre Gaudi haciéndole unas preguntas y respuestas imaginarias.

Lo cierto es que Gaudí tenia una imaginación poderosa hasta el extremo de que puede decirse que al formular veía las cosas en 3 dimensiones, veía el espacio sin esfuerzo, escogiendo lo principal de lo accidental. Era un gran pensador y así decía que “el arte lo hace el hombre para el hombre, y por tanto, tiene que ser racional”. También decía, que “las máquinas deben estar al servicio del hombre y no el hombre al servicio de las máquinas”, y esta idea la aplicaba incluso cuando cruzada una calle pretendiendo que eran los vehículos los que debían detenerse y no los peatones, y de todos es conocido su fallecimiento el 10 de junio de 1926 atropellado por un tranvía.

Tenía una capacidad de síntesis y de atención extraordinarias, sabía escuchar y si bien era un gran conversador, tenía aversión a las palabras vanas y a las conversaciones estériles. Decía: “Sólo hay una clase de hombres que tengan derecho a decir tonterías, los tontos”; de la discusión no sale la luz, sino el amor propio”. Le molestaban los halagos, las adulaciones: “desconfía de los que te adulan, porque detrás de las adulaciones viene el engaño”.

Gaudí decía que era necesario alternar la reflexión y la acción, que se completan y corrigen la una con la otra. También para avanzar, se precisan las dos piernas = la acción y la reflexión. No creía en lo más mínimo en la improvisación, sí en el trabajo y en el estudio (la fachada del Parque Güell fue dibujada 25 veces) Además era un perfeccionista hasta de los más ínfimos detalles. Tardó décadas en la solución de las naves del Templo de la Sagrada Familia. En las columnas estuvo trabajando 4 años y 14 en las capillas absidiales. Tengo entendido que es el primero en el mundo que ha hecho una síntesis de estabilidad que le permite dotar a la Sagrada Familia de amplias naves con doble cubierta pétrea, sin recurrir al contrafuerte y a los haces de columnas  independizando las cargas de cada una de ellas.

Definía al Arquitecto como “el hombre sintético, que ve las cosas claramente de conjunto antes de que estén hechas, que escoge y une a los elementos en su relación plástica y en la distancia justa; y que tiene que resolver los difíciles problemas artísticos, los mecánicos y los utilitarios”. Tenía un espíritu práctico admirable y utilizaba tan adecuadamente los materiales de construcción y los elementos arquitectónicos, que sin proponérselo se convirtió en un formidable innovador técnico, de manera que aunque parezca una paradoja, es el arquitecto que más ha influido en sus contemporáneos y aún continúa siéndolo hoy, siempre inspirado en la naturaleza, y a pesar de haber construido únicamente dieciocho edificios, se ha constituido en la figura más internacional de nuestra arquitectura por su capacidad de innovación al haber sabido abordar la arquitectura de una manera diferente sin perjuicios artísticos o técnicos, hasta el extremo de que aún hoy, después de 75 años de su muerte, todavía se habla de la modernidad de Gaudí.

De su firmeza de carácter recuerdo la anécdota de que recibió el encargo de la decoración de la habitación de una casa noble y que después de terminado se le pidió que la reformara al objeto de que la niña de la casa pudiera tocar el piano, a lo que se negó Gaudí, proponiendo que tocase el violín en vez del piano.

En lo referente a sus opiniones las exponía sin paliativos por muy importante que fuera el personaje. A este respecto tenemos dos anécdotas, explicadas una por su discípulo César Martinell en su libro Gaudi y la Sagrada Familia, y otra por Civera Sormani. Dice Martinell que cuando el rey Alfonso XIII visitó la Sagrada Familia en 1904, felicitó a Gaudi por las bellezas que encontró en la obra, y quiso subrayar su satisfacción con un abrazo. Este gesto no le gustó. La misma anécdota, completada por Civera Sormani en el ensayo: Gaudí anecdótico, después de afirmar que “no creía que nunca nadie le había oído hablar a Gaudi otra lengua que aquella que era su instrumento de expresión. Consideraba tan natural que el hombre hable la lengua que de pequeño aprendió de los labios de  su madre, que la hablaba sin preocuparse si sus oyentes lo entendían o no”, así explica que en dicha visita que el rey Alfonso XIII hizo a las obras de la Sagrada Familia, por las cuales sentía una gran admiración, Gaudi se ofreció a explicar al rey el simbolismo de su templo y comenzó diciendo: “Señor Rey, os voy a explicar la significación de todo esto que a primera vista parece un poco confuso”. Estuvo un largo tiempo hablando, con tanta naturalidad, como si hablase con un compañero de profesión. Primo de Rivera se miraba al Obispo Reig y éste se mantenía impasible. Una vez acabó de hablar Gaudí, el rey le dijo: “Muy interesante, muy bonito”. Y Gaudí le respondió sin nada de afectación: “Todavía señor, os agradaría más, si hubieseis podido entender lo que os he dicho”. Se produjo un gran silencio, porqué nadie no sabía lo que decir. El rey se encontró muy comprensivo y muy tolerante, y yo supongo que no sabiendo como salirse, fue cuando abrazó a Gaudí.

Y en el libro de Agustí Giménez, Antoni Gaudi, independentista, que dio a conocer el arquitecto Josep Batalla, en una memorable conferencia titulada “Antoni Gaudi y la fuerza de carácter”, explica que el rey Alfonso XIII tenía más miedo de ir a Barcelona por Gaudí, que por los anarquistas, y que un ministro, atendida la difícil situación en Cataluña, le recomendó al rey Alfonso XIII que retrasara su visita a la Ciudad Condal: “Señor, puede sufrir un atentado de los anarquistas”. Y el rey respondió: “si he anunciado que voy a Barcelona, voy a Barcelona aunque exista este riesgo; además, temo más a Gaudí que a los anarquistas”.

Quería leerles unas frases de algunas ideas de Gaudi que vertió durante los trabajos de la Sagrada Familia y transcritas por sus discípulos:

“La arquitectura es la ordenación de la luz; la escultura es el jugo de la luz; la pintura, la reproducción de la luz por el color; que es la descomposición de la luz”

“Mis ideas son de una lógica indiscutible; lo único que me hace dudar es que no hayan sido aplicadas anteriormente, y que tenga que ser yo el primero el hacerlo”.

“La originalidad consiste en el retorno al origen; así pues, original es aquello que con sus medios vuelve a la simplicidad de las primeras soluciones”.

“Se debe estar ocupado todo el día, intelectualmente y manualmente, caminando y haciendo ejercicio, todo a proporción a las fuerzas que se tienen. Así se duerme toda la noche completa, y esto es el equilibrio, la compensación, la vida”.

 “El gran libro, siempre abierto y que conviene esforzarse en leer; es el de la Naturaleza; los demás libros han salido de éste y tienen además las interpretaciones y equívocos de los hombres”.

“Para hacer las cosas bien se debe sentir amor por ellas y disponer de la técnica”

 “El Arquitecto ha de saber aprovecharse de lo que “saben hacer” y de lo que “pueden hacer” los operarios. Se ha de aprovechar la cualidad preeminente de cada uno. Eso es: integrar, sumar todos los esfuerzos y darles la mano cuando se atasquen: así trabajan a gusto y con la seguridad que confiere la plena confianza en el organizador”.

“Para la armonía, esto es, el equilibrio, es necesario el contraste; luz y sombra: continuidad y discontinuidad; convexidad y concavidad, etc.”.

 “La elegancia es hermana de la pobreza; pero conviene no confundir la pobreza con la miseria”.

 “En la iluminación de las iglesias hay el malentendido de los que creen que el exceso de luz favorece. No es así. La luz debe ser la justa; ni mucha ni poca”.

 “Los paraboloides, hiperboloides y helicoides son superficies regladas, arregladas, puestas en regla, reglamentadas”.

“La cualidad esencial de la obra de arte es la armonía; en las obras plásticas nace de la luz, que da relieve, decora”.

“Para hacer una cosa se necesita tanto más coraje cuanto menos conocimientos se tengan, pues estas dos cualidades están en razón inversa”.

“La arquitectura es la primera arte plástica; la escultura y la pintura necesitan de ella”.

“Para que una obra arquitectónica sea bella, es preciso que todos sus elementos tengan la situación, la dimensión, la forma y el color justos”.

“A los artistas no se les debe hacer monumentos, puesto que ya lo tienen hecho con sus obras. Para conmemorar actos de heroísmo, abnegación o sacrificio que pronto serían olvidados, puede hacerse un monumento”.

Antes de terminar quisiera decirles que la Sagrada Familia de Gaudi, la más importante de todas sus obras, constituye hoy el monumento más emblemático de Barcelona y que se ha propuesto de calificarlo como una de las 7 principales maravillas del mundo actual, como en la antigüedad lo fueron las pirámides de Egipto, los jardines colgantes de Babilonia, el templo de Atenea, la Estatua de Zeus, el Coloso de Rodas o el Mausoleo de Halicarnaso.

También creo es importante decir que si esta obra se está llevando hoy a término y a un ritmo tan acelerado para una Catedral, se debe a tres pilares fundamentales: el primero y más relevante lo constituye el extraordinario esfuerzo y entusiasmo de todo el personal que allí trabaja, desde el primero de los técnicos hasta el último de los aprendices. El segundo motivo de aceleración de las obras se debe a los importantes avances técnicos en la maquinaria de la construcción y que un siglo atrás eran impensables. Y el tercer pilar es el del financiamiento del coste de las obras que se consigue gracias exclusivamente a los donativos que se reciben, incluidos los de los visitantes, lo que permite poder afirmar que si no nos fallan estos tres pilares, podremos ver terminado el Templo el año 2022.

 

LUIS PRADOS DE LA PLAZA

Moderador

Despedimos a Joan Jordi Bergós, agradeciéndole su lección y el material que nos deja para enriquecimiento de la mesa redonda que estamos celebrando en el Centre Cultural Blanquerna. A continuación, tendremos el placer de escuchar la ponencia del doctor arquitecto Jordi Bonet Armengol, otra indiscutible autoridad en la apasionante historia de la Sagrada Familia, además de la vida y toda la obra de Gaudí. Bonet Armengol ha recibido los premios Ciutat de Barcelona, por la restauración del edificio de la Fundació Enciclopèdia Catalana; la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Catalunya, y el Domènech i Montaner de l’Institut d’Estudis Catalans, por el libro El último Gaudí.

Con una extensa obra arquitectónica (numerosos edificios de viviendas uni y plurifamiliares, auditorios, teatros, escuelas, iglesias, planes urbanísticos y residencias), Jordi Bonet Armengol fue Director General del Patrimonio Artístico y Cultural de Catalunya, dirigente scout a nivel mundial y miembro del Pontificium  Concilium pro Laicis.

Actualmente, es presidente de la Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi. Es autor de los libros L’arquitectura al servei de la Música (1986) y Temple de la Sagrada Familia (1992). Ha escrito artículos y pronunciado numerosas conferencias por todo el mundo –como profesor invitado, muchas veces, en diversas Universidades–, sobre Gaudí, el patrimonio monumental y la  restauración de edificios. Para los investigadores del catalán y español universal que estamos recordado esta tarde/noche de Blanquerna, bajo la organización de la Fundación Independiente, la consulta bibliográfica del doctor arquitecto Bonet Armengol es obligada.

Muchas gracias, también, por su presencia; le rogamos que dé comienzo a la exposición de su ponencia.

 

JORDI BONET ARMENGOL

Arquitecto de la Junta Constructora de la Sagrada Familia

Ponente

Antoni Gaudí fue un arquitecto dotado de una poderosa imaginación, que acompañada de una visión del espacio, de los volúmenes, de las posibilidades de la luz y de las formas, combinada a la adopción de una estructura racional y ligera, equilibrada, le permitió ofrecer una nueva arquitectura en la que nada escapara a la razón. Todo tiene una explicación lógica, en la que el hecho arquitectónico es el protagonista. Gaudí se propuso, observador como era de la naturaleza, aplicar los modelos que traducidos a la arquitectura lo acercarían a conseguir “la belleza –que decía- es resplandor de la verdad” (BgHO.35).

A partir de lo que ya estaba construido, Gaudí proyectó un Templo de gran magnitud, en el que domina la verticalidad. Con planta de cruz latina, con tres naves en el transepto y crucero y cinco hasta la fachada principal. Tres grandes fachadas coronadas cada una por cuatro campanarios: a Levante, la del Nacimiento; a Poniente, la de la Pasión; y a Mediodía, la de la Gloria. En el crucero, un gran cimborrio que representa Jesucristo y que corona una gran cruz de cuatro brazos a 170 m. de altura. Cuatro cimborios más pequeños lo flanquean y representan los cuatro evangelistas. El cimborio que corona el ábside está dedicado a Nuestra Señora Santa María. En conjunto, 18 torres, de las cuales actualmente sólo existen ocho ya terminadas. Las medidas generales del Templo son en el interior, 90 m de largo, 60 m de transepto y 45 m las naves. Las columnas de soporte de las bóvedas representan en conjunto la iglesia universal. Un claustro circunda la construcción y en cada esquina del rectángulo Gaudí proyectó unas capillas de cara al mar y unas sacristías –o edificios administrativos- dando a la montaña. El simbolismo siempre está presente en una catequesis plenamente educativa de la Fe. Toda una amplia iconografía está representada. A levante el gozo de la creación por el nacimiento de Jesús, con las escenas, que desde la Anunciación a la Coronación se relacionan con María. A poniente, la muerte de Cristo, que nos lleva al resplandor de la Resurrección. De cara al mar, la fachada en la que ampliamente se explicará como la Humanidad a través del fruto de la Redención puede alcanzar la Gloria.

Gente de todo el mundo viene a conocer el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia y también contribuye a levantarlo. Algo impensable.

Una empresa de tal magnitud requería siglos para poder llevarla a cabo. Gaudí propuso y se aceptó levantar una fachada –la del Nacimiento- en lugar de construir la totalidad del Templo por hiladas horizontales. Ello permitiría que su propia generación viera algo acabado y a su vez serviría de reto cara al futuro de la continuación de la obra. Y ciertamente el mismo Gaudí vio con satisfacción, sin andamios, bien terminado el primer campanario.

Gaudí dedicó los 14 últimos años de su vida exclusivamente al Templo. Con su capacidad y enorme experiencia acumulada, estudió con detalle maquetas a escala 1/10 y 1/25 las naves, las bóvedas, las sacristías, los ventanales, las fachadas exponente de la “nueva arquitectura” que dejaba suficientemente resuelta para que sus sucesores pudieran llevar a cabo la enorme empresa con libertad plena y fidelidad a sus ideas, a pesar que un accidente de tránsito acabó con su vida el 10 de junio de 1926.

La furia iconoclasta revolucionaria incendió la cripta, destruyó el taller de Gaudí y las escuelas y las obras se detuvieron. No quedó ningún plano ni documento escrito, ni ningún croquis. Tampoco los planos de toda la obra arquitectónica del maestro. Entre las cenizas mi padre pudo salvar una pequeña imagen de alambre de un santo Cristo realizado por el maestro.

Su sucesor Sugrañes falleció en 1938 pero las maquetas, semidestruidas, al ser de yeso e incombustibles, subsistieron y a partir de 1940 con la reconstrucción de la cripta se inició su restauración que aún hoy continúa.

Tal como el poeta Maragall escribiera en 1909 en su Oda Nova a Barcelona, las obras continuarían:

“Més enmig la miseria, la ràbia i fumera,

el temple, tan se val, s’alça i propera,

esperant els fidels que han de venir”

Entre 1955 y 1976 se levantó la fachada de la Pasión a partir de un extraordinario dibujo de Gaudí. Los arquitectos Quintana, Puig Boada y Bonet Garí sucesivamente la construyeron con gran esfuerzo a pesar de la polémica iniciada a partir del manifiesto que un nutrido grupo de artistas e intelectuales que se pronunciaron contra la continuación de las obras.

Unos donativos importantísimos y el soporte continuado del pueblo lo hizo posible y determinó que el Cardenal Jubany decidiera levantar las naves al cumplirse el centenario del inicio de las obras.

Desde 1985 estoy al frente de los trabajos, porque estaba convencido que no podía dejarse en sólo unas extraordinarias maquetas, de todos admiradas, el legado extraordinario de Gaudí.

Del estudio de la geometría de las formas generadoras de la columna y con la ayuda de la informática fue posible labrar el granito y después el basalto y el pórfido. Una nueva tecnología irrumpía en la obra impulsando su ritmo.

La colaboración de los arquitectos Margarit y Buxadé en el cálculo de la estructura, para que fuera compatible con la normativa vigente y la incorporación del escultor J.M. Subirachs para realizar el centenar de esculturas de la fachada de la Pasión aumentó si cabe el protagonismo del Templo que se levantaba imparable. Subirachs ha sido capaz con su creatividad de ofrecer el dramatismo con que Gaudí quería expresar la muerte del Jesucristo crucificado, añadiendo los elementos simbólicos como el de representar la imagen de Cristo en la columna, solo, traicionado y abandonado por sus amigos Judas y Pedro, pero a la vez Principio y Fin, tal y como muestra la Alfa y Omega esculpidas en el mainel de la puerta central dedicada a la Caridad.

Levantadas las primeras columnas, se planteó como ejecutar los nudos o capiteles de los que existían dos versiones. Cabía la posibilidad de medir cada elemento y multiplicarlo por diez al ser el original a escala 1/10. Era claro que se trataba de una macla de elipsoides pero preferí investigar el proceso formal de su generación, ya que consciente que Gaudí no hacía nada que no fuera el resultado de razonar geométricamente, preferí llevar a cabo una investigación que proporcionó la certidumbre de unas proporciones repetidas basadas en la unidad, la mitad y los dos tercios entre los ejes de cada elipsoide. Primero creí que podía ser casual, pero poco a poco me di cuenta que estas proporciones se extendían por el conjunto del Templo. Es más, existían unas series repetidas basadas en el número doce. Así el intercolumnio de 7,5 m era la doceava parte de la longitud total interior del Templo –90 m-. Estas series también se ajustaban a los diámetros de las hiperboloides de las bóvedas, de las fachadas, en sección y en planta. Gaudí había pues modulado todo el Templo geométricamente. También había ideado las leyes geométricas que generan las columnas y sus ramificaciones. Todo un sistema racional que engloba todo el Templo con la geometría dando forma exacta al conjunto. Incluso es posible saber lo que Gaudí habría hecho en el caso de no disponer de modelos originales.

Todo ello era el resultado de la investigación sobre las maquetas y, de sus moldes o negativos que coincidían con lo que el hacía exactamente a partir de la geometría.

El hallazgo posterior de unos manuscritos de Sugrañes confirmaba la hipótesis. Es más, hace pocos meses, al descubrir unos miles de pedazos de las maquetas enterrados bajo el pavimento de una pista de baloncesto, nos ha permitido encontrar los fragmentos de bóveda, ventanales y sacristía que coinciden exactamente con las formas geométricas realizadas encajando en cada lugar y permitiendo afirmar la genialidad del maestro para asegurar que la nueva arquitectura de la que se hablaba se podía transmitir con plena fidelidad. Esto es lo que ahora se está realizando.

Las bóvedas se han, en buena parte, realizado con la tecnología tradicional de la bóveda catalana o tabicada, siguiendo su geometría que permite colocar la rasilla rectangular y situar el vidrio veneciano en los triángulos que surgen de las generatrices divergentes asemejándose a las hojas de palmera que Gaudí simbólicamente quería que decoraran la nave central del Templo.

Naturalmente que han surgido dificultades como las derivadas de haber proyectado Gaudí sobre el ábside y cripta del Templo una aguja de altura doble de la que proyectara Villar, para hacer posible que cimientos y columnas pudieran soportar los esfuerzos derivados de vientos huracanados de 200 m/h y movimientos sísmicos.

El ritmo actual de las obras ha aumentado considerablemente y de proseguir así podrían cerrarse la totalidad de las bóvedas al cumplirse los 125 años de la primera piedra, por San José de 2007.

Faltará mucho para coronar con la cruz lo más alto del Templo, ya que después de esta culminación aún faltará construir los cuatro campanarios de la fachada de la Gloria, las capillas del Bautismo y de la Penitencia y todos aquellos elementos decorativos y simbólicos que Gaudí soñaba. Todo ello es posible, pero pide tiempo y dedicación, como también el esfuerzo popular que lo permita económicamente.

A la dedicación primera y continuada de los catalanes se han sumado los donativos de gente diversa de todo el mundo, con lo que este templo cristiano, posiblemente llegará a ser una obra emblemática del Espíritu, que se podrá llevar a cabo a la suma de la voluntad de gente de toda procedencia.

 

JOSEP GOMIS

Delegado de la Generalitat de Catalunya en Madrid

Me siento honrado de poder participar en este acto que la Fundación Independiente ha organizado dentro de un seminaraio dedicado a la figura de Antoni Gaudí, de poder manifestar así la vitalidad  y vigencia de su producción artística y de poder rendir un merecido homenaje a uno de nuestros artistas catalanes más internacional.

Precisamente, la excelente acogida que esta conferencia ha tenido me permite aprovechar este acto para agradecer, públicamente y desde esta tribuna, a la Fundación Independiente y a su Presidente, Ignacio Buqueras, la sensibilidad que siempre ha venido mostrando en promover actos de indiscutible actualidad, que nos ayudan a reflexionar y a profundizar sobre la diversidad temática que configura nuestra sociedad.

El acto de hoy tiene un significado especial porque enaltece la figura de un hombre a quien todos reconocemos como un genio universal de la arquitectura y porque recuerda como muchas veces, los coetáneos de un artista, normalmente con actitudes recelosas y comportamientos incomprensibles, tratan de desacreditar cualquier idea innovadora y creativa. Y eso pasa ahora y va a pasar dentro de cientos de años con Gaudí. Afortunadamente, el tiempo va a imponer su lección de verdad, y hoy todos reconocemos, sin excepción, la figura de aquel hombre, no tan sólo su legado arquitectónico sino también sus grandes cualidades de sencillez y humildad.

Gaudí, un artista que bebe en la tradición pero que incorpora innovaciones técnicas y conceptuales, que se adelanta a su época y a su tiempo. Un artista que utiliza un lenguaje creativo personal, pero siempre a la búsqueda de nuevas formulas expresivas. Un artista con un gran capacidad de observación que se fija en la propia naturales como fuente de inspiración para crear obras originales y siempre sorprendentes. En definitiva, una artista total.

Gracias, pues, a la Fundación Independiente por su esfuerzo y por su acierto a la hora de programar este seminario y también a todos ustedes por su atención.

 

LUIS MIGUEL ENCISO

Presidente de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales

 

JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ

Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes

 

 

Coloquio

JUAN MANUEL RIESGO

Historiador

Mi pregunta es sobre el proyecto de las misiones franciscanas del Padre Lerchundi y el viaje de Gaudí a Tánger. Se han encontrado los planos de las mismas y hay un gran parecido con la Sagrada Familia. ¿La inspiración de Gaudí viene de allí?

JORDI BONET ARMENGOL

Ponente

Todo documento que se encuentra es algo positivo y se añade al conocimiento de su obra. Gaudí decía que todo lo que hacía era con esfuerzo y sacrificio. Su inspiración es fruto de su trabajo y de la observación de la Naturaleza, que es obra de Dios.

 

LUIS BODELÓN

Crítico de Arte

La Puerta de la Gloria ¿va a seguir con el estilo de Subirachs?

 

JORDI BONET ARMENGOL

Ponente

Lógicamente no, ya que su construcción será posiblemente dentro de muchos años. Gaudí confiaba en que la aportación de sus sucesores sería válida.

 

JOSEP Mª ADELL

Arquitecto

Va a aparecer un nuevo edificio de Gaudí, pero qué pasa con las Escuelas. Es el constructor de la Sagrada Familia y el destructor de las Escuelas.

 

JORDI BONET ARMENGOL

Ponente

El traslado de las escuelas se hará con el máximo respeto. Solamente queda algo más del 40% del edificio original que fue destruido en julio del 36. Esperamos que escasamente un 10% no podrá subsistir, pero quedará prácticamente igual a lo que Gaudí realizó.

 

LUIS PRADOS DE LA PLAZA

Moderador

En algunas ocasiones –muy pocas, y siempre bajo la señal del arte, como en la Ópera de Viena, en una noche de ballet o en determinados conciertos donde se han agotado las entradas– se ha podido ver una expectación semejante, con el público en silencio y sentado en el suelo de los pasillos. Esta especie de contagio atrayente se ha  conseguido en el Centre Cultural de Blanquerna, esta noche, por la palabra de quienes han constituido la mesa redonda y las intervenciones de autoridades y público. Indudablemente, por el protagonismo arrollador y la magia artística de Antoni Gaudí, en la escala de su obra cumbre, la Sagrada Familia.

Señoras y señores: muchas gracias por su atención y buenas noches.

 

 

 

«GAUDÍ Y EL MODERNISMO»

25 de Mayo de 2002

Círculo de Bellas Artes

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Independiente

Buenas tardes. Vamos a iniciar la mesa redonda correspondiente a Gaudí y el Modernismo. En primer lugar, quiero expresar mi gratitud al Presidente de la Diputación de Tarragona, Excmo. Sr. D. Josep Mariné, quien nos acompaña en este acto y preside esta Mesa Redonda. Por otra parte, también mi gratitud al Círculo de Bellas Artes de Madrid, prestigiosa y centenaria entidad, que desde el primer momento que le planteamos la posibilidad de celebrar en su sede una de las seis mesas redondas no puso ninguna objeción; al revés, nos dio todo tipo de facilidades lo mismo que han hecho las otras entidades en las que hasta el momento hemos celebrado el ciclo.

¿Por qué estas mesas redondas? ¿Por qué Gaudí en Madrid? ¿Por qué están ustedes aquí? Mi gratitud a todos ustedes. Un ilustre paisano mío y de algunos de los miembros de esta mesa y el público –Eugenio d´Ors decía, cuando vivía en Madrid, que a las ocho de la tarde o das una conferencia o te la quieren dar. Tantas son las actividades que se celebran en la Villa y Corte. Es de agradecer por ello, que en el amplio programa de conferencias, actos, inauguraciones, exposiciones,… ustedes hayan hecho un hueco para aproximarse a la figura, a la personalidad, y a la obra de Gaudí y, más concretamente a Gaudí y al Modernismo. Por tanto, mi gratitud a todos.

Gratitud también a las personas que van a componer esta mesa redonda. Tres especialistas en el Modernismo, cada uno en un área determinada que nos aproximarán, de forma especial, al Modernismo catalán y de una manera más concreta, al Modernismo en las comarcas tarraconenses. También quiero mostrar mi gratitud en esta mesa redonda -ya hemos superado el paso del ecuador del ciclo- a todas aquellas entidades que lo han hecho factible. No han sido solamente las entidades que nos han brindado sus sedes –Centro Cultural Villa de Madrid, Ateneo de Madrid o Fundación Cultural del Colegio de Arquitectos- y, por otra parte, dentro de dos semanas la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando donde lo vamos a clausurar, sino también otras entidades como el Círculo Catalán de Madrid que este año celebra su 50 Aniversario y la Asociación de Amigos de la Provincia de Tarragona en Madrid. También, agradecimiento a aquellas entidades que lo han hecho factible. La Fundación Independiente lo ha promovido y organizado. La Fundación tiene como gran objetivo prioritario el lograr que nuestra ciudadanía cada día sea más participativa, más asociativa, más solidaria y más democrática. Como hablamos de participación, ustedes van a tener también oportunidad de participar en el coloquio que se celebrará finalizadas las intervenciones de los ponentes. A la salida tienen a su disposición unas hojas para aquellos que quieran adherirse al homenaje que a través de estas seis mesas redondas hemos querido brindar a este gran español, catalán universal, genial artista que es Antoni Gaudí. Sin más preámbulos, les presento al que va a ser el moderador de esta mesa, Antón Patiño, Vicepresidente del Círculo de Bellas Artes, que tenemos la satisfacción nos acompañe en ausencia del Presidente que está fuera de Madrid. Patiño es un excelente pintor con una gran proyección. Antón, tienes la palabra.

 

ANTÓN PATIÑO

Pintor y Vicepresidente del Círculo de Bellas Artes

Moderador

Buenas tardes. Agradecer la presencia de todos vosotros y decir que aquí, en esta institución del Círculo de Bellas Artes estamos encantados, lógicamente, de acoger, de participar en la gran cantidad de actividades que se están haciendo alrededor del Año Gaudí y del 150 Aniversario del nacimiento de un arquitecto universal y yo creo que de un genio en estado puro. Como pintor, tengo que reconocer una fascinación desde joven por este gran creador plástico porque lo que consiguió es una integración magistral de todas las artes y de recursos artesanales diversos. No podemos entender la arquitectura de Antoni Gaudí sin ese tratamiento del espacio y del volumen como un escultor pero también sin esa sensualidad pictórica.

Es el mismo tratamiento que daría al color un pintor visionario. Es de la estirpe de El Greco o de Van Gogh y por eso, de alguna manera, es un precedente de la abstracción plástica y del expresionismo o del surrealismo. Gaudí es un enigma y creo que, a pesar de las 65 exposiciones que se van a realizar con motivo del Año Gaudí y de las decenas de mesas redondas, ese enigma seguirá vivo y latente, fascinando a generaciones futuras.

Gaudí transmite la sensación de aproximarnos a una obra de arte total: escultura, pintura, arquitectura fusionados. Ensoñación del espacio y el color. Luz oscura. La sensación de entrar en un sueño. En un hábitat simbólico donde las formas vibran en un inventario de torsiones y formas líquidas, en cierta manera ingrávidas. Su divisa podría ser la de Novalis: “Razón y éxtasis”. Materia y espíritu unidos, urdimbre de lo físico y lo metafísico.

El programa estético del Modernismo (aunque Gaudí sea un modernista “sui generis”) trata de forma genérica de llevar la naturaleza a la ciudad. Estilizando de forma caprichosa un vocabulario de formas orgánicas. Como compensación a la vida de la sociedad industrial existe una demanda estética que intenta recuperar ritmos, formas y colores de la naturaleza. En ese sentido hay que situar la fascinación de Gaudí por la curva: “la línea de Dios” o su conocida proclama de retorno primordial, de reinvención germinal: “La única manera de ser original es volver a los orígenes”. Temática floral o de animales imaginarios, arabescos lineales y cromáticos en busca de nuevos equilibrios. Volutas y espirales, formas sinuosas para transmitir vitalismo dinámico y “joie de vivre”. Ornamento y estructura celebran una fértil alianza en el sueño creador.

La fuerza poética, la expresión dramática del volumen dotan a su propuesta de una belleza singular. El trabajo a pie de obra. El conocimiento artesanal de texturas y materiales (su colaboración con expertos artesanos o arquitectos como Jujol). Existe una proximidad táctil a los volúmenes y a la configuración de los espacios. Arquitectura que propicia un retorno al mundo como lugar encantado. Seducción romántica. Como en el simbolismo, la magia y la fuerza telúrica están presentes, así como ingredientes oníricos. A veces convierte elementos accesorios en presencias emblemáticas. Crea fantasmagorías y siluetas espectrales a través de la dúctil utilización de recursos decorativos.

La vigencia y modernidad de su propuesta es evidente, así como la fascinación popular que ejerce su obra. Tiene algo de síntesis de propuestas diversas. Diferentes culturas, épocas y geografías dan a Gaudí esa inquietante personalidad. Tiene mucho su trabajo de “summa”: de fascinación por lo medieval, pero también de nítida inscripción en una modernidad que nos traspasa. Su obra la podemos ver a la luz del cubismo (con injertos de texturas y fragmentos cerámicos reciclados a modo de collage). Nutriéndose en muchas ocasiones de concepciones del espacio procedentes de áreas culturales no occidentales (de modo claramente sincrético). Una actitud nítidamente universal donde la humanidad, así en sentido genérico, es la destinataria de sus mensajes arquitectónicos de renovación. Antoni Gaudí nos puede permitir hoy también (como un manantial que no cesa) un acercamiento a las tendencias deconstructivas de la última arquitectura.

Voy a presentar a los expertos que van a participar en esta mesa redonda. Van a intervenir con comunicaciones inicialmente breves, en torno a doce o quince minutos y van a participar por orden alfabético. Está con nosotros Josep Mª Adell -en el programa hay un pequeño cambio porque él tenía que haber participado en una jornada anterior pero es el único cambio que noto en el programa de actos, magníficamente diseñado por cierto- que es Profesor Doctor arquitecto de la Universidad Politécnica de Madrid y, sobre todo, es un experto en edificios históricos de ladrillo y su rehabilitación. Participó, de hecho -supongo que nos dará algunas de las claves del anteproyecto de rehabilitación y traslado de las escuelas y de la creación del Centro Cultural Gaudí- en el proyecto de traslado de las escuelas de la Sagrada Familia que es un proyecto bastante ambicioso en el que él tiene participación. Es autor de numerosos libros, conferencias y artículos en revistas.

Josep Mª Buqueras es Arquitecto Técnico, Profesor Titular de Dibujo Técnico Área Visual y Plástica de Instituto de Enseñanza Secundaria. Tiene varios libros de Arquitectura, especialmente en la zona de Tarragona y quizá por eso es muy pertinente su presencia hoy aquí en esta inscripción de Antoni Gaudí en el mapa del Modernismo que siempre es una inscripción compleja por el carácter de su aportación y, en concreto, en el área de la provincia de Tarragona. Tiene numerosos libros y artículos, entrando incluso ya en la arquitectura contemporánea como, por ejemplo, a Alejandro de la Sota, paisano mío, a propósito del famoso edificio del Gobierno Civil de Tarragona, una de las obras emblemáticas de la arquitectura de posguerra.

Josep Mª Jujol -hijo de Josep Mª Jujol uno de los grandes arquitectos y diseñadores y colaborador de nuestro genial Antoni Gaudí- es biógrafo del arquitecto Jujol y del Archivo Jujol. Ha participado en numerosas exposiciones como Comisario. Es Presidente -y esto me parece relevante – de Amigos de la Arquitectura Popular. De alguna manera, lo que vemos en Gaudí es una inscripción muy nítida con el sentimiento y entrega a su tierra; está muy vinculado a la construcción del nacionalismo moderno en Cataluña y pienso que en ese momento, lo que se produce -igual que en el movimiento moderno en arquitectura- es una tensión muy fuerte entre lo que son las claves de la modernidad y, por otro lado, los valores autóctonos. No debemos olvidar que Antoni Gaudí decía que el sentimiento de originalidad está claramente vinculado a la vivencia de los orígenes. En ese sentido, estoy deseando escuchar las intervenciones de los ponentes. Tiene la palabra, tal y como decíamos, por orden alfabético, Josep Mª Adell.

 

JOSEP Mª ADELL

Arquitecto

El 25 de junio de 1852, nace en Reus el insigne arquitecto Gaudí, hijo de una familia dedicada a la fabricación de calderos, cuyas aptitudes artesanales y forma de trabajar el material en el espacio, se diferenciaban totalmente del nuevo desarrollo industrial. Gaudí, ya desde su infancia, aprendió a combinar la materia y el espacio que con ella se conforma, con unas aptitudes innatas y mucho más desarrolladas de lo normal. Por tanto, cuando Gaudí empezó a estudiar Arquitectura en Barcelona, su capacidad espacial ya era muy superior a la normal. Junto a dicha cualidad, añadía Gaudí una extraordinaria pasión por conocer y desentrañar las leyes que rigen en la Naturaleza, y llegándolas a considerar como fundamentales en su entendimiento arquitectónico, lo que en sí constituyó una auténtica novedad. Podríamos decir que a las tres cualidades que deben presidir la Arquitectura según Vitrubio, “la Función”, “la Técnica” y “la Forma”, añadió Gaudí además, “la Naturaleza”, con igual relevancia, e incluso anteponiéndola a las otras tres del Arquitecto romano.

Muchos son los autores y los puntos de vista que se han manifestado sobre la obra de Gaudí. De ahí pues, sin lugar a dudas, estamos ante un arquitecto universal que supo entender la Arquitectura como la interrelación de todas las Artes en armonía, con las Leyes de la Naturaleza. Para Gaudí, su gran maestro, la Naturaleza, se manifestaba en el mismo árbol que veía a través de la ventana de su estudio, en el L’Obrador de la Sagrada Familia.

Pero la grandeza de Gaudí no estuvo sólo en el hecho de incorporar a la Naturaleza como un principio fundamental de la arquitectura, sino lo que es mucho más difícil, saber encontrar las leyes que rigen la Naturaleza y que, tras una profunda investigación, fue capaz de transformarlas en reglas geométricas, con las que poder ofrecer una nueva aproximación hacia la estática de las estructuras y los materiales. Gaudí desarrolla organizaciones constructivas de paredes y pilastras en plena armonía con la Naturaleza, integrándolas en el entorno natural que las envuelve, como los troncos de los árboles en la Colonia Güell, usando escorias de ladrillo del color de la corteza de los pinos, o como en las paredes de contención de tierras y pilares inclinados del Parque Güell, que hace con la misma piedra de la montaña.

La intuición constructivo-estructural de Gaudí, la llegó a demostrar experimentalmente con la maqueta de cargas invertidas realizada con alambres y saquitos de pesos calibrados, que simulaban las cargas previstas de las Torres que iban a constituir el Templo sobre la Cripta de la Colonia Güell. Con todas estas observaciones y experimentaciones, Gaudí dio un salto fundamental en la arquitectura de fábrica, que desde siglos había ido logrando aumentar su escala a base conseguir disminuir la masa de material constructivo a emplear, junto con la variación de la organización constructiva y formal.

Así pues, Grecia se quedó anclada en la arquitectura adintelada, mientras que Roma la superó ampliamente desarrollando el arco, que empleó con profusión, tanto en la obra civil como en la arquitectura, aunque menos en las basílicas, que cubría con cerchas de madera. En la época románica, el arco de medio punto, con el que se cubrían los templos, obligaba a gruesos muros de fábrica capaces de soportar los empujes debidos a su propio peso, lo que limitaba enormemente la luz y la altura de sus iglesias. Por el contrario, la arquitectura gótica consiguió liberarse de gran parte de esta masa propia, hasta conseguir calar con vidrieras los muros laterales de los templos, precisamente gracias al doble artilugio de emplear el arco apuntado, en combinación con la incorporación de los arbotantes, capaces de lograr desviar los empujes hasta los machones de las naves laterales, que los descargan hasta el suelo.

Gaudí, en dicha evolución, logró dar un salto cualitativo mayor, al crear una arquitectura que es capaz de elevarse en el espacio con total y fluida continuidad de esfuerzos y formas, entre las distintas partes que la componen, sacando la idea directamente de la Naturaleza, y logrando maclar entre sí las formas de la estructura y la envolvente arquitectónica, partiendo de sus soportes inclinados que se van ramificando, hasta llegar a desvanecerse en las propias bóvedas que soportan.

Y todo ello con la original novedad de seguir la forma parabólica espacial que transmite los esfuerzos de las cargas del edificio por la línea de descenso más recta posible hacia el terreno, sin crearse por ello empujes, y empleando, al tiempo, el mínimo material de fábrica constructivo necesario, obteniendo a su vez el máximo de espacio cubierto con la mayor transparencia posible.

Todo esto ya lo había iniciado en la Cripta de la Colonia Güell con sus pilastras de basalto inclinadas y sus cubiertas construidas con superficies regladas hiperbólicas, para asombro de todos los técnicos, lo cual llega ahora a culminarse en el Templo de la Sagrada Familia, con la gran admiración popular que ello ofrece a los neófitos, dando la razón a Gaudí cuando decía que la verdad incorpora la belleza, y no requiere explicación para ser admirada.

Recapacitemos pues que las formas gaudinistas no responden a una libre o sensible interpretación de las formas de la naturaleza, sino que por el contrario, se fundamentan en el inteligente entendimiento de sus reglas de conformación y funcionamiento resistente. Y, por tanto, en la obra de Gaudí nada hay de gratuito.

Respecto al entendimiento que se tiene de la obra de Gaudí, dentro de la historia de la arquitectura y su evolución, son muy variados los puntos de vista sobre la manera de encuadrarla, variando desde quien no le encuentra un hueco satisfactorio a su obra, hasta quien es capaz de encajarle en todos los movimientos de la época, e inclusive como precursor de otros de épocas posteriores.

Dentro del Art Noveau, e incluso dentro del Modernismo catalán, son varios los autores que encuadran a Gaudí entre sus valores más destacados, e inclusive, Carlos Flores le considera con sus primeras obras de El Capricho de Comillas y la Casa de las Carolinas, como el precursor que se adelanta en varios años a los edificios de Víctor Horta de Bruselas.

Desde mi punto de vista, sin embargo, que coincide en este caso con el del Profesor Bassegoda, a Gaudí no es posible encuadrarlo dentro del Modernismo sin más, dado que su peculiar personalidad arquitectónica, si bien emplea como todos sus contemporáneos con gran profusión las artes plásticas en sus obras, con la naturalidad y libertad propia del Modernismo, cuando Gaudí las aplica, siempre responde a reglas o leyes justificadas y en ningún caso a una actuación gratuita de simple añadidura de una decoración artística complementaria.

Realmente, el error que comúnmente suele producirse al intentar encuadrar a Gaudí dentro de una continuidad historiográfica de la arquitectura, a mi modesto entender reside, en que realmente la obra de Gaudí constituye en sí misma una culminación de la evolución de la arquitectura de fábrica, sin que exista una continuidad posterior, ya que la arquitectura moderna supone una total ruptura con la arquitectura anterior, gracias al cambio tan sustancial que experimentan las técnicas constructivas.

Así pues, si de la evolución del dintel se pasó al arco, y del arco circular se pasó después al arco apuntado, es gracias a la aportación de Gaudí que del arco apuntado se pasa al arco parabólico. Y con ello Gaudí culmina la máxima evolución posible de las técnicas constructivas que emplean los materiales de fábrica, que como todos sabemos, sólo son capaces de soportar compresiones frente a mínimas tracciones.

Gaudí logra establecer el límite último que ofrece la mayor pureza de transmisión de esfuerzos, dándoles fluida continuidad desde la cúspide de las Torres de la Sagrada Familia hasta su cimentación, sin requerir para ello de muros adyacentes para soportar las cargas, y lo que todavía es más importante, logrando la máxima transmisión posible de la luz natural a través del espacio cubierto, construido con fábrica.

No obstante lo que Gaudí logró gracias a su ingenio y a sus dotes de observación de la Naturaleza, hoy día se presenta la gran contradicción de que para culminar su obra se esté empleando un material totalmente nuevo, el hormigón armado, que es completamente distinto de la fábrica original, que con sus cualidades resistentes, motivó todo el entendimiento arquitectónico de su obra, ya que dada la capacidad a tracción que le confiere el acero, permite otros caminos y lenguajes arquitectónicos, que ya no forman parte, ni de la teoría ni de la técnica, desarrollada por Gaudí.

La arquitectura del siglo XX, la arquitectura del acero, nace con unas cualidades totalmente nuevas de capacidad a tracción, impensables en el siglo XIX y, por lo tanto, muy lejos de la visión arquitectónica que Gaudí logró evolucionar al máximo en razón de la técnica que en su momento poseía. Con la aparición del hormigón armado y el acero, se generó una ruptura en la evolución arquitectónica, fundamentada en la variación técnica que la sustenta, lo que dio alas a Le Corbusier internacionalmente.

Gaudí, aunando Naturaleza, Función, Técnica y Forma, logró crear una arquitectura sin precedentes, que llegó a agotarse en sí misma. Pues la técnica cambió el rumbo del camino de la arquitectura del siglo XX, al liberarse la arquitectura de las exigencias que imponía la exclusiva capacidad a compresión de las fábricas, al imponerse la capacidad a tracción del acero, en el proceso constructivo arquitectónico.

 

JOSEP Mª BUQUERAS

Arquitecto Técnico

Ponente

Muy buenas noches. En primer lugar, gracias a la invitación de la Fundación Independiente porque me ha brindado la oportunidad de estar aquí esta noche, en este marco cultural tan importante de la capital del Reino, de Madrid. A mí me toca hablar del Modernismo en las comarcas de Tarragona. Yo también voy a invitar a todos ustedes a hacer un viaje y, a grandes rasgos, primero querré contextualizar el Modernismo.

Acotar en el tiempo es difícil pero yo me atrevo a acotarlo entre 1885 y 1915. El Modernismo, en nuestro país, tiene paralelismo con el Art  Noveau, el Jugendstil, el Liberty y el Secession pero, sobre todo, también se sabe que el Modernismo tuvo lugar básicamente en Cataluña: en Barcelona, Argentona, Canet de Mar, Mataró, Olot, Reus, Sant Boi de Llobregat, Sant Joan Despí, Santa Coloma, Sitges, Sabadell y Terrassa. Hace un año, dos años, se publicó un libro titulado La red europea del Modernismo y, aparte de esas poblaciones que acabo de decir, también figuraban en ese libro otras poblaciones españolas pero muy pocas: Alcoy, Astorga, Comillas, Melilla, Novelda, Palma de Mallorca, Valencia y León. Madrid no figuraba a pesar de que tiene también algunas obras del Modernismo, sobre todo el Mercado de San Miguel, la Sociedad General de Autores, el Cine Doré -actual Filmoteca Nacional-, la Plaza de Toros de Las Ventas y, quizás, el Casino de Madrid y el Círculo de Bellas Artes, edificio en el que estamos ahora aunque ya es de la arquitectura monumentalista.

Dicho esto, entremos en materia. ¿Cuál es la aportación de Tarragona al Modernismo?. Yo, básicamente, la estructuro en tres hombres, en tres arquitectos hijos del Camp de Tarragona y en sus obras. Luego, hay otros arquitectos y otras obras colaterales. En primer lugar tenemos a Antoni Gaudí (1852 – 1927), Josep María Jujol (1879 – 1949) y César Martinell (1888 – 1973). Si miramos los datos de defunción, existen veinte años entre la muerte de cada uno de ellos, lo que significa una generación. No voy a entrar aquí en si Gaudí es de Riudoms o de Reus, no creo que sea el tema. Algunos dicen que es anecdótico y yo, aunque sea de Reus, también creo que lo es. Lo que sí es cierto es que si ahora estuviéramos en el Centro de Lectura de Reus, donde hay una exposición bibliográfica -desde hace dos meses y que prácticamente va a durar todo el año- en la que habrá expuestos unos 200 libros sobre Gaudí, si pudiéramos hacer una radiografía de todos ellos, casi me atrevería a decir que el 90, 92 por ciento dicen que es hijo de Reus; 2, 3, 4 libros dirían que es de Riudoms y otros, también es verdad, lo ignoran. Lo que sí es cierto es que cuando se matricula en las escuelas Pías para hacer el Bachillerato pone que es hijo de Reus y que cuando se matricula en la Escuela de Arquitectura de Barcelona -lo que antes eran las escuelas de Artes y Oficios-, también dice que es de Reus. También es cierto que en Reus no hay ninguna obra de Gaudí aunque existe el proyecto de la fachada del Santuario de Nuestra Señora de la Misericordia, co – patrona con San Pedro de Reus, que no llegó a buen fin, hecho del que todos los reussenses nos arrepentimos y, en cambio, sí hay una obra en Tarragona ciudad que es la Capilla en el Altar de Jesús y María. Dicho esto, no voy a hablar más de Gaudí porque aquí no me corresponde ahora. Sí que voy a hablar de Jujol.

Josep Mª Jujol es hijo de Tarragona. Aparte de arquitecto, también fue profesor de la Escuela de Arquitectura de Barcelona. Luego hablará su hijo pero las pinceladas que quiero dar sobre él se centran en cinco obras que son las estrellas de Jujol. Tres se encuentran en el Camp de Tarragona: la Iglesia de Vistabella en La Secuita (que está a unos 14 ó 15 kilómetros de Tarragona ciudad), la Casa Bofarull de Els Pallaresos (a unos 18 o 20 kilómetros) y el Santuario Nuestra Señora de Montserrat en Monferri, que está un poco más lejos y que se acabó hace dos años según el proyecto de Jujol. Luego tiene dos obras magníficas -que son las «cinco estrellas» de Jujol- en Sant Joan d´Espi donde fue arquitecto municipal durante 20 ó 25 años. En Sant Joan d’Espí debe haber unas 50 ó 60 obras jujolianas. Sobre todo, hay que destacar dos: la Casa Negre (donde está actualmente el Museo Negre, dispuesto por el Ayuntamiento para los estudiosos) y la Torre de la Creu, popularmente conocida como la Torre dels Ous, es decir, la Torre de los Huevos por su planta en forma ovoide. También Jujol tiene en Barcelona obras tan interesantes como los Talleres Manyà, la Casa Planells en la Diagonal, la Fuente de la Plaza de España donde está la Feria de Barcelona, que muy poca gente lo sabe. En la provincia de Tarragona otras obras, sobre todo en la zona de las comarcas del Tarragonés en Constantí, Creixell, Renau, Roda de Bará y Vallmoll. En Tarragona ciudad está el Teatro Metropol (restaurado recientemente por el arquitecto Llinàs); en la Iglesia de los Padres Carmelitas (de Pau Munguió) tiene el Camarín; y la Casa Ximenis.

No puedo obviar la vinculación que ha tenido con el Gremio de Labradores de Tarragona y todo lo que representa esa Cofradía en la Semana Santa de Tarragona. Para cerrar el tema Jujol, solamente quiero plantear una pregunta y luego hacer una afirmación. ¿Qué hubiera sido de la creatividad de Jujol, que ya ha sido mucha, si hubiese tenido un Güell como promotor y amigo como tuvo Gaudí?. La semana pasada en Tarragona, la Universidad Rovira i Virgili (que es la de Tarragona, Reus y Tortosa) organizó un Congreso Científico de tres jornadas y el Doctor Arquitecto conquense Carlos Flores dijo que los tres genios artistas del siglo XX han sido, son y serán Gaudí, Picasso y Jujol.

Hablemos del tercer arquitecto que completa esa tripleta que es (hemos hablado de uno de Reus y otro de Tarragona) de Valls, la capital del Camp: César Martinell. De él hay que hablar de sus Cooperativas Agrícolas -en Tarragona y Lleida, sobre todo- y, luego, de su obra civil en Valls, Alcover y Barcelona. Parece extraño que en dos, tres años -y en aquella época que los medios de comunicación eran diferentes- Martinell construyera y dirigiera del orden de las 50 cooperativas. En julio de 2001, en unas Jornadas que se celebran cada año en la Universitat Catalana d´Estiu en Pinell de Brall, Francesc Cabana -historiador, economista básicamente- dio una pista sobre la piedra filosofal; el motivo es que él era de Valls y el Banco de Valls era el que realmente ayudaba a la financiación de las obras agrícolas. Citemos esas obras que tenemos en Tarragona provincia, por comarcas. En las comarcas del Alt Camp (capital Valls) y la Conca de Barberá (capital Montblanc) tenemos cooperativas de diferente categoría en Barberá de la Conca, Cabra del Camp, Espluga de Francolí, Aiguamúrcia, Montblanc, Nulles y Rocafort de Queralt. Cuando hablamos de Espluga de Francolí (Poblet) y Aiguamúrcia (Santes Creus) no se puede obviar -porque yo, en el fondo, quiero invitar desde aquí a que ustedes vengan en sus vacaciones a hacer turismo cultural por nuestras comarcas- que son dos Monasterios cistercienses de prestigio internacional.

Otra comarca con cooperativas de Martinell está situada en el Priorat, con su capital Falset y la población de Cornudella. Finalmente, hay que ir a la Terra Alta, al sur de la provincia de Tarragona, con las cooperativas de Gandesa y Pinell de Brai; entre ambas hay una lucha por ver quién es la «Catedral del Vi», Catedral del vino. Otra faceta que no hay que descuidar y obviar de Martinell es la de historiador con muchas publicaciones, artículos, libros,… Sobre todo, hay una que es un clásico dentro de la historiografía de Gaudí con un libro de 1951 titulado L´arquitecte Gaudí: su vida, su teoría, su obra. No puedo cerrar el capítulo de Martinell sin mencionar quetuve la suerte de conocerlo en 1969 -70 (cuando yo estaba estudiando) en el Colegio de Arquitectos; luego estuve en su propiedad, el Mas Granja «Doldellops»  en Picamoixons, y más tarde en su despacho de Barcelona.

Hablar de las comarcas de Tarragona es también hablar, por supuesto de La Veguería de l´Ebre. Los que somos de Tarragona o de Reus, a veces decimos con cariño -aunque quizás alguien interprete con menosprecio- que es «la quinta provincia»: Baix Ebre, Tortosa; Ribera d´Ebre, Mora d´Ebre; Montsiá, Amposta; Terra Alta, Gandesa. Aquí hay que destacar dos arquitectos modernistas: Pau Monguió Segura y Joan Abril Guanyabens. Obras modernistas tenemos en Tortosa, sobre todo, y en Amposta, Ulldecona y Vinebre. Otra comarca que tiene algo modernista es el Baix Penedés con Vendrell, la capital, y L´Arbos del Penedés y Llorens del Penedés.

Figura importantísima que también tiene su presencia modernista en las comarcas de Tarragona, sobre todo en Reus, es Lluís Doménech i Montaner. Arquitecto que yo me atrevo a decir que está en la división de honor modernista con Puig i Cadafalch y, por supuesto, Gaudí. Gaudí es un fuera de serie; lo que llamamos en Cataluña «fora da mida». Doménech i Montaner tiene cuatro obras magníficas en Reus; dos espléndidas -la Casa Navás, la «guapa del Mercadal» (el Mercadal es la Plaza del Ayuntamiento) y el Instituto Psiquiátrico Pere Mata ( a base de pabellones, por tanto, es una obra precursora del Hospital de San Pau de Barcelona)- y las obras civiles –Casa Rull y Casa Gasull en la calle San Juan- y recientemente, hace un año, la Cátedra de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona descubrió que también había un Panteón en el Cementerio de Reus. También tiene una obra muy poco conocida -últimamente es más conocida- en Tarragona ciudad: en uno de los patios del Ayuntamiento -donde antes estaba la Diputación- se reconstruyó el Panteón del Rey Jaume I.

En el centro de Reus, en la zona peatonal, también hay obras de Pere Caselles como Casa Homdedeu, Casa Punyed, ex Banco de España y otras casas modernistas. También de Joan Rubio Bellver, que es un arquitecto reusense con obras como la Casa Cuadrada y Laboratorios Serra. Finalmente, no hay que obviar un arquitecto reuscense muy vinculado a la historia de Gaudí que fue Doménech Sugranyes quien, sobre todo, tiene -aparte de obras en Barcelona- los magníficos chalets modernistas en el paseo emblemático Jaume I como es la Casa Bonet.

Volvemos a Tarragona ciudad para hablar de dos arquitectos que enmarcan cincuenta años de arquitectura de Tarragona y que son Ramón Salas i Ricomà y Josep María Pujol de Barberá, del 1880 a 1930. Pujol de Barberá es el primero de una dinastía de cuatro generaciones; su hijo, Pujol Sevill murió hace un año y luego tiene sus nietos -Agustín y Antonio (actual Presidente de la Federación Española de Tenis)- y la cuarta generación es un hijo de Agustín Pujol, Víctor, que acabó la carrera hace dos años. Estos arquitectos tienen en Tarragona obras modernistas tan importantes como la Plaza de Toros, el Mercado Municipal, Casa Salas, el Matadero Municipal (actual rectorado de la Universidad Rovira Virgili), la Fábrica de licor Chartreusse (que hace tiempo que está cerrada pero ahora el Ayuntamiento de Tarragona ha tomado el tema para rehabilitarlo como sala de exposiciones. Actualmente hay una sobre «La química de Tarragona») y otras casas magníficas, modernistas, en la Rambla de Tarragona como las Casas Rabadà, Boixó, Sala, Rosell, Mallo, Bofarull, Teatro Metropol.

También hay otros arquitectos en Tarragona ciudad como son Bernardi Martorell (con su espléndido edificio de canto a la albañilería catalana como es el Colegio de las Teresianas de Tarragona, y también es el autor del Colegio de las Teresianas de Vinebre), Pau Munguió Segura (con su Iglesia de los Carmelitas -cuyo Camerín es de Jujol- y otras obras en Tortosa y Teruel), Juli María Fossas (con la Quinta Sant Rafael, un chalet modernista con sus mosaicos) y un arquitecto magnífico vinculado con la Caixa de Pensions, Enric Sagnier Villavechia, autor del espléndido edificio que hay al lado del Palau de la Música catalana y frente a la Comisaría de Policía de Vía Laietana de Barcelona, y también tiene obras en Tarragona y en Reus.

Para acabar con este paseo imaginario, virtual, que acabo de realizar y que he citado del orden de catorce o quince arquitectos y unas cincuenta obras puntuales en emplazamientos diferentes que creo que representan algo menos de un tercio o una cuarta parte de toda obra modernistas existente en las comarcas de la Costa Daurada. Solamente me queda sintetizar con las obras más interesantes e importantes del patrimonio modernista tarraconense: las obras reusenses de Doménech i Montaner, las tres de Jujol -Vistabella, Els Pallaresos y Montferrin-, y otras muy puntuales, sobre todo las de Martinell, de Gandesa y Pinell de Brai. Tal como decía al principio de mi intervención, solamente me queda invitarles para que practiquen ese turismo cultural que cada vez tiene más fuerza en nuestra sociedad -estamos en la cultura del ocio- y que vengan al Camp de Tarragona y podrán «Gaudir de Gaudí”, es decir, gozar de Gaudí y de todo el modernismo. Evidentemente, sólo si conocemos las obras y las personas, las podremos amar. Muchas gracias.

 

ANTÓN PATIÑO

Moderador de la Mesa

Agradecer al Profesor Buqueras ese sugerente itinerario que nos propone por las comarcas de Tarragona y del modernismo. Estamos emplazados a hacer ese viaje y agradecer el que haya hablado de otros nombres que son menos conocidos, por lo menos para mí. Por eso, agradecer su detallado recorrido. Hablando ahora de sagas y de dinastías, el historiador del arte Josep María Jujol nos puede aportar semblanzas de la propia trayectoria creativa de su padre e imagino que visión del propio Gaudí y del Modernismo. Tiene la palabra.

JOSEP MARIA JUJOL

Historiador del Arte

Ponente

El arquitecto tarraconense Jujol –mi padre-, colaboró con Gaudí desde 1904 hasta 1925 aproximadamente. Es preciso puntualizar que actualmente muchos confunden colaborador con ayudante. El colaborador realiza su propia obra incorporándola a la del genio; hay creación propia. Mientras el ayudante realiza la obra del genio tal como éste ha proyectado y siguiendo puntualmente las directrices emanadas de él; no hay creación.

Curiosamente en la Casa Batlló de Barcelona (1904-1906), Gaudí experimenta un cambio estilístico. Olvidando las formas historicistas y adaptando formas onduladas y naturalistas. Y fue precisamente en esta obra donde Jujol inicia su colaboración. Gaudí confió en él desde el primer momento, porque sabía de sus cualidades como dibujante y pintor imaginativo y creativo, como había puesto de manifiesto en sus trabajos de estudiante de arquitectura y las realizaciones desarrolladas en los estudios de los arquitectos Gallissà y Font Gumà en los que trabajaba, que también le confiaron trabajos con cierta libertad. Dos años le faltaban para finalizar la carrera, pero ya empezaba a ser conocido por el dominio que tenía del color.

El primer tratadista que habla de Jujol fue el arquitecto Rafols Fontanals (alumno de la primera promoción de Jujol profesor), el cual dice: “Vi en él, no al sub-Gaudí, sino la personificación de un artista a modo de variante de Gaudí que antes de que trabajara con el autor de la Pedrera había sembrado de originales cromatismos y de carnosos detalles diversas creaciones planeadas en los obradores de arquitectos donde laboró”.En otra ocasión nos dirá: “… Gaudí sentía por el colorismo de Jujol una fe absoluta y en diversas ocasiones túvole por colaborador…”.

En la Casa Milà de Barcelona –La Pedrera- (1906-1912), la colaboración de Jujol es muy importante. Rafols, que lo había presenciado, nos dice “…llegados al taller, y ante la complacencia de Gaudí, guiaba Jujol el retorcimiento y el enlace de férreas piezas con una contundencia y una seguridad pasmosas”. Además intervino en muchos de los sinuosos techos de las habitaciones.

En el Park Güell (1904-1914) realizó las cerámicas de los cupulines que cubren la Sala Hipóstila, y las vistosas rodelas de los espacios intercolumnas. Así como el recubrimiento del famoso banco serpenteante de la gran plaza. Todo ello con la técnica del trencadís, es decir, cerámica troceada.

En la Catedral de Palma de Mallorca (1903-1014) fue el pintor-decorador, que de forma valiente y vistosa dio vida a la cátedra episcopal y los espaldares del coro, entre otros elementos.

Con más o menos intensidad, con más o menos vistosidad, Jujol intervino en las siguientes obras de Gaudí:

  • Casa Batlló
  • Pinturas Muralla Homenaje al Rei Jaume I
  • Park Güell
  • Templo de la Sagrada Familia
  • Catedral de Palma de Mallorca
  • Casa Milà
  • Farolas del Centenario de Balmes en Vic, entre otras menores.

 

Jujol tenía cualidades y conocimientos para seguir la obra gaudiniana, así lo reconoció el arquitecto Bohigas Martorell en el discurso de apertura del Año Gaudí en Barcelona (20 de marzo de 2002): “…el arquitecto Jujol, es el único que interpretó y continuó la arquitectura de Gaudí desde un punto de vista consistente”.

El escritor Francisco Pujols (1882-1952) escribió a la muerte de Gaudí, hablando del Templo de la Sagrada Familia, y el valor artístico “que habría tenido en manos de Gaudí si la hubiese podido terminar; o la terminara Jujol, que es capaz de hacer lo mismo que hacía Gaudí”. Pero Jujol no fue llamado para tal obra.

Pocos son los estudiosos de Jujol, pero desde 1969 (hace 33 años) un arquitecto madrileño, Carlos Flores López, que se encuentra en la sala, estudia y puntualiza la obra de Jujol con Gaudí. Así lo vemos en su monumental libro Gaudí, Jujol y el Modernismo catalán, y en sus innumerables artículos y libros. Su rigor es garantía de exactitud en sus aseveraciones. Así nos dice hablando de la Casa Batlló: “…el gaudinismo se ve en ella enriquecido y transformado por las aportaciones de un nuevo aliento creador que nos resulta inevitable identificar con la presencia de Jujol” (pág. 168 Tomo II). O sea que Jujol no sólo tiene admiración sobre Gaudí sino que influye sobre la obra gaudiniana.

Jujol sintoniza y complementa el arte de Gaudí, pero no es gaudinista, tiene su propio estilo, que plasmará en sus construcciones. No es modernista, ni gaudinista; es jujoliano. Un arte que se avanza a su tiempo, mientras se desliga de las tendencias anteriores. Es un artista puente entre su época y la nuestra. Ello se pone de manifiesto en sus obras personales:

  • En Tarragona: el Teatro Metropol, audaz y actual.
  • En Pallaresos: la Casa Bofarull, con sus hierros escultóricos reciclados.
  • En Vistabella: en el Templo parroquial, con sus piedras sin desbastar vistosamente incrustadas.
  • En Vallmoll: la ermita del Rosario, con el delicioso pavimento realizado personalmente por él.
  • En Montferri: en su ermita-santuario, con sus elegantes prefabricados formando muros-vidrieras.
  • En Creixell: con la espectacular veleta visible a kilómetros de distancia (hoy lamentablemente desmontada).
  • En Barcelona: los Talleres Mañac, con sus cupulines escafandras; La Casa Planella, de sinuosa fachada y luminosas aberturas.
  • En San Juan Despí: la Torre de la Cruz, impresionante macla de cilindros de diferentes alturas. La Casa Negre de esgrafiados inclasificables.

 

Y no alarguemos más la lista para no cansar.

Jujol fue un arquitecto-artista que destacó como excelente dibujante, extraordinario pintor, magnífico escultor, dominador del hierro, audaz diseñador y equilibrado arquitecto. Sabía armonizar la estática con la estética. Muchas gracias.

 

ANTÓN PATIÑO

Moderador

Después de esta estupenda semblanza de Josep María Jujol que demuestra que el arte es una aventura colectiva y que un artista, lo que hace es dejarse atravesar por unas sensaciones que van más allá de su propia personalidad. El cubismo, por ejemplo, podríamos pensar ingenuamente que lo descubrió exclusivamente la energía creadora de Picasso pero sabemos, en cuanto nos acercamos a la historia del arte, que allí hubo colaboraciones de Georges Bracque, de Juan Gris o Blanchard: muchos autores, muchas manos, en una obra colectiva. No podía ser menos en estas grandes aportaciones que estamos viendo de grandes precursores y habrá que pensar en algún momento en hacer un “Año Jujol”. Ahora vamos a dar comienzo al debate entre los miembros de la mesa y si alguien del público quiere intervenir, también tendrá cabida en este pequeño diálogo antes de concluir el acto.

 

 

Coloquio

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Independiente

Agradeceríamos que cada persona, antes de intervenir, se auto – presente muy telegráficamente, con el nombre y a qué se dedica o cuál es su profesión para que, de esta manera, tengamos una mayor identificación de ella y se pueda publicar en el libro que se publicará con todas las intervenciones no solamente de la mesa sino también del público.

 

CARMEN GAMONEDA

Catedrático de Enseñanza Secundaria

¿Se le podría atribuir al arquitecto Jujol esa parte constructiva que tiene Gaudí como más alegre? Yo he observado que hay unas construcciones de Gaudí muy tipo castillo, muy macizas, muy sólidas y luego hay una época en que he notado esa alegría, ese colorido, esas volutas, … ¿Se le podría deber a Jujol?.

 

JOSEP MARÍA JUJOL

Ponente

La pregunta es muy acertada. Cuando se estudia seriamente a Gaudí -y, hay que decirlo todo, no se ha estudiado seriamente; son tan pocos los autores que lo han estudiado con seriedad que yo me horrorizo en este Año Gaudí la cantidad de libros que se están publicando sobre Gaudí firmados por algunos personajes, que algunos de ellos no sabemos de dónde han salido y que lo que hacen es copiar lo que han leído en otros libros- vemos que hay ese Gaudí de antes y el de después. Por la edad, Gaudí podía haber sido padre de Jujol. Eso es importante porque estamos hablando de que Jujol es otra generación posterior y tiene aquel ímpetu juvenil muy importante. Gaudí es un arquitecto extraordinario, insuperable; que eso quede bien claro: es insuperable. En muchos momentos se encuentra -sobre todo, después de la construcción del Palacio Güell- muy criticado y eso, lógicamente, a un arquitecto, a un artista, aplasta. En cambio, aparece Jujol -el atrevido, el valiente aunque personalmente era una persona muy discreta y pasaba desapercibido- y Gaudí ya no se siente solo y se vuelve más atrevido y ese atrevimiento se complementa con el arte de Jujol. Ha descubierto a un pintor. Precisamente, en un libro de los años 50 el autor decía: «Jujol es un pintor que, además, es arquitecto». No me gusta esto pero él lo decía así porque se daba cuenta de que era un gran pintor y lo fue, evidentemente. Él era un hombre muy optimista y sentía la necesidad de poner ese toque de alegría en sus obras. Ustedes cuando vayan -porque irán- a recorrer esas construcciones jujolianas se darán cuenta de esto. No hace mucho, acompañaba a un grupo de varios arquitectos y uno de ellos me decía que Jujol era un arquitecto «divertido» y le contesté que en la vida familiar era muy divertido y en la vida artística ponía el detalle de divertimento y, sobre todo, ponía color. Por eso, en varias ocasiones he dicho que Jujol es el arquitecto que pone color a la obra de Gaudí.

 

JOSEP MARIA BUQUERAS

Ponente

Me voy a tomar la licencia porque, cuando yo lo citaba, ha entrado en la sala el arquitecto Carlos Flores y, como he citado una cosa que dijo la semana pasada en Tarragona, quisiera que él la escuchara y, de paso, provocarle que él intervenga y liberalizar, en cierta medida, a Jujol hijo de ese «amor al padre». Una persona objetiva y ajena a la familia lo puede hacer. Carlos: la semana pasada se celebró en Tarragona un Congreso Científico organizado por la Universidad Rovira i Virgili y dijiste que «los tres genios artistas del siglo XX han sido, son y serán Gaudí, Picasso y Jujol».

 

CARLOS FLORES

Doctor arquitecto

No solamente he dicho eso sino que Jujol, Gaudí y Picasso -por orden de edad: Gaudí, Picasso y Jujol- si se eligieran diez, quince, un número pequeño pero limitado de artistas de toda Europa, para mí los tres citados tendrían que intervenir. Me interesa mucho insistir en una cosa que ha apuntado Jujol. En ese sentido de alegría, yo el otro día me atreví a llamarle, con tu permiso, casi de «desvergüenza» porque en estas cosas de Gaudí luego se ha sabido que no era tan trigo limpio como se pensaba porque, con motivo de las restauraciones, se han descubierto partes íntimas de las obras de Gaudí con algún truquillo, cosa que para mí enriquece su obra porque nos lo hace más humano tras haberlo convertido casi en un muñeco de cartón – piedra. En este tema de la alegría hay una anécdota de Gaudí que retrata muy claramente, muy certeramente, esta especie de sentimiento trágico de la obra de Gaudí.

La Sagrada Familia, en aquella época, se mantenía sobre todo por donativos de fieles y de personas muy enraizadas en lo catalán que querían que se acabara. En una ocasión llegó un señor a entregar su donativo que era un donativo muy importante y que recogen sus comentaristas y que, hasta cierto punto, creo que es fiable. Gaudí se congratuló y le dio las gracias y el señor dijo: «no crea, a mí no me cuesta esfuerzo el hacerlo» y Gaudí respondió «entonces, usted vuelva a su casa, piense qué cantidad sería para usted sacrificio y la dé». Aparte que Gaudí siempre quería «dar el corte», esto le salió espontáneamente porque él decía que todo en la vida debía tener un sacrificio. Esto se ve cuando uno visita el Parque Güell con sus colores y la alegría. Yo he dicho siempre que Ramón Gómez de la Serna, si hubiera hecho una greguería sobre el Parque Güell, hubiera dicho que era un parque muy bonito para niños pero para niños perversos.

Yo noto que hay esa cosa un tanto morbosa -no se si perversa-, un tanto oscura muy derivada de la personalidad del arquitecto en toda su obra y que la llegada de Jujol como un hombre joven, un hombre nuevo, un hombre sin prejuicios -se decía de él que era un arquitecto que no  tenía horarios ni honorarios aunque cuando se casa parece que los honorarios le importan más y es Catedrático de la Escuela de Arquitectura y profesor de la Escuela del Trabajo (Oficios Artísticos)- que fue durante muchos años el arquitecto alegre, ese que puso la alegría, la locura, e impulsó a Gaudí a salirse un poco de lar normas que normalmente Gaudí se ponía a sí mismo.

 

FEDERICO LARA

Profesor de Historia Antigua

Querría hacer una precisión al Profesor Buqueras. En el listado de ciudades con elementos modernistas no he oído Lleida. Nada más tiene tres o cuatro exponentes modernistas. En la Avenida de Blondell, el antiguo Edificio Palace, hoy reconvertido para el Ayuntamiento de Lérida, es modernista; el antiguo Cinema Viñes es también modernista y hay otro más en la misma calle. Si antes se ha aludido a una quinta provincia, es que Lleida siempre es la sexta o la séptima. No son gran cosa desde el punto de vista plástico o arquitectónico pero ahí están.

También quisiera hacer otra precisión sobre la Sagrada Familia. En unos Códices Vaticanos existen unas copias levantadas por Palladio y otros arquitectos de una tumba etrusca del rey Porcena -que había sido un aliado del año 509 del último rey etrusco- y el aspecto externo es exactamente igual que las cuatro torres de la Sagrada Familia. Esa tumba dice Tito Livio que no se llegó a construir pero la estructura era cuatro pirámides alargadas y la primera vez que vi la fotocopia de ese documento me vino a la cabeza el perfil de la Sagrada Familia. Evidentemente, la Sagrada Familia está inconclusa, tendrá más torres, pero esta tumba de Porcena también tiene cuatro torres de distintas alturas y en el centro tenía que ir otra, también con unas alturas fantásticas del orden de los cien metros. Las tumbas antiguas tipo el Mausoleo de Halicarnaso eran algo común pero esa tumba de Porcena que luego esos arquitectos del Renacimiento la idealizaron, según la descripción de Tito Livio y de los dibujos que se han encontrado en los Códices Vaticanos, su aspecto externo es exactamente igual. Yo estoy trabajando en este tema para una publicación y, si puedo, algún día lo publicaré. Nada más. Muchas gracias.

 

JOSEP MARIA BUQUERAS

Ponente

Yo confirmo que no he citado Lleida porque cuando he citado las poblaciones catalanas me he ceñido a las que había en el libro ese de la Red europea del Modernismo que, por cierto, no sale ni Tarragona. Yo, en Tarragona ciudad tengo constatadas del orden de las 50 obras modernistas de las que 7 u 8 son espléndidas y cuando he dicho Alcoy, Astorga, etc. no sale ni la Casa de los Botines de Gaudí en León ni tampoco sale Madrid aunque yo, ya que estoy en Madrid, he citado las cuatro o cinco más representativas del modernismo. Tiene toda la razón pero no lo he hecho no porque sea la sexta porque Lleida es una provincia, no la sexta.

 

ANTÓN PATIÑO

Moderador

Agradecer las intervenciones y ya, para ir concluyendo, le vamos a dar la palabra al Excmo. Sr. D. Josep Mariné Grau, Presidente de la Diputación de Tarragona.

 

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Independiente

Antes de las palabras del Presidente, simplemente dos líneas sobre Josep Mariné, Presidente de la Diputación de Tarragona, cargo en el que lleva diez años y ha hecho una magnífica labor en la proyección turística de la Costa Dorada aparte de otras actividades. Él también está muy enraizado en la tierra. Lleva veinte años de Alcalde de un pueblecito, Alforja, prácticamente en la montaña. Su presencia aquí es doblemente grata, no solamente por el esfuerzo que ha hecho al trasladarse a Madrid única y exclusivamente para estar con ustedes, para estar en este acto, para presidir esta Mesa redonda sobre el Modernismo y Gaudí, sino también porque él es uno de los promotores de que estas seis mesas redondas se hayan podido celebrar en Madrid. La Diputación desde el primer momento vio positivamente el proyecto y nos ayudó en para que fuera una realidad. Muchas gracias.

 

JOSEP MARINÉ

Presidente de la Diputación de Tarragona

Muchas gracias, amigo Buqueras. Amigos: el Año Gaudí, es decir, la celebración del CL Aniversario de Antoni Gaudí, ha significado la movilización de un amplio equipo de profesionales del mundo de la arquitectura, de la historia del arte, de la fe y la religión, de la investigación y del estudio en general para poder así con su aportación aumentar nuestros conocimientos sobre la vida y la obra de este genial arquitecto, todo ello encajado en su época. El Año Gaudí, más a más, ha sabido unir a todo este grupo de investigadores e intelectuales a un amplio sector de público, un público en general culto y preocupado por su entorno que también quiere entrar en la magia de Gaudí y rememorar toda su época. El primer éxito, pues, de esta conmemoración es haber logrado la unión de toda la sociedad en torno a una figura única e irrepetible como es Antoni Gaudí.

De paso, quiero decir algo que no se ha dicho. Los primeros años de Gaudí no fueron fáciles. Lo digo porque sé que en la sala hay jóvenes arquitectos y estudiantes de arquitectura. Los primeros años de Gaudí fueron muy difíciles. Su idea de la arquitectura -se ha hablado aquí- provocó una revolución: hubo quien la entendía y quien no la quería entender. Gaudí tuvo la suerte de la familia Güell y gracias a realizar el Parque Güell, Gaudí cogió fuerza y salió el gran Gaudí pero los principios fueron muy, muy difíciles para él. A lo mejor porque no se comprendía su idea de hacer las cosas.

La mesa redonda de hoy, un acto además de los miles que se vienen realizando, trata sobre Gaudí y su vinculación a la tierra, a su tierra natal. La talla de los ponentes, su preparación y conocimiento garantizan su proyección. No voy a repetir o resumir conceptos ya expresados pero no puedo, por menos, hacer un recordatorio sobre algunos puntos. En primer lugar, como han señalado muchos autores, la geografía del Camp de Tarragona ha influido sobremanera en artistas y autores de la talla de Mir, Miró, Picasso o el gran músico Pau Casals. La luz, el espacio, la vida agrícola, la flora, … son puntos que convergen en su obra de manera clara y precisa como él mismo había manifestado. La familia de Gaudí es originaria de Riudoms, donde, por parte paterna, estaban asentados desde siglos y donde tenían un taller de calderería. Este oficio, según propia expresión de Gaudí, le proporcionó una visión del espacio y de los volúmenes más enriquecedores. La casa familiar de Gaudí se conserva aún hoy y su Masía, conocida como Mas de la Calderera. A poco de nacer, la familia se trasladó a Reus y es en esta ciudad donde cursa los primeros estudios y donde despierta los conocimientos científico e intelectual. No hay duda que Reus, una ciudad emprendedora, laboriosa y con peso en el mundo de la cultura y de la economía, influyó también en su carácter y en su obra.

Como podrán comprobar, yo simplemente he mencionado y he hecho referencia a la familia sin citar dónde nació Gaudí. Como saben ustedes, antaño, donde se bautizaban los recién nacidos, es donde se registraba su nacimiento. Parece ser que Gaudí nació en su Masía paterna en el término municipal de Riudoms, lindando al término municipal de Reus donde fue bautizado y registrado. Esto dice mucho por la ciudad de Reus y dice muy bien por la ciudad de Riudoms ya que creo que ambas han comprendido y se hacen suyo el nacimiento de Gaudí, siendo esto natural. Así, me parece que ustedes, los de Madrid, también lo harán suyo porque no tenemos que olvidar que Gaudí es un personaje universal.

La comarca es mucho más amplia que estos dos pueblos, estas dos ciudades, del Camp de Tarragona en la obra de Gaudí. Nos da la idea de concentración en otras obras de un amplio sector del mundo obrero local. Trabajadores del metal, ceramistas, vidrieros, picapedreros o albañiles sabían interpretar sus deseos y darles aquel acabado que él quería. Aunque no se ha estudiado suficientemente, los obreros procedentes del Camp fueron muchos y de calidad. Se cuenta, por ejemplo, que todos estos obreros vieron aumentar su categoría profesional y económica después de trabajar con Gaudí por la preciosa dificultad de sus obras. El Camp de Tarragona tiene, además, alguna muestra de cooperativas modernistas únicas firmadas por César Martinell que ya se han comentado aquí.

Quiero hablar también de un colaborador de Gaudí, extraordinario, de gran talla, padre de Josep María Jujol, nuestro ponente. Aunque era más joven que Gaudí, supo interpretarlo y trabajar junto a él sus mejores obras. Las obras de Jujol se encuentran, ya se ha mencionado aquí, tanto en Tarragona como en Bonastre o Monferri donde pueden contemplarse excelentes trabajos suyos.

Por otra parte, también quiero recordar que esta relación de Gaudí y el Camp de Tarragona y sus gentes fue expresada y recordada muchas veces por el mismo autor, lo que quiere decir que hubo buena relación con el país de origen. Los ponentes han hablado sobre arte, país y cultura pero el mejor valor de todo ello era su amor por la tierra que le vio nacer y que le reconoció su valor en vida.

Para terminar, les quiero decir que la Diputación de Tarragona está colaborando en estos actos como el de hoy aquí en Madrid en lo que se hace de recuerdo más profundo de la personalidad de Gaudí, tanto a nivel profesional como humanista o de su biografía porque a través de estos actos, queremos aportar a las nuevas generaciones ilusión, profesionalidad, humanismo y estimación a la tierra en la que uno ha nacido o en la que está viviendo. Agradezco a todas las instituciones, de manera especial a la Fundación Independiente y al Círculo de Bellas Artes de Madrid, su calurosa acogida. También a los ponentes, muchas gracias. Pero, sobre todo, gracias a ustedes que han sido un público fiel a conocer algo más de Gaudí. Seguro que muchos de ustedes sabrán mucho más de Gaudí que quien les está hablando pero su entusiasmo y venir a escuchar aquí algo nuevo de Gaudí era nuestro deseo: que todos nosotros conociéramos algo más de Gaudí.

Me parece que el señor Patiño me permitirá una cosa que se sale de protocolo pero algo se ha mencionado aquí y me encuentro en inferioridad de condiciones si no lo digo. Yo, como Presidente del Patronato de Turismo de la Costa Dorada, quiero invitarles a ustedes. Ya se que muchos conocen Tarragona y la Costa Dorada pero, aparte de esto, hay algo que ustedes -aunque les guste mucho la playa y el sol-, les está gustando mucho el turismo cultural. Creo que en la Costa Dorada pueden descubrir y, en todo caso, el Patronato de Turismo de la Diputación estará a sus ordenes para informarles de todo lo que deseen. Dentro de unos días en Madrid -les invito también a la exposición- podrán descubrir muchos rincones de la Costa Dorada que agradecerán. Descubrirán estos personajes que algunos de ustedes ya conocen pero que otros tal vez no han escuchado. Por ejemplo, se ha hablado de Martinell que ha hecho una gran obra como son las Catedrals del Vin, las Catedrales del Vino, y es una delicia poderlo ver, aparte de poder degustar los buenos caldos que allí se hacen, lo que enriquece un poco y alegra un poco a los que vamos de turistas. Nada más. Simplemente, agradecer a todos su presencia aquí e invitarles a que conozcan estos rincones de la Costa Dorada que es por seguro que agradecerán. Muchas gracias.

 

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Independiente

Ya fuera de programa, después del cierre de este acto por parte del Presidente de la Diputación, recordarles tres cosas. En primer lugar, hay un libro de firmas a la salida por si alguien quiere dejar su autógrafo o alguna expresión sobre Gaudí. En segundo lugar, recordarles también que los que deseen recibir el libro que se va a publicar que nos dejen su tarjeta o que nos manden sus datos a la dirección que ustedes tienen en el programa de la Fundación Independiente y, con mucho gusto, cuando se edite el libro se les invitará a conocerlo y a acercarse a él. Finalmente, recordarles que el próximo día 8 de mayo vamos a tener en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando el Acto de Clausura de este Ciclo de Mesas Redondas en homenaje y conmemoración del Año Internacional Gaudí. Muchas gracias.

 

 

 

«GAUDÍ Y SU PROYECCIÓN»

Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

8 de Mayo de 2002

RAMÓN GONZÁLEZ DE AMEZÚA

Director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

Gaudí fue una de las figuras claves del Noucentisme y su arquitectura tuvo muchos epígonos. Gaudí ha dejado obras maravillosas y otros muchos de los arquitectos que siguieron su camino en aquel nuevo estilo que se llamó el Modernismo. Hay muestras como, por ejemplo, el Palau de la Música Catalana, hoy declarado Monumento Nacional, una obra que a todos nos admira y nos maravilla. En el arte siempre es el tiempo el que dice la última palabra y tan es así que Josep Pla en su Cuaderno Gris, un día cuenta que ha estado en un concierto en el Palau de la Música Catalana y que le ha parecido horroroso -decía que tantas escayolas le molestaban muchísimo- y ha tenido que pasar casi un siglo para que una obra del Modernismo sea hoy tan apreciada. Esto pasa en todas las artes. Pasa en música: la gente de hoy,  en general, la música no la entiende como en su tiempo no se entendía la música de Bach o la de Stravinsky que, cuando estrenó en 1913 en el Teatro de los Campos Elíseos de París la Consagración de la Primavera, fue tal el escándalo que se organizó que tuvieron que suspender el acto y Ravel -que estaba presente- increpó a los presentes con toda clase de insultos porque él, evidentemente, sí se había dado cuenta de la magnitud, de la importancia, de la obra. También sucede en pintura. La pintura moderna, hoy en día, en muchos casos no es apreciada y nos podemos remontar un siglo atrás o algo más y contemplar cómo los impresionistas tuvieron que hacer un Salón propio para los que no habían sido admitidos en el Salón oficial porque su obra no se entendía en aquella época. El propio Van Gogh, en toda su vida, no vendió un solo cuadro.

Por todo ello, al celebrar la figura de Gaudí estamos ya a muchos años, a muchas décadas de distancia, y estamos ya todos convencidos de que fue una gran figura de la arquitectura, una gran figura del arte. Cuando se termine la Sagrada Familia -que ya van quedando menos décadas: las Catedrales tardan siglos en hacerse- tendremos su obra emblemática que hoy es el símbolo de Barcelona. Un compañero nuestro de la Academia, Josep Mª Subirachs, es el que está haciendo todas las estatuas de la fachada principal de la Sagrada Familia subido en un andamiaje donde vive prácticamente y donde escapó a una catástrofe hace pocos meses cuando hubo un derrumbamiento que le pasó por delante. Así pues, con mucho gusto iniciamos este último ciclo sobre Gaudí.

 

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Independiente

Muy buenas tardes a todos. Excelentísimo Señor Director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando: para nosotros es una enorme satisfacción celebrar este Acto de Clausura de este Ciclo de Mesas Redondas que durante el último mes y medio han venido realizándose en Madrid en diferentes entidades representativas de la sociedad civil madrileña. Hace pocas fechas era en el Círculo de Bellas Artes, y con anterioridad el Ateneo de Madrid, la Fundación del Colegio de Arquitectos de Madrid, el Centro Cultural Villa de Madrid o Blanquerna. Entidades que desde el primer momento y muy gustosamente brindaron sus tribunas para poder facilitar un mayor conocimiento, un mayor entendimiento de esta figura genial, el arquitecto Gaudí. Gracias al Director de la Real Academia porque desde el primer momento nos ofreció la inauguración de este Salón para poder celebrar este acto de clausura.

La Fundación Independiente, que este año celebra su XV Aniversario -corta pero intensa vida- ha ayudado durante este tiempo a potenciar una mayor participación de la sociedad española, de nuestros ciudadanos; una mayor espíritu democrático; una mayor solidaridad y, por otra parte, un mayor asociacionismo en España que tiene un tejido social podríamos decir que algo flojo. La Fundación, entre sus múltiples actividades, tiene un ciclo que se titula «Españoles Universales» que se inició en el año 96 con un homenaje a Cela; en el 97 con Plácido Domingo; posteriormente fue Vicente Ferrer, Federico Mayor Zaragoza, Margarita Salas -la científica, la investigadora- y el año pasado fue Julio Iglesias el motivo de nuestro homenaje nacional e internacional. Quisimos que este Ciclo de Mesas Redondas en relación a Gaudí fuera también a una figura universal como es Antoni Gaudí. Un catalán universal, español universal por tanto, y una persona de la que creo que todos nos podemos sentir más que satisfechos.

La figura de Gaudí, para nuestra Fundación, aparte de su proyección, consideramos también que tiene unas características de gran singularidad. Es un representante genuino en su tiempo de lo que era la sociedad civil catalana y española; un hombre de una profesión liberal; un hombre que siempre luchó para defender su obra o su espíritu innovador. No hace mucho, Norman Foster decía que las técnicas innovadoras de Gaudí a veces no se entienden y son una sorpresa para los estudiosos. Gaudí es, por otra parte, un ejemplo de participación ciudadana. Nunca quiso que en la Sagrada Familia hubieran donaciones públicas sino que su construcción se hiciera desde la ciudadanía. La prueba es que, desde aquel entonces y durante todos estos años, la Sagrada Familia, si avanza más o avanza menos, si está aletargada en sus obras o, como en estos momentos, recibe un gran impulso, es gracias a las donaciones y gracias a los miles y miles de visitantes que en este Año Internacional Gaudí visitan diariamente. Por tanto, este es uno de los principios que Gaudí, desde el primer momento, deseó. Por otra parte, la proyección internacional es indudable.

Tengo aquí -no los voy a leer porque sería excesivo- tres mensajes importantes entre otros muchos: del Presidente de la Diputación de Tarragona Gaudí era de aquellas tierras, concretamente de Reus, y desde el primer momento la Diputación de Tarragona ayudó a hacer factible este Ciclo-; del Conseller en Cap de la Generalitat, Artur Mas y del Presidente de la Generalitat. Reflejaré algo de lo que dice el Presidente Pujol: «… uno de los grandes objetivos de este Año Internacional es conseguir que el conocimiento de la producción gaudiniana y la singular concepción que Gaudí tenía del arte, destaquen mucho más que las múltiples anécdotas que envuelven su vida y su trayectoria. Estoy convencido que este Ciclo, en el que toman parte destacados especialistas, contribuirá en buena medida a ello. Todos somos beneficiarios de la gran sensibilidad que Gaudí nos ha transmitido y que se proyecta a todo el mundo de una manera cada vez más sólida y eficaz».

Dicho esto, dos breves informaciones. Cuando ustedes salgan de esta sala, tienen la posibilidad de contribuir, de participar en este Año Gaudí a través de unas hojas que están a disposición de ustedes para que quien quiera, las pueda firmar o pueda dejar un pensamiento, una reflexión que, indudablemente, serán recogidas algunas de ellas en el libro que esperamos que en los próximos meses vamos a publicar con todas las intervenciones producidas ponentes, moderadores o introductores de estas Mesas Redondas pero también de todos aquellos que desde el público, en la parte del coloquio, quieran intervenir.

Sin más dilación, voy a decir unas breves palabras de presentación de la mesa. Hoy tenemos una Mesa yo diría que de lujo tanto por la calidad de los tres ponentes como también del Moderador del acto. Nos acompaña como Moderador Jaime Duró i Pifarré, leridano ilustre, Decano que lo fue durante varios años del Colegio de Arquitectos de Cataluña; ha sido Presidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España. También lo ha sido a nivel europeo y, finalmente, lo fue de la Unión Internacional de Arquitectos. Considerábamos que en la persona de Duró no sólo hay una proximidad con Gaudí -los dos son arquitectos- sino que, si íbamos a hablar de la proyección de Gaudí en el mundo, era importante tener a un arquitecto que ha tenido una amplia proyección en el mundo a través de sus cargos institucionales. Jaime Duró tiene la palabra.

 

JAIME DURÓ I PIFARRÉ

Past-President de la Unión Internacional Arquitectos

Moderador

Muchas gracias, Ignacio. Dignísimas autoridades, amigos: cuando el Presidente Ignacio Buqueras me invitó a participar en este acto, no lo dudé en ningún momento por varias razones. Una de ellas es sentimental. Durante doce años he tenido la suerte de poder co-presidir la Medalla de Oro de Arquitectura Española que distinguía a los arquitectos ilustres más importante de nuestro país. Con la generosidad de la Academia, siempre lo hemos celebrado aquí y desde Oiza, Cano Lasso, Rafael de la Hoz u otros muchos arquitectos, he tenido la suerte, como digo, durante doce años de poder co-presidir aquí, en la Academia, estos actos de homenaje a arquitectos ilustres.

Hoy, el motivo será próximo: Gaudí, un valor universal, extraordinariamente universal; yo diría que algo verdaderamente identificativo de una cultura europea mediterránea. En cierto sentido, por lo que decía Ignacio Buqueras, en el tiempo que he podido estar como Presidente en el ámbito internacional, he podido constatar que no solamente es un arquitecto muy importante y prestigioso, sino popular. Es un arquitecto popular en el mundo. Por ejemplo, a Barcelona, mi ciudad -donde resido y donde trabajo- me es difícil imaginármela sin Gaudí. Posiblemente, no conozco ninguna otra ciudad del mundo que pueda identificarse más con un arquitecto y con su arquitectura como Barcelona con Gaudí. Debería decir también que con Ildefonso Cerdá. Estas son dos figuras claves para el reconocimiento de su perfil a nivel internacional. Por tanto, me parece un arquitecto que, además de sus extraordinarias características como importantísimo arquitecto de nuestro país, es muy identificativo de un momento determinado, de una cultura determinada e incluso, si me permiten, de un país determinado.

No me voy a extender. No soy un experto y he venido a aprender hoy. Seguro que cuando salga, después de escuchar a los tres invitados y ponentes que tenemos, estoy seguro de que todos conoceremos mejor la figura de Gaudí. Hasta tal punto que yo, hace un par de días, tuve conocimiento de un hecho que me pareció singular porque un arquitecto amigo de Brasil, concretamente de una ciudad tan pequeña como es Miranda -de la región de Rancagua- me comentó que tenía una carta que Gaudí le había escrito en 1909 en la cual le regalaba los planos de una capilla para ser construida en Chile ya que él no podía desplazarse. Cuando tuve conocimiento de esta anécdota, pensé que era curioso comentarla en el Año Gaudí y al llegar aquí le comenté a Ignacio que seguro que la conocía y, efectivamente, así es. Lo cierto es que en Chile parece ser que sí existen los planos de una capilla que Gaudí regaló en su momento y que ahora están muy interesados en construirla. Nada más. No me voy a extender. Yo he venido a escuchar y creo que no soy un experto, no conozco bien el gaudinismo -como diría César Martinell y, por lo tanto, voy a pasar a presentar a los tres ponentes que son expertos en la obra de Gaudí. Los tres curriculums tienen varias páginas y yo voy a intentar hacer un resumen.

Daniel Giralt Miracle fue nombrado en 1999 por el Consejo Plenario del Ayuntamiento de Barcelona Comisario General de Gaudí 2002, Año Internacional Gaudí. La figura de Gaudí es muy, muy importante, evidentemente, pero también podría ser que en este CL Aniversario hubiesen habido una serie de actos con mayor o menor fortuna pero la verdad es que de Gaudí se está hablando mucho y yo creo que se está haciendo muy bien. Gracias a personas como Ignacio, como la Academia, como yo y el Director General de Patrimonio de Cataluña, la verdad es que cuando se comenta en la calle sobre Gaudí este año ha tenido una trascendencia muy por encima de lo que cabía esperar. Por lo tanto, mi felicitación a quien corresponda sobre cómo van las cosas en esta materia. Es miembro de esta casa, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, también de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona. Es y ha sido colaborador en Destino, La Vanguardia, El País, El Mundo. Ha sido Comisariado -esto es lo que más me ha sorprendido- en más de cien exposiciones en relación al arte, la cultura, la arquitectura, … Es autor de más de veinte libros. Yo creo que con esto se da una visión de lo quién es él.

En segundo lugar me voy a referir a Luis Gueilburt que es escultor y Director del Centro de Estudios Gaudinistas. Ha presentado varias exposiciones individuales y colectivas sobre Gaudí estos últimos años. Tiene esculturas en el ámbito nacional y en el extranjero, en varios países como en Japón. Está dando conferencias como Profesor invitado en distintas Universidades tanto españolas como en Francia, México, Argentina y por Europa.

Marc Mayer, el tercero de los ponentes, es Director General de Patrimonio Cultural de la Generalitat de Cataluña. Es Catedrático de Filología Latina. Premio extraordinario, Profesor de varias Universidades nacionales y en el extranjero. Su actividad institucional ocupa varias páginas: Académico de varias sociedades, miembro de distintas Academias, colaborador de la UNESCO. No me voy a extender más porque, de lo contrario, no podríamos escuchar lo que nos van a decir sobre Gaudí. Sin más, voy a dar la palabra a Daniel Giralt Miracle.

 

DANIEL GIRALT MIRACLE

Comisario General del Año Internacional Gaudí

Ponente

No puedo empezar sin agradecer tus palabras, Jaime, y sobre todo agradecer a Ignacio Buqueras la iniciativa que ha tenido de proyectar esta «movida» que hemos tratado de llevar a cabo en ocasión del CL Aniversario del nacimiento de Gaudí con esta perfecta programación que hoy culminamos. La culminamos en un marco para mí excepcional; un poco porque es mi casa, un poco porque el Director ha tenido la deferencia de inaugurar esta sala con nosotros y quiero también agradecer pues, al Director de esta Casa que nos haya recibido tan fraternalmente.

El título de esta mesa redonda es Gaudí y su proyección. Tal como estamos hablando hoy, 2002, ciento cincuenta años del nacimiento de Gaudí, setenta y seis después de su muerte, parece que Gaudí ya es un valor universal, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde hace unos quince o dieciocho años… El mundo entero hace su peregrinaje para visitar a Gaudí. También se ha abierto un proceso de beatificación que lo hará mucho más universal de lo que hasta ahora podía ser. Pero esto es un fenómeno relativamente nuevo. La apreciación de Gaudí, el reconocimiento de su obra, la estima hacia su trabajo y su capacidad innovadora de la arquitectura -que es para mí lo más válido- es relativamente reciente. Siempre ha habido aquí unos Amigos de Gaudí como Asociación constituida que ha ido postulando o voluntariosos profesores como Carlos Flores que han escrito de Gaudí cuando nadie casi se interesaba por la obra de Gaudí y él se interesaba para que las editoriales hablaran o publicaran de Gaudí. El mismo Gaudí nace ya de un fenómeno dialéctico potente que es que el momento culminante de la obra de Gaudí coincide con el declive del Modernismo, ese fenómeno que tiene tanta importancia en la ciudad de Barcelona y de concomitancias con el Art  Nouveau y el Modern Style pero que también tiene una personalidad en oficios y en una concepción de la arquitectura distinta. En este momento explosivo de eclosión del Modernismo, los mismos modernistas a Gaudí no lo entienden, o no lo quieren entender, o Gaudí los trasciende porque yo creo que Gaudí es concomitante con el Modernismo pero no exactamente representación del espíritu del Modernismo; quizás luego lo discutiremos con los expertos en este tema.

El fenómeno más potente o característico de este momento es que aparece el Noucentisme, el Novecentismo, con una figura tan intensa como el pantarca Eugenio D´Ors. Así, el Noucentisme y D´Ors será -voy a buscar la palabra para ser educado- opositor, negador de sus estéticas y desautorizador de su aportación. Lógicamente, habrá los Maragall y los Verdaguer que harán el contrapunto dentro de la cultura catalana de la apreciación de la obra de Gaudí. Todo esto, en su proyección local.

Ahora vamos exhumando documentos que un tal Albert Schweitzer, porque iba a dirigir un Concierto en el Palau de la Música, se emocionó visitando con Niget la Sagrada Familia pero esta era la universalidad de Gaudí. Es así como tiene que ser: poco de aquí y mucho del extranjero que, como rara avis, vienen a visitar la obra de Gaudí. Primero será Le Corbusier y será de la mano de Josep Lluis Sert, arquitecto de la Fundación Miró, de San Pol de Vens, la Fundación March, el decano de la Escuela de Diseño de Harvard, de los rascacielos de Nueva York. Es decir, una figura tan internacional -también producto de la cultura catalana- pero del lado racionalista. Los primeros que darán esta apreciación a la obra de Gaudí serán la gente del GATPAC, del Grupo de Artistas y Técnicos Catalanes o Españoles -según el grupo que se configura después- para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea. Ellos son los que entienden el fondo de la arquitectura de Gaudí: que la arquitectura de Gaudí no es una arquitectura de estilo, no es un estilismo, no es un manierismo, no hay el cop de fuet habitual que determina el modernismo, sino que es un replanteamiento de la arquitectura en sus sistemas estructurales, en sus espacios habitables, en lo que son estructuras, espacios, luces, colores, ambientes, atmósferas, siempre anteponiendo la funcionalidad, la racionalidad que puede tener luego una epidermis cargada de simbología, de color, de fuerzas mitológicas. Por lo tanto, son: primero, Le Corbusier que viene el 28; después de la Guerra Civil, Gropius que pide a sus amigos de Barcelona que le acompañen como Antonio de Moragas, Oriol Bohigas, es decir, la gente del Grupo R que se entendían como sucesores del espíritu del Gatepac; luego vendrá Bruno Sevi, profesor italiano, que se le invita a dar unas conferencias y a ser jurado de unos premios de arquitectura, los Premios Fad; se añadirá Argans; unos años antes, en los 50, Collins, profesor en los Estados Unidos que pasa a ser un estudioso muy riguroso de Gaudí y que se dedicará a catalogar, a estudiar su obra y a preparar exposiciones y documentación; también vendrá Panne, un italiano y así seguirán muchos otros. Hay un momento determinante, clave, en la proyección internacional de Gaudí que será cuando Sert y James Johnson Sweney -Director del Museo de Arte Moderno de Nueva York- escriben un libro que se publica primero en estados Unidos y después en Argentina y en otros países del mundo y, sobre todo, la Exposición de los años 50 y 57 en el MOMA, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York con fotografías de Catalá Roca, diseños inmobiliarios, algunos planos. Una pequeña exposición de la cual se conserva un pequeño catálogo pero que marca el momento clave en el cual se inicia un movimiento de proyección internacional en reconocimiento de Gaudí. En el ámbito americano se atiende a su obra. A esto se añade al grupo de italianos y de franceses que empiezan a estudiar a Gaudí y ya llegamos luego a la década de los 60 y de los 70 cuando se presenta este fenómeno tan impresionante como el Grupo de Delft o los continuadores de los Amigos de Gaudí que es el Centro de Estudios Gaudinianos. Son gente que intenta entrar en otra fase del conocimiento, del estudio y la divulgación de la obra de Gaudí.

El Grupo de Delft es algo excepcional; una escuela de arquitectura metida en los Países Bajos hace un estudio de las técnicas constructivas de Gaudí como nadie ha hecho hasta aquel momento y lo publican con un texto castellano de Flores pero el resto en inglés o, sobre todo, en holandés con lo que se hace mas difícil de entender pero con unos dibujos explícitos en los que -no con ordenadores sino con axonométricas porque la época no permite el ordenador- ya entran en esa entraña de lo que para mí es tan importante, y que no sólo es la presencia muy fotogénica, muy para postales, para carteles, de Gaudí, sino pasar de las fachadas a los interiores, entender su lógica constructiva, entender su replanteamiento de la arquitectura, el uso inteligente de los materiales. Cuando el ladrillo no le basta, busca el basalto o el granito o el ónix. Hace un conjunto de experimentaciones del espacio como los arcos catenaricos o la maqueta estereofunicular. Es otra manera de entender la arquitectura que no es la dibujada sobre el papel sino la que dibuja formas, dibuja espacios, entiende con los ojos y con las manos las formas, esa herencia artesanal que aprende en la casa de su padre el calderero y que perfecciona y consuma en una Escuela Técnica Superior de Arquitectura recién creada que sigue la línea de la Escuela Alemana de la matemática y la ingeniería, y que permite a Gaudí tener ese doble registro como nadie: el de los oficios, de las técnicas que él ha aprendido en su casa y que sabe ejecutar y una capacidad compleja de diseño y de configuración de las formas que será excepcional. Es en este momento cuando empieza esa corriente de proyección internacional de grupos pequeños.

Pero lo que ha hecho realmente universal esa proyección internacional que Gaudí tiene es que es el principal foco de atención de aquellos que visitan Barcelona. Hasta ahora, hasta el Año Gaudí, eran más de dos millones de personas por año si sumamos la Sagrada Familia, Parque Güell, la Pedrera y teniendo en cuenta que ahora hemos sumado (Casa Batlló, Palau Güell, las casas particulares tipo Casa Vicenç, Bellesguard, el Convento de las Teresianas -una joya que ustedes no se pueden perder-, etc. o si nos vamos a Mataró con la Cooperativa industrial cuando trabajaba para las cooperativas obreras o la Cripta de la Colonia Güell -la pieza más excepcional que se abre después de su restauración otra vez a la visita pública-). Nuevas rutas tanto para estudiantes como para expertos, entendidos, la oferta del 2002 lo que se va a ver este año, no se va a volver a ver nunca más porque se accede, por ejemplo, a casas privadas después de haber pactado nosotros con las monjas a cambio de una restauración de la cubierta con grietas, le hemos dado permiso a la Casa Vicenç para hacer una reforma -siempre para recuperar al Gaudí original que se ha estropeado con el paso del tiempo o por la mano del hombre o por la intemperie- a cambio de la entrada.

¿Cuál ha sido el fenómeno que ha propiciado esta proyección? A mi entender, no han sido ni los libros sesudos que unos cuantos han escrito o hemos intentado escribir, ni la esforzada labor de unos grupos que tenemos militancia gaudinista desde hace bastantes años y nos vamos incorporando a esto como el Centro de Estudios Gaudinistas, que me encanta porque lo preside un japonés, lo dirige en Madrid un argentino y cuando aparece un catalán es el último vocal de la lista. Esa pasión del Centro de Estudios Gaudinistas que continúa a los Amigos de Gaudí, fundado por un maestro excepcional que nos interpretó a Gaudí como nadie y que es César Martinell que fue quien me pasó la antorcha de la pasión y del conocimiento por Gaudí en el año 66 en un libro que publicó el Colegio de Arquitectos que era la síntesis de toda su vida y que él mismo nos presentó el libro y nos transmitió esa fuerza que Gaudí tenía, un magnetismo capaz de explicar, de interpretar, de vivir. Josep Pla dice que la fuerza de Gaudí estaba en su ojos y como él te miraba o miraba las cosas, eso de que la fe mueve montañas, a Gaudí le sucedía con la vista.

Así pues, los que hacen toda esta proyección son los fotógrafos. Man Ray viene a hacer las fotografías de 1928 para ilustrar un artículo de la revista Minotaure de los surrealistas con un texto de Salvador Dalí, el principal profeta del gaudinismo del mundo en el círculo parisién. Joaquín Gomis -el gran fotógrafo de Gaudí, Miró, Tápies, de la escultura abstracta, la escultura popular en Ibiza, etc.- se iba por el mundo (como era un señor elegante y rico por capital de la esposa) y yo recuerdo haberlo visto hace años en el Contemporary Art de Londres cuando iba pasando sus diapositivas de Gaudí de una en una para ir dando a conocer en Museos y Universidades la obra de Gaudí. Después de la fotografía, que lo universalizó, hay que tener en cuenta que los grandes historiadores de la arquitectura en las primeras ediciones -los Pevners y esta corte de ilustres- ignoró a Gaudí en sus primeras antologías de la historia de la arquitectura europea. Sin embargo, más tarde ya ponen a Gaudí como portada -«camisa», como le llaman ustedes- de los libros de la historia de la arquitectura del siglo XX.

Después de la fotografía vendrán los vídeos, el cine, los grandes documentales -algunos japoneses, algunos norteamericanos- de círculos minoritarios y siempre culturales y el boom de Gaudí lo propicia la televisión. Si ustedes vieran cómo a los japoneses, coreanos, los de la CNN, yo -después de treinta años de vida profesional- siempre les he ido detrás para que colaboraran con nosotros, nunca jamás me han hecho caso y en esta ocasión me han venido a buscar: me han pedido permiso para entrar a todos los interiores de Gaudí, para grabar las chimeneas, las familias supervivientes, etc. Los de la CNN son los únicos que hicieron la transmisión de la crónica global del acto inaugural en el cual hablaron Norman Foster -que siempre ha hecho grandes elogios y ha explicado Gaudí con pasión y con inteligencia-, teníamos un mensaje escrito de Frank Gehry -el autor del Museo de Bilbao- e Isozaki que siempre ha divulgado la figura de Gaudí en Japón, donde ha habido otros ilustres estudiosos de Gaudí como el profesor Torii que es quien ha hecho un libro enorme, de dos volúmenes, un trabajo de tremenda profundidad. Ha ocurrido que Gaudí es esencialmente visual. La fuerza de Gaudí es la expresividad de la forma, la intensidad del color, la capacidad de hacer una arquitectura diferente que va entre la racionalidad más pragmática de su formación como arquitecto de alto nivel y de esa capacidad artística de determinar espacios, formas, signos y símbolos. Si unimos un arte exacerbado potente y una capacidad técnica y constructiva excepcional, sale este melting pot, este binomio, este matrimonio que es Antonio Gaudí. Muchas gracias.

 

LUIS GUEILBURT

Director del Centro de Estudios Gaudinianos

Ponente

Buenas noches. Muchas gracias a la Fundación Independiente por haberme invitado y también a la Real Academia por recibirme en esta maravillosa Casa donde estamos inaugurando esta sala. Ha sido realmente emotivo para mí el que esta Casa me reciba porque no sólo no soy Académico sino que, además, soy simplemente un escultor.

Yo solamente intentaré explicar lo que he sentido y lo que siento por Gaudí. Como el tema del día de hoy es la proyección futura, intentaré analizar básicamente lo que tan bien ha explicado Daniel Giralt Miracle que es toda la etapa de proyección del trabajo de Gaudí y a lo que me gustaría llegar es a la proyección futura, lo que nos falta para poder analizar y conservar la obra de Gaudí.

Es evidente que la obra de Gaudí ha sido analizada básicamente en una dimensión que es la arquitectónica. La mayoría de los libros que han hablado de Gaudí lo han estudiado desde la perspectiva de la arquitectura. Yo me he incorporado al estudio de la obra de Gaudí hace unos dieciocho o veinte años a través de mi oficio, a través de la escultura. El hecho de que yo haya aprendido arquitectura gracias a Gaudí, para mí es el síntoma más grande de que Gaudí no puede ser estudiado sólo desde una perspectiva. Desde hace unos años vamos viendo cómo matemáticos, filósofos, poetas, historiadores, gentes de distintas disciplinas han ido estudiando la obra de Gaudí. Esta muy claro  que no alcanza solo con que lo  estudien los arquitectos.

Gaudí es un personaje tan amplio, de tantas facetas que yo sólo lo podría comparar -a veces me dicen que exagero pero creo que no- con Leonardo Da Vinci. Da Vinci nace cuatrocientos años antes que Gaudí, exactamente en 1452 y Gaudí nace en 1852; es un hecho casual que me ha dado la pauta que cada cuatrocientos años nace un personaje que entiende el mundo de una manera muy especial, que ve el mundo de una manera completa, que no tiene estas divisiones profesionales, esta dicotomía entre el arte, la artesanía, la ciencia, la técnica; que no diferencia la anatomía de la arquitectura.

Evidentemente, sus edificios son anatomía pura. Podrían ser estudiados por un neurólogo o un traumatólogo; de hecho, hay estudios de partes de la anatomía humana que tienen relación con la arquitectura de Gaudí. Este hecho de unión entre ciencia y arte hace que Gaudí sea un personaje que todavía nos es sorprendente. A mi entender, todavía estamos en los primeros años de estudio de Gaudí. A pesar de todos los estudiosos que ha nombrado Daniel Giralt Miracle,  todos ellos han mantenido esa llama que encendieron Martinell o Ráfols y que hoy aun sigue encendida, en realidad son poquísimos los estudiosos de la obra de Gaudí, tanto es así que nos conocemos casi todos. Tenemos en este momento publicados 370 libros monográficos –perdón, 371 porque hoy me llegó uno de Daniel Giralt Miracle junto con el fotógrafo Ramón Manent que yo no había incluido todavía en la bibliografía Gaudiniana, un libro con tan buenas fotografías que me ha iluminado esta mañana-.  De cualquier modo, 371 libros son muy  pocos volúmenes para entender a fondo la obra de Gaudí. Si vemos que, por ejemplo, de Frank LLoyd Wright solamente hablando de arquitectura tenemos una extensa bibliografía; con Picasso analizado sus pinturas, esculturas y grabados, nos ocurre lo mismo, los 371 libros monográficos que tenemos publicados son realmente muy pocos –muchos son libros de fotografías, maravillosos algunos y otros no tan interesantes o simplemente material turístico -. Con esos libros no podemos conocer realmente la envergadura de su obra. Estamos ahora empezando esos estudios que requiere una obra todavía inconmensurable. La obra de Gaudí tiene que ser estudiada en las distintas facultades y escuelas de las Universidades Catalanas y Españolas,  tienen que formarse cátedras especificas. Daniel Giralt Miracle ha nombrado la Universidad de Delft que hace 25 años que lo estudia,  seria nuestro deseo que también en España se diese ese fenómeno con la misma envergadura, a pesar de que existe una cátedra Gaudí y otros cursos específicos considero que son insuficientes para el interés mundial de su figura.

Gaudí es una personalidad contradictoria en el ámbito político;  se dan las circunstancias que siendo de una familia humilde, trabaja para la aristocracia, y para la Iglesia esto hace que sea un artista difícil de encasillar y por ende difícil de analizar. Si empezamos a analizar los primeros libros –por supuesto, después del Ráfols- son de finales de los años sesenta o principios de los setenta como el maravilloso libro de Carlos Flores.

Tenemos todos la responsabilidad de estudiar su obra en los mínimos detalles y disciplinas para poder traspasarla a las próximas generaciones, hoy en día aunque parezca asombroso investigando la obra de Gaudí todavía es posible encontrar obras no documentadas o desconocidas.

De hecho, Antonio Samá, presente en la sala, en 1997 investigando en el archivo de la Corona de Aragón descubrió una obra desconocida de Gaudí, una obra de ingeniería hidráulica, que todavía no la hemos podido estudiar con detenimiento.

Esta obra de distribución de Aguas en la Riera de Caldas  tiene la característica de estar acuñada con el número treinta, ya que Gaudí numeraba sus obras con un sello manual. Nosotros sólo tenemos catalogadas 6 ó 7 hasta esa fecha (1879)  un año después de obtener su título, por lo que nos faltan una veintena de obras por descubrir. De las 93 obras que tenemos catalogadas, nos faltan por conocer interiores, detalles e incluso dentro de sus edificios nos faltan levantamientos de planos,  estudios estructurales y otros detalles artísticos que todavía no han sido estudiados. Todavía no tenemos estudios monográficos o tesis doctorales sobre la luz, el color, la acústica, las texturas el espacio y otros temas que pudiesen surgir de su obra. Es un trabajo que probablemente harán las próximas generaciones. Es evidente que esto que estoy planteando es un poco doloroso ya que tenemos que asumirlo como una falta, y a veces es mucho más doloroso decir lo que nos falta con relación a lo que tenemos.

Es evidente que se ha hecho un trabajo enorme, sobre todo este año en el que han aparecido aproximadamente treinta publicaciones. Es un año donde ha aparecido  un minuto de grabación de  una película donde aparece la imagen de Gaudí en movimiento, no teníamos ninguna imagen más que 7 u 8 fotografías porque Gaudí, a pesar de que nace en la época de la fotografía no le gusta dejarse fotografiar -contradictoriamente en su taller había un laboratorio fotográfico-. Este hecho biográfico nos incita aún más a conocer la vida y obra de este artista. Tenemos grandes lagunas, grandes desconocimientos que son, de alguna manera, los que nos van a permitir seguir investigando. Si fuese un artista del que conocemos todo, probablemente yo ya no estaría estudiando su obra y sólo estaría haciendo escultura.

El hecho es que desde hace unos años, yo –igual que otros investigadores- dedico mucho tiempo a estudiar su obra. Es evidente que día a día vamos conociendo detalles que no conocíamos y estamos descubriendo formas, colores, texturas e incluso obras desconocidas. A veces se necesita mucho más tiempo  que estos 150 años desde su nacimiento para conseguir esos objetivos.

En este momento tenemos una circunstancia que yo voy a plantear al hablar del futuro de la obra de Gaudí; para mí es muy importante comentar que tenemos la necesidad, las Instituciones y las Asociaciones que nos dedicamos a estudiar la obra de Gaudí, de que exista una única entidad, una entidad que agrupe todos esos esfuerzos. Tenemos la problemática de que en estos momentos coexisten tres o cuatro Fundaciones Gaudí  cuando, por ejemplo, Dalí tiene una Fundación que analiza, cataloga, estudia e intenta conservar toda su obra. En el caso de Miró pasa lo mismo con una Fundación tan importante que cuando alguien encuentra un pequeño dibujo de Miró no se plantea ir a otro sitio más que a su Fundación para saber la autenticidad, para saber todos los datos que se necesiten y para poder hacer que esa obra esté catalogada, conservada, mantenida para las futuras generaciones. En el caso de Gaudí tenemos esta problemática no existe una verdadera «Fundación Gaudí».   Al ser una obra tan difícil de catalogar, porque en ella entra la arquitectura, la ingeniería, los dibujos, planos, esculturas, no hay una entidad única que determine la autenticidad de su obra. Nuestro Centro de Estudios es una asociación cuyo presidente Toshiaki Tangue, Benet Meca y yo mismo  trabajamos desde hace 12 ó 13 años recopilando todo el material día a día y no damos abasto.

Ya que estoy al lado del señor Marc Meyer que es responsable de una institución gubernamental que realmente debería hacerse cargo de esta responsabilidad le solicito públicamente la creación de una Fundación única.

Hoy, por ejemplo, me ha llegado un catálogo de una nueva Fundación Gaudí que yo no sabía que existía y que está ubicada en una población de entre 5 y 7.000 habitantes como es Ruidoms; también existe otro grupo que han organizado la Fundación  Gaudí de Reus y la Sagrada Familia es otra fundación en el ámbito universitario se habla de otra Fundación Gaudí pero necesitaríamos una sola entidad con capacidad operativa. Yo lo único que planteo es esta necesidad de poder conseguir una Institución que aglutine a todos los estudiosos del mundo. Cada vez son más y cada vez se va a complicar más el estudio de la obra de Gaudí a medida que pasa el tiempo y las generaciones van borrando algunas de las estelas, algunos de los datos y conocimientos que tenemos de su obra.

Solamente agradecer su atención y estoy a vuestra disposición para cualquier consulta. Muchas gracias.

 

MARC MAYER

Director General de Patrimonio de la Generalitat de Cataluña

Ponente

Buenas tardes. Primero hay que agradecer al Presidente habernos alojado en esta magnífica sede, a la Fundación por haberme invitado y a los compañeros de mesa por compartir mesa en este caso y no diré manteles. En realidad, lo que me dice Luis en este momento me parece correcto en cuanto que una Fundación Gaudí seguramente deberá surgir. Normalmente, en Cataluña las cosas surgen de la sociedad civil y, por tanto, no es nada extraño que la sociedad civil, que está siempre en ebullición, tenga diversas iniciativas. Yo creo que la propia sociedad civil acabará conduciéndose ella misma a lo que se debe conducir y no creo que debamos aplicar más dirigismo cultural del necesario. Por otra parte, le diré que yo como miembro de la Fundación Miró o de la Fundación Dalí, me veo en la Gaudí –que me parece que, además, Daniel lo debe saber mejor que yo, soy Vicepresidente no sé qué número de un Comité Ejecutivo del Año Gaudí-, me caen todas.

Quería empezar con unas palabras que son transcritas del propio Gaudí: “nosotros poseemos la imagen, la fantasía viene del fantasma, la fantasía es de la gente del norte, nosotros somos concretos, la imagen es del Mediterráneo, Orestes sabe dónde va, Hamlet divaga perdido”. Este es el pensamiento de Gaudí. Daniel Giralt Miracle les decía hace un momento que se trata de un hombre de una gran reflexión. Yo, cuando tenía que venir aquí a hablar de esto, yo soy latinista –imagínense ustedes-, a pesar de que llevo ya unos cuantos años metido en temas y en harinas de arquitectura, con lo cual a uno se le acaba pegando algo, no mucho. Pero la realidad es que me he sentido bastante legitimado porque empiezas a repasar cosas y te sale una cosa importante. Yo he salido esta tarde del Palau Molla que es la sede de mi Dirección General y allí he leído unas cuantas páginas de este libro que me llegó ayer –oportunísimo y, además, IBERIA se ha retrasado, con lo cual, más oportuna todavía- y uno de los pasajes me ha llamado la atención. Gaudí dice: “he estado en el Palau Molla con Verdaguer –en aquel momento era el Capellán, el limosnero de la casa-; he estado con Güell –que había ido a ver a su suegro-; he estado con Collell –el canónigo que inspira prácticamente todo el movimiento que se encierra en torno a Vic y es un movimiento que marca muchísimo a Gaudí de una manera extraordinaria; es el que está detrás de una gran parte de los movimientos catalanes de ese periodo- y hemos hablado –para un latinista, el corazón se le enternece- del ordenador de las cosas de Platón”. A partir de ese momento, Gaudí continua obsesionado con las cosas de Platón, con el Platón viejo que es un Platón duro ya y no el Platón todavía flexible del primer pensamiento: con esta idea de la ordenación que es la que obsesionó un poquito a Gaudí. Gaudí es un personaje curioso.

Yo tengo muy mala suerte con los libros de Gaudí y el Gaudí 2002 -hoy es un día de lluvia y no se ha mojado-, pero éste libro mis compañeros de mesa se están deleitando con el olor a rancio que tiene porque le he tenido que quitar la humedad, y el Ràfols lo tengo absolutamente torcido, así que no sé qué le debe pasar a mis libros sobre Gaudí pero sufren todos unas inundaciones curiosas. Quizás sea por los proyectos hidráulicos de los que se hablaba antes. He localizado un libro que me marcó mucho, Miscelánea barcelonesa del año 76 que había dedicado un artículo recogiendo pensamiento de Gaudí. En aquel momento yo desconocía bastante de eso y me pescó bastante jovencito pero me impresionó muchísimo y he rescatado este libro ya que Ignacio Buqueras se empeñó –y yo le he hecho sufrir mucho- en que yo viniera aquí a hablarles de Gaudí. Yo soy un admirador fanático de Le Corbusier. Me gusta Gaudí pero Le Corbusier muchísimo y hay una cosa curiosísima. Gaudí, en una de las cosas que comenta, dice: “he visto una maqueta de este arquitecto y es un montón de paralelepípedos. Parece mucho un muelle de descarga de una estación donde se han metido cajas de embalajes. Algunas de ellas recuerdan mucho estantes. Este hombre tiene mentalidad de carpintero”. Piensen ustedes que nuestro amigo Gaudí, por tanto, tiene su sentido crítico y es un sentido crítico curiosísimo.

Recuerdo otro artículo interesante en que Bassegoda rescató uno de los artículos rarísimo que publicó Gaudí muy jovencito a raíz de la Exposición de 1888. En ese artículo comentaba lo que había hecho hoy es el Fomento del Trabajo Nacional, en aquel momento ubicado en la calle de la Canuda esquina Santa Ana en el tema de la artesanía; acaba haciendo un elogio encendido de lo que es la arqueología de la artesanía o la artesanía histórica presente en la misma Exposición y acaba diciendo que la factura es buenísima pero que, en realidad, hay mucha copia de artesanía francesa y que ésta, para adaptarla a un gusto más o menos de consumo, además se le han añadido cosas que la han desfigurado. Por tanto, vemos una visión crítica de la artesanía que después veremos cómo Gaudí colabora con un grupo importantísimo de artesanos para que le produzcan unos productos que él empleará en su arquitectura, en su concepción del espacio. Así, esos productos que muchas veces se han relacionado con el arte pobre, los irá recreando. Me vino a la memoria este famosísimo artículo cuando, leyendo la monografía excelente que hay sobre la cerámica de la Roqueta de Baleares, recogía cómo ésta cerámica es la que utilizaba Gaudí en muchas de sus obras en lugar de la de los artesanos que tiene más cercanos. Te preguntas: ¿por qué va a buscarlo a la Roqueta? y recuerdas este artículo con el comentario de Gaudí sobre lo que es esta artesanía y cómo se siente un poquito desplazado y cómo va comentando que allí no había todo, que allí no estaba toda la producción pero es interesante que este arquitecto joven que está escribiendo en ese momento se preocupe ya de un tema así.

¿Cuál es la prospectiva que tiene nuestro amigo Gaudí en el futuro?. Muchísima. La realidad, como han reflejado antes que yo y mucho mejor, es la proyección internacional de Gaudí. Es una proyección internacional relativamente reciente, no nos engañemos. Masiva se puede datar prácticamente en los años 80 en unos núcleos muy concretos y, sobre todo, en Japón. El conocimiento de Gaudí, para los barceloneses es casi cosustancial a nuestra propia naturaleza.  Comentando a un amigo, Director de una Compañía de Seguros y Jurista, que venía a hablar sobre Gaudí aquí, me dice: “oye, ¿tú has pensado qué sería Barcelona sin Gaudí?”. Me había dicho una gran verdad: no me la imagino. Forma parte de nuestro paisaje, forma parte de lo que hemos visto desde niños y comentándonos si era un loco, si era un personaje absolutamente extravagante, como fuera el comentario que te hacían, ibas entrando en aquella obra que iba formando parte de tu imaginario. Sólo después, cuando la empiezas a estudiar, te empiezas a dar cuenta que no hay nada improvisado, que no hay nada extravagante, que no hay nada que no responda a un orden de las cosas que era lo que buscaba Gaudí aunque no se adecuara con todo ello a la estética en algunos casos y a la manera de actuar en su tiempo.

No vamos a entrar en este anecdotario. Es fácil entrar por el camino de si Riudoms o Reu,s o ponernos en el discurso de si le encargan o no obras en Reus; nos podemos poner a discutir por qué le encargan todo a Doménech i Montaner y no le encargan a Gaudí muchísimas cosas que suponemos que le hubieran interesado ya que, a veces, esta suposición se transforma en certeza  incluso en un gran discurso sobre un tema pero la realidad es que delante de la obra de Gaudí nos tenemos que parar y pensar. En el Gaudí 2002 hay un excelente trabajo de Claudio Alsina sobre el Gaudí innovador en el campo de la geometría, el gran creador de figuras geométricas. Hasta que la Sagrada Familia no ha entrado en este etapa que tenemos ahora de construcción, y la informática –sobre todo, programas de software- han entrado dentro de la obra de Gaudí, no lo hemos comprendido del todo bien. A mí me llamaba muchísimo la atención con Jordi Bonet, con su hija, probando con aquellos arquitectos jóvenes con sus ordenadores haciendo girar capiteles que después se sitúan y que sirven para sacar los modelos –el ordenador está ligado a un constructor de modelos en silicona y los modelos de silicona se pasan después a la piedra- y Bonet me decía que pasan cosas sorprendentes. Bonet comenta que tenemos trozos de modelos de Gaudí que se destrozaron y sólo nos queda un pedazo; cuando se acaba de construír el modelo en silicona, a veces se encuentra un pedazo de las escayolas de Gaudí que es exactamente lo mismo que ha salido del ordenador. Esos cálculos los había hecho Gaudí sin ordenador. Es decir, que estamos delante de un personaje –hemos hablado de las catenarias hace un momento, lo ha dicho Daniel Giralt Miracle, y podemos hablar de los conoides, de los paraboloides- que en estos momentos podemos recrear de una manera muy coherente. Ya saben ustedes que el ordenador es una máquina tonta a la que hay que dar parámetros y Gaudí tiene parámetros; es decir, Gaudí crea todas estas formas de geometría creativa que es la obra de este gran arquitecto.

¿Cuál es la proyección de este gran arquitecto? La proyección va a ser esa innovación geométrica cuanto mejor conocida sea que será aplicada y aplicada y de nuevo aplicada a la arquitectura. Estos elementos de tensión tan importantes van a dar unos resultados extraordinarios. Por tanto, no sólo vamos a tener una estética gaudiniana, no sólo vamos a tener una cosa de la que no nos atrevemos casi a hablar y que es el sentido decorativo de Gaudí –porque Gaudí es un gran promotor de las artes llamadas decorativas- sino que, además, hay otra cosa que es esa innovación técnica mediante el trabajo de las estructuras geométricas. Ese trabajo, si ustedes lo toman y lo ligan a lo que conocemos sobre el pensamiento de Gaudí, nos daremos cuenta de que es perfectamente coherente. En Gaudí no solamente hay esta idea del místico sino que el pensamiento de Gaudí está también organizado como está organizada su geometría con elementos de tensión, de torsión, pero que sujetan fuerte. Por tanto, la proyección de Gaudí hacia el futuro es una proyección que tendrá diversas vertientes. Se ha hablado ya de la espiritual. Hay una vertiente técnica en esta exploración de la geometría que me parece que no debemos olvidarla, hay una mayor comprensión de esta estética y un interés marcadísimo. Una de las cosas que van a surgir de este Año Gaudí –y permítanme que me vuelva a poner otra gorra, voy a ejercer de político otra vez- va a ser que nos vamos a reunir a finales de este mes los Directores Generales y los Técnicos de las Comunidades Autónomas que poseen edificios de Gaudí para ampliar la declaración de Patrimonio Mundial de Gaudí de manera que durante el Año Gaudí se hayan sentado las bases de una superior protección, de una ampliación de esa protección, que no abarca todas las obras de Gaudí sino que las irá abarcando paulatinamente y que va a crear para ellas toda una serie de planes directores que comportan usos, formas de restauración, formas de pervivencia de estos monumentos que es para lo que sirve. Estamos en un país que no es del Tercer Mundo y no tendríamos que tener monumentos en peligro. Nosotros, cuando recibimos una nominación como Patrimonio Mundial, lo que estamos recibiendo es el premio a una gestión ejemplar que es lo que tenemos que buscar. Gaudí, les aseguro –y ustedes están aquí porque están convencidos de ello- se lo merece. Muchas gracias.

 

 

Coloquio

DANIEL GIRALT-MIRACLE

Ponente

No nos hemos puesto de acuerdo, en el sentido de que estamos muy de acuerdo pero no hemos programado cada una de nuestras parcelas y cada una de las intervenciones ha sido muy poliédrica. Cada una de ellas ha sido bastante enriquecedora y, finalmente, estamos muy de acuerdo.

 

JAIME DURÓ

Moderador

Abrimos el coloquio y yo les pediría que diesen el nombre porque después va a aparecer en una publicación.

 

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Independiente

El nombre y algo que les defina; si uno es arquitecto o de tal o cual entidad para que tengamos un rasgo definitorio.

 

JOAN GIRÓ

Ingeniero Industrial de Reus

He tenido la suerte de asistir a varias de estas Mesas que ha organizado con tanto acierto y éxito la Fundación Independiente y me ha sorprendido que no se ha hecho referencia a lo que yo recuerdo que por los años 70, fue el gran debate en Barcelona que era si había que continuar la Sagrada Familia, cómo había que continuarla y me ha sorprendido que con todo lo que se ha hablado nadie haya expresado que, con la perspectiva que nos dan estos treinta años ya, el que la opción que se está siguiendo sea la única, sea la acertada y qué consecuencias va a tener el que cambie la silueta de Barcelona, el que las torres originales construidas por Gaudí de la forma que se ha expresado queden eclipsadas por el resto de torres en las que se habrán usado ya las técnicas modernas de construcción. Me gustaría conocer la opinión de los señores de la mesa.

 

DANIEL GIRALT-MIRACLE

Ponente

Sólo una precisión. Creo que es sabiduría del subconsciente lo que nos ha hecho eludir este tema neurálgico en el debate ciudadano. Pero también es un producto de la madurez. El debate que se vivió en los años 50 con la firma de manifiestos, renacidos en los 60 y 70, se ha ido aminorando a medida que los estudios de Gaudí se han hecho más profundos, a medida que ha crecido la construcción del Templo y, sobre todo, a medida que ha habido unos estudios por parte de los Catedráticos de Estructuras, sobre todo los estudios llevados a cabo en la Universidad Politécnica por, Gómez Serrano, Claudio Alsina y, sobre todo, por una aportación para mí decisiva que es El último Gaudí, el libro de Jordi Bonet, que les ha acompañado a ustedes estos días, donde recoge la herencia de su padre, de los discípulos de Gaudí que mantuvieron viva la llama de la construcción del Templo, todos los estudios posteriores y, sobre todo, haber sabido analizar la matemática, la modulación, el gran sentido constructivo y el dominio de la geometría que tenía Gaudí. Creo que este documento, es como la aportación incontestable de que el proceso que se está siguiendo no es pura intuición de aquellos que queremos el gran tótem identificador de la ciudad de Barcelona que ya lo es por volumetría ya que ni las Torres Olímpicas la eclipsan. Lo que falta por construir será tan alto como la Montaña de Montjuic. Ya en la ciudad de Barcelona –yo pediría a mis compañeros de mesa que lo ratificaran- éste no es un debate relevante.

 

LUIS GUEILBURT

Ponente

En realidad, éste era un tema de hace ocho o diez años de gran discusión y en este momento, por todos los motivos que ha explicado Daniel y, además de esto, porque el problema es que hace diez años la ciudadanía estaba viendo cimentaciones y ahora Barcelona ve ya bóvedas construidas y ante esas bóvedas y ante los textos que han aparecido en donde se demuestra claramente que Gaudí pretendía que, como cualquier Catedral, su obra tarde trescientos años, todo está más claro. Gracias a la informática y gracias a la intencionalidad del público que la visita porque el hecho de que la visite tanta gente hace que la economía de la Sagrada Familia –que es una de las cuatro Fundaciones que yo nombré y al ser una Fundación tiene una economía saneada- este hecho hace que la obra ya no tenga discusión. Incluso más. Algunas de las personas que estaban en contra de su continuidad, ahora se han adherido como es el caso de Subirachs que en su día firmó el plebiscito pidiendo que se paralizasen las obras y ahora está haciendo las esculturas de la fachada de la Pasión. Es evidente que este debate ha concluido.

 

MARC MAYER

Ponente

Yo, de todas maneras, dejaría que Gaudí contestara. Dice: “no hay que dolerse de que yo no pueda acabar el Templo. Yo me haré viejo y tendrán que venir otros que se renovarán. Así será incluso más grandioso. La Catedral de Tarragona, por ejemplo, si la hubiera acabado el mismo que la empezó, no tendría tanta riqueza«” Y continúa diciendo –y al final es catalán- que “la obra se ha hecho con esplendidez pero sin malgastar”.

P.: yo querría saber si alguien conoce por qué no continuó la obra Jujol. Cuál es la razón por la que no se encargó la continuación en su momento.

 

JAIME DURÓ

Moderador

Agradecería que le contestara Carlos Flores que es el máximo jujolista. Yo, con el permiso de la mesa, voy a hacer la presentación de don Carlos Flores: arquitecto, antiguo Profesor de la Escuela de Arquitectura, Director de revistas de arquitectura y quien, sin que le pagara nada el Gobierno catalán, de iniciativa propia, hizo el gran libro de Gaudí junto con Jujol. Esto fue una revelación en un determinado momento con la reivindicación de una figura del equipo de Gaudí que se había minimizado en todo momento y que Flores lo puso en su lugar. Esta es la autoridad.

 

IGNACIO BUQUERAS

Presidente de la Fundación Independiente

Además, Carlos Flores tuvo una magnífica intervención el día que hablamos de Gaudí arquitecto en el Colegio de Arquitectos de Madrid. Adelante.

 

CARLOS FLORES

Doctor arquitecto

Con esa intervención debía haber terminado mi presencia. Buenas noches. Quiero también felicitar a los ponentes por sus interesantísimas intervenciones, agradecerles las menciones generosas a mi trabajo. Concretándonos en el tema Jujol, una de las cosas que tenía pensado decir no relacionado con el tema de Jujol y la Sagrada Familia, es que del mismo modo que en los años 40, 50, 60 el tema era poner en órbita a Gaudí, hacer que Gaudí fuera conocido y valorado en lo que se debía, en este Año podemos decir que lo que se ha conseguido es “Gaudir de Gaudí”, gozar de Gaudí, disfrutar de Gaudí. Ahora, quizás, lo que estaríamos es en el momento paralelo de conseguir eso con Jujol. Jujol puede ser junto con Gaudí y Picasso, uno de los tres artistas más grandes del siglo XX español. Esto no es más que mi opinión pero da una idea del paralelismo. En el libro que Luis Gueilburt ha citado sobre Gaudí, Jujol y el modernismo catalán, con los editores de Aguilar la única condición que les puse fue que en la portada el nombre de Gaudí y el de Jujol figuraran con letras del mismo tamaño y del mismo tipo.

Sin embargo, yendo al tema concreto de la continuación de la Sagrada Familia, no creo que Jujol -que para mí tiene categoría de creador, imaginador, autor de un mundo plástico absolutamente personal y fantástico y maravilloso- fuera la persona más indicada para sustituir a Gaudí. Las figuras de Gaudí y Jujol son tan distintas y también sus lenguajes como sus propias personalidades. Gaudí y Jujol tenían en común un espíritu de trabajo inmenso, un trabajo de dedicación total, un entusiasmo por la arquitectura tal que era su vida –Gaudí ya se sabe que nunca se casó y Jujol sólo al año de morir Gaudí, a los cincuenta años que parece que estaba esperando que Gaudí no se enterara-, eran hombres volcados, pero en el método eran totalmente distintos. Gaudí era un hombre de la meditación, del trabajo concienzudo, detallado, investigador de cada detalle; de un hombre, al mismo tiempo, torturado, que sufría y a la catedral le llamaba un Templo Expiatorio, un hombre que decía que sin sacrificio las cosas no valían “res”. Hay una anécdota muy ilustrativa a este respecto que, como se ha dicho, la Sagrada Familia se iba construyendo con donativos de personas particulares y en una ocasión le llegó una persona con un donativo muy importante y Gaudí le agradeció el donativo vivamente hasta el punto que el donante le dijo que no tenía tanta importancia “porque, le voy a confesar, para mí esto no supone realmente un sacrificio”. Entonces, Gaudí –con estas cosas que tenía él y que creo que va a ser una de las cosas que le va a impedir que le hagan santo- le dijo: “mire usted, si esto no le supone sacrificio, lo mejor es que vuelva usted a su casa, piense hasta qué nivel sí le costaría sacrificio y cuando llegue a ese nivel, esa cantidad la trae”.

Esta figura torturada, muy detallista, muy sistemática, es lo que le falta a Jujol. Quizá por eso es por lo que Gaudí, desde el primer momento, le aceptó y le abrió los brazos porque no tenía ningún problema de competencia o de celos con él pero veía que Jujol era otro tipo de persona, otro tipo de artista, se llevaban 27 años de edad. Lo que en Gaudí, en sus momentos de más creatividad, pueda tener aún de decimonónico o de victoriano (casi siempre en algún detalle, por lo menos en la Pedrera, su obra más rompedora o rupturista hay alguna barandilla de los vestíbulos que dices que podía estar fechada el siglo pasado), en Jujol esto no existe. No existe de una manera espontánea por razones cronológicas y también por razones de edad. Jujol, que era un hombre del que se decía que desconocía los horarios y los honorarios, era un hombre espontáneo, directo, con una facilidad para todas las actividades de tipo artístico, incluso artesanal porque él mismo, con sus propias manos, realizaba detalles en sus propias obras. Sin embargo, lo que supone toda esta labor de estudio, de sistematización es todo esto que luego ha ido encontrando Jordi Bonet Armengol y que es verdad.

Hay gente que me ha llegado a decir que cómo Gaudí en los últimos 14 años de su vida no hizo nada. ¿Cómo que no hizo nada?. Estuvo trabajando en la Sagrada Familia no sólo para llevar adelante una obra de esa envergadura en la que, además, todo era nuevo desde los sistemas de iluminación, de las estructuras, de los detalles, sino que trabajaba para el futuro; él decía que estaba trabajando para que los otros que vinieran después pudieran seguir. Creo que la labor de Jujol, siendo magnífica, siendo para mí de un nivel artístico y creativo de la misma calidad que el propio Gaudí, como continuador de la Sagrada Familia no hubiera sido la persona más adecuada. Gracias.

 

DANIEL GIRALT MIRACLE

Ponente

Siguiendo con mi responsabilidad de Comisario del Año Gaudí, voy a postular un nuevo viaje a Barcelona. El próximo jueves se inaugura en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, en un acto de justicia, una gran Exposición Jujol para cuyo Catálogo el Profesor Flores también ha escrito un texto y que hace justicia a este gran colaborador. Coincido con su interpretación de que la manera de trabajar más artística de Jujol –que enseñó a dibujar a todos sus predecesores, – necesita que se le haga justicia por ser un hombre al que Gaudí vampiriza –lo he dicho en Tarragona y lo vuelvo a decir aquí-, lo absorbe, coge lo más positivo de su talento que es la forma, el color, las caligrafías y elemento ornamental y simbólico –aun era más creyente que Gaudí, con lo que le transmite los Ave María a nivel sublime- y, por lo tanto, en el Año Internacional Gaudí, Jujol va a tener en el Museo Nacional de Arte de Cataluña una gran exposición.

 

MARC MAYER

Ponente

Yo querría destacar una cosa y es que Gaudí no tiene epígonos. Los grandes arquitectos que están a la sombra de Gaudí son grandes arquitectos. César Martinell es un gran arquitecto; Jujol es un gran arquitecto e incluso el pobre restaurador de la Catedral de Manresa a quien Gaudí le pegaba unas broncas espantosas y lo dejaba “de chupate dómine” es también un gran arquitecto. Quizás sí tienes razón en lo que dices de que se liberaron un poquito a la muerte del maestro algunos de ellos. Eso es cierto.

 

P.: Yo solamente quería hacer una breve pregunta y, que me perdone la mesa, va dirigida a Carlos Flores y es cómo terminó el gran donativo ese que rechazó Gaudí.

CARLOS FLORES

Doctor Arquitecto

Esta es una pregunta para Bassegoda que sabe qué pie calzaba Gaudí, cuántas veces comía carne a la semana. Es una pregunta de erudito que  yo no lo soy, creo que afortunadamente.

 

MARÍA SALUD

Ama de Casa

No me querría quedar con las ganas de dar las gracias por el privilegio que he tenido de oír a estas personas tan documentadas a las que ha sido un lujo escuchar. Cuando los temas y las personas llegan a la gente más humilde –yo me siento una persona muy sencilla-, creo que es cuando verdaderamente cobran importancia. Muchas gracias. A mí me ha emocionado.

 

ESTHER AYUSO

Diseñadora

Soy entusiasta y estudiante del Modernismo y de los estilos 1900 en Cataluña. No quería hacer ninguna pregunta sino reivindicar la figura de Gaudí como arquitecto y artista universal, y quería ya desde aquí tener la oportunidad de decirles que en Madrid hay muy poquitas opciones para disfrutar. Soy consciente que la obra de Gaudí hay que disfrutarla de cerca, en vivo, pero creo que debía haber una mayor representación, tanto un Congreso Gaudinista en Madrid como alguna representación como el Espai Gaudí de La Pedrera o algo así, permanente, en Madrid, para que todo el mundo pusiera disfrutar de ello y acercarlo más a todos los madrileños.

 

MARC MAYER

Ponente

Agradezco sus amables palabras sobre el Espai Gaudí. Es allí donde hacemos el aprendizaje muchos de los que estamos aquí para divulgar y dar a conocer a Gaudí, tanto recuperando un desván en la azotea increíble, como poniéndole contenido didáctico, parte del cual presentamos en la Residencia de Estudiantes hace dos años en una exposición divulgativa de este aspecto de Gaudí. Pero lo que quería decirle es que, aunque los catalanes somos muy tacaños y tiramos para casa y demás, hemos decidido en esa configuración de Año Gaudí – Ayuntamiento de Barcelona – Generalitat de Cataluña –Ministerio de Cultura, que las dos grandes exposiciones vengan a Madrid el último trimestre. Yo no quería decirlo para que ustedes vengan a Barcelona pero si ustedes no vienen, en el Reina Sofía habrá la Exposición “Universo Gaudí” de la que es Comisario Juanjo La Huerta –autor de un importante libro- y vendrá la exposición La búsqueda de la forma en el Conde Duque de la cual yo soy el Comisario.

 

LUIS GUEILBURT

Ponente

Estas seis conferencias, estos seis debates que ha organizado la Fundación Independiente, realmente han sido importantes. Han sido más o menos como unas jornadas de las que hacemos cada año en Barcelona porque han recogido figuras de gran nivel. Yo, lamentablemente, no he podido venir más que a la de hoy pero es habitualmente lo que se hace. Nuestras Jornadas no solamente las hacemos en Barcelona sino en otros sitios como Holanda o, por ejemplo, este año en Palma de Mallorca del 6 al 8 de junio.

 

CARMEN DE ALVEAR

Fundación Independiente

Me ha impulsado esta última intervención a expresar  realmente mi reconocimiento a Gaudí. Yo me he criado, he vivido, me he formado en Palma de Mallorca y me he casado en la Catedral y quizá he echado de menos en toda esta exposición, en este ciclo, el hablar del sentido religioso de Gaudí. Me ha parecido siempre por su atrevimiento en la obra de la Catedral de Palma un revolucionario. Él tuvo el enorme atrevimiento de llegar a una Catedral, quitar de en medio aquello que en otras Catedrales nos impide sentirnos en un ámbito liberador –que eso es el cristianismo, el sentido religioso desde mi punto de vista que tiene que tener una Iglesia para dejarnos caminar hacia delante. Es decir, fue un hombre revolucionario incluso en ese campo. Me parece que eso que se ha dicho de que va a ser difícil su beatificación, creo que todo lo contrario. Me parece que porque es un verdadero cristiano y un auténtico revolucionario es por lo que se merece llegar a los altares.

 

IGNACIO BUQUERAS Y BACH

Presidente de la Fundación Indepediente

Quiero hacer una pequeña matización. Has asistido a casi todas las mesas redondas pero tú te perdiste el día del Ateneo de Madrid Gaudí, su biografía y allí sí que se profundizó en el tema de este misticismo e incluso, uno de los que intervino –fue una sorpresa para todos- fue Josep Mª Tarragona que dijo que era uno de los seis impulsores de la beatificación de Gaudí.

 

DANIEL GIRALT-MIRACLE

Ponente

Creo que esperábamos el día de hoy para que sea exactamente usted, por ser quién es  y lo que representa, que tocara este tema. Precisamente esa idea del carquismo tradicionalista de Gaudí usted lo ha desmentido con uno de los ejemplos más paradigmáticos de su capacidad innovadora. En la Catedral de Mallorca, Gaudí quita el Coro de la parte central, abre la Asamblea a la participación del celebrante, gira el púlpito hacia la comunidad, ilumina todo el templo que era oscuro y tenebroso con esa luz caliente que da la electricidad de 125 ó 110 y le pone ese baldaquino potente que es como un tornavoz y le quita la magnificencia del gótico y lo acerca todo. Esto, cincuenta años después, se llamó Concilio Vaticano II.

 

MARC MAYER

Ponente

¿Me permiten una nota erudita? Gaudí dice: “los capítulos no tienen responsabilidad. Son menores de edad y por eso conviene no tratar con ellos. Cuando se hacen obras en las catedrales no hay que estar expuesto a las decisiones y contradicciones de  un menor de edad. Hay que entenderse directamente con el Obispo, que es el que manda, y tener al menor de edad a distancia”.

 

LUIS GUEILBURT

Ponente

Gaudí, durante catorce años, viajó a Mallorca a pesar de sus problemas de reumatismo articular y a pesar de lo difícil que sería viajar a Palma en esa época acompañado muchas veces por Jujol. Creo que en las próximas Jornadas conoceremos por qué Gaudí hizo tantos esfuerzos por viajar a Mallorca. No sólo porque el Obispo Campins, muy inteligentemente, lo buscó para poder modificar ese sentido operístico que tiene la Catedral, ese sentido de la liturgia entendido no sólo como religiosidad sino como arte global sino también porque Gaudí estaba estudiando –cosa que se ha dicho muy poco- la estructura que iba a utilizar para la Sagrada Familia junto con Rubió en la Catedral de Palma. Es decir, que mientras Gaudí estaba haciendo pequeñas esculturitas en las ventanas de la Catedral de Palma, estaba estudiando las grandes estructuras góticas y la liturgia que, para él, era fundamental. Por eso es que para él este cambio radical, revolucionario, lo tiene en todas sus obras. Por ejemplo, en el uso del hormigón armado. Hasta hace muy poco se decía que Gaudí no había utilizado hormigón armado y la única torre de la Sagrada Familia que construye Gaudí es de hormigón armado. En todo esto es absolutamente innovador y por eso yo he dicho que estamos en la infancia de los conocimientos sobre Gaudí. Incluso, en el tema de liturgia nos dará una conferencia en junio el Padre Pere Llabrés que es  especialista en liturgia porque pensábamos que necesitábamos conocer más de liturgia para entender a Gaudí. Realmente, estamos necesitados de muchas disciplinas para ello.

 

MARC MAYER

Ponente

¿Puedo añadir otra nota erudita, como siempre?: “la construcción armada es la más racional porque todos los edificios están sometidos a vibraciones, a movimientos difíciles de analizar, dilataciones y compresibilidades. Todo esto quiere decir flexión y, por tanto, armadura”.

 

JORGE BRUNET

Maquetista

Si bien he trabajdo toda mi vida en Madrid, antes trabajé en la recuperación de las maquetas de Gaudí. Voy a intentar aportar mi testimonio, que puede explicar los espacios de tiempos lentos en la marcha de las obras de la Sagrada Familia.

Superar el trauma de la destrucción de sus últimos trabajos en maquetas, fue una labor larga y emocionante. En aquellos tiempos de pocos medios –los cincuenta- se fueron recogiendo los trocitos de yeso, se fueron clasificando en largas estanterías, procurando unir los posibles y restaurarlos bajo la dirección  de los arquitectos Bonet-Gari, Puig Boada y F. Quintana, en ello trabajé muchos años.

Con estos materiales y los medios actuales ha sido posible que el arquitecto Jordi Bonet Armengol y un completo equipo de colaboradores, autores del citado libro L’Ultim Gaudí, hayan podido realizar el análisis geométrico que explica en sus páginas: el proyecto que tan minuciosamente Gaudí en sus últimos tiemposque ha sido la base, y con las posibilidades económicas actuales, para continuar con todo rigor las obras del Templo.

R.: Esta intervención es muy importante porque es alguien que ha tocado y que ha vivido el material y, como ha dicho el señor Brunet, lo que sobrevivió de la quema del 36 sólo fue el yeso porque el yeso no quema y, por suerte, esta es la base de la reconstrucción de las maquetas que el ordenador ha completado.

 

JAIME DURÓ

Moderador

Director, yo creo que el acto de hoy ha sido una excelente inauguración de esta sala. Creo que se ha producido un diálogo en el que Gaudí hubiese estado encantado de intervenir. Para mí ha sido un placer y creo que como arquitecto e hijo de una formación académica de un movimiento moderno, Gaudí y Jujol en una exposición que montamos –estaba de Decano en Cataluña- en el 89 y que luego viajó por todo el mundo y que sigue dando vueltas, debo confesar que seguramente comencé a conocer a Gaudí y Jujol allí. Nosotros, en nuestra formación académica, era un desconocido, era difícil de encajarlo. Todas esas influencias bizantinas, árabes, naturistas, eran figuras que se nos escapaban. También les confieso que en los momentos actuales de una arquitectura que también se nos escapa, de una arquitectura espectáculo, de una arquitectura muchas veces insolidaria con su entorno, a mí Gaudí me interesa prácticamente más que nadie. Además, me interesa porque es un desconocido para mí. Día a día, cuando oigo a estos arquitectos que hoy me acompañan porque ustedes estarán de acuerdo que son muchísimo más arquitectos que muchos de los arquitectos que lo son porque oír al Director General o a Daniel –además, ha estado haciendo dibujos-, francamente para mí ha sido un placer oírles. Yo venía con la intención de aprender y he aprendido. Pero no solamente anécdotas porque yo también he traído como, por ejemplo, que Le Corbusier también le contestó a Gaudí cuando vio los anexos de la Sagrada Familia y tomó los apuntes. Lo que más me ha interesado, y lo digo sinceramente, es que ha sido un coloquio poliédrico y sensible. Posiblemente, el discurso ordenado me cansa más que  este tipo de diálogo fluído y en pequeño comité. Por lo tanto, yo les agradezco y les felicito a los tres ponentes.

 

DANIEL GIRALT- MIRACLE

Ponente

Perdona que interrumpa esta conclusión tan afectuosa pero me atrevo, como entusiasta gaudinista que ustedes han visto, como modesto miembro correspondiente de esta Academia, a sugerir a su Director por qué no llaman a esta sala que hoy inauguramos Sala Gaudí. Usted lo pone en consideración.

 

IGNACIO BUQUERAS

Presidente de la Fundación Independiente

Antes que nuestro anfitrión de por terminado este acto y el ciclo de mesas redondas que hemos dedicado a Gaudí, quiero agradecer muy sinceramente en nombre de la Fundación Independiente a estos tres magníficos ponentes, este magnífico moderador y agradecer una vez más al Director de la Real Academia y a todos sus miembros el que nos hayan facilitado disfrutar de este marco, tan hermoso para cerrar este Ciclo de mesas redondas conmemorativas del CL Aniversario del Nacimiento de Antoni Gaudí. También quiero agradecer a las otras ocho entidades que colaboraron en la gestación de este Ciclo y, por otra parte, a las cuatro entidades que lo han patrocinado y que han facilitado que la Fundación Independiente pudiera realizar esta actividad. Director, tú tienes la palabra.

 

RAMÓN GONZÁLEZ DE AMEZÚA

Director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

Ante todo, la sugerencia de mi compañero Daniel Giralt Miracle es estupenda y desde este mismo momento, esta sala se llama ya Sala Gaudí. Por otro lado, las intervenciones han sido interesantísimas, el tiempo se nos ha hecho corto y recojo de las muchas citas tan a punto que nos ha hecho Marc Mayer porque realmente se conocía el libro, citó lo que Gaudí decía del capítulo de la Catedral de Palma y es que seguramente Gaudí no conocía el refrán castellano que decía que “los canónigos son buenos pero la Cabilda es mala”. Así que tuvo que luchar como ha tenido que luchar cualquier artista que tenga que trabajar en una Catedral hiciera lo que hiciera.

Celebro muchísimo que la inauguración de esta Sala Gaudí haya sido tan interesante y les agradezco a todos muchísimo su presencia en esta casa. Muchas gracias.

 

Fundación Independiente 2002

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